Dice Aído: “En nuestro país, los hombres árabes o musulmanes pueden vestir al modo occidental porque su cultura no les exige que lleven ningún símbolo. Las mujeres, sin embargo, llevan vestidos largos que les tapan el cuerpo y también un pañuelo sobre la cabeza que les cubre el cabello”. Dejemos de lado eso de mezclar árabes y musulmanes. Lo que me llama la atención de estas declaraciones son dos cosas: uno, que no critica a las monjas por llevar insufribles sotanas, mientras los curas pueden en manga de camisa ; y que estas declaraciones las haga en una jornada en el Congreso sobre El Papel de las Mujeres en la Alianza de Civilizaciones. ¡Toma alianza!
Las declaraciones de la ministra me parecen muy ligeras, muy simplista, que no quiere ver más allá de sus narices y que demuestra que un tema muy complejo tiene una mirada etnocentrista, de superioridad cultural.
PS: Nota aclaratoria: No estoy a favor del uso del velo persé, pero tampoco a favor de que las monjas se pongan sus hábitos. Pero entiendo que si a una monja le ha dado la gana libremente ponerse el hábito, lo mismo puede hacer libremente una mujer con el velo…
Golpe a la xenofobia en Suiza. Los electores suizos rechazaron ayer por el 63,8 % de los votos que la naturalización de un extranjero fuera objeto de votación. Todos los cantones, salvo el de Schwyz, recharon la propuesta del partido de derecha nacionalista UDC-SVP.
La etnia como criterio de expulsión en Italia. Leo en El País: “El número dos de Interior, Alfredo Mantovano, dijo explícitamente el sábado en una entrevista al diario Il Tempo (ideológicamente afín a la coalición de Berlusconi), que la ordenanza se justifica en motivos étnicos. “Como demuestran los números y la realidad sociológica”, declaró, “los romaníes son una etnia conectada a un cierto tipo de delitos. Robos, asaltos, e incluso, como en el caso de Ponticelli, rapto de personas”.
Cuando los soldados son desplegados en un país extranjero llevan consigo un breve manual de bolsillo. En él se incluye las transcripciones de cómo dar órdenes en el idioma autóctono — desde cómo pedir la documentación, ordenar que un vehículo se detenga, o que el enemigo deponga las armas –, las costumbres — como saludar, por ejemplo, a la población civil –, que composición étnica, religiosa tiene cada zona… y todo condensado en una especie de guía turística para dummies.
A través de Danger Room, descubro la página Field Support Modules, dónde se presentan estos manuales para el terrenos clasificados por países, con una guía rápida — y bastante elemental — de la cultura y costumbres del país, mapa de las infraestructuras — también muy básico — así como un diccionario de términos clasificados por secciones.
La página contiene información de unos cuarenta paíse — no está España, pero si Bulgaria, Israel o Marruecos –, donde uno se puede entrenar con el idioma antes de llegar al terreno.
Creo que como introducción para ir un país estos recursos no son solo útiles para militares, sino también por ejemplo para cooperantes y periodistas que aterrizan en un lugar sin saber lo básico: cómo localizar el agua y la comida. Siempre queda el recurso universal: show me the money.
Entre l0s 20 premios, el más visual es el de la mejor fotografía, este año concedida a esta instantánea de Adrees Latif de la agencia Reuters, que tomó segundos antes de que el reportero japonés muriera por disparos de la policía de Myanmar.
EE UU ha derribado esta noche el satélite espía. Ha sido un derribo por entregas. Leo en EL PAÍS: “La operación tiene dos finalidades: destruir el satélite, por un lado, e ir perfeccionando los sistemas antimisiles por el otro”, comentó Luis Ruiz de Gopegui, ingeniero y ex director de la NASA en España. Y cuesta entre 40 y 60 millones de dólares (entre 27 y 41 millones de euros). No está mal. El Gráfico del derribo, también en EL PAÍS.
Pero no hay que ser catastrofistas. La inmensa mayoría de los kosovares estarán felices, lo contrario que la pequeña minoría de serbios que vive en ese territorio, y que son el problema que queda por resolver. Yugoslavia hoy ha quedado liquidada ya del todo. Serbia ha quedado reducida. El siguiente paso será abrirles la puerta a la UE y así dar por zanjado todo. Parece fácil, pero tal vez no lo sea. Pero no seamos catastrofistas…
“Solo los muertos han visto el fin de la guerra”, reza una frase atribuida a Platón. La guerra no termina en el campo de batalla, y acompaña al combatiente hasta el final de sus días.
Richard Davis, el soldado de 19 años en cuyo asesinato está basada ‘En el Valle de Elah’
A partir de esta historia, Haggis monta una especie de thriller sin mucha chicha, alegato en contra de la guerra y viaje al EE UU profundo, donde no faltan los bares de striptease con tetas al vuelo, las biblias en los cajones, armerías con recortadas en las vitrinas y las cafeterías de carretera, aunque por fin no hay ninguna camarera que se acerque al cliente para ofrecerle, cafetera en mano, un poco mas de agua con aspecto de café.
El director cuenta con tres pedazos de actores que hacen un papel soberbio: Tommy Lee Jones encarna el papel de padre, veterano del ejército – sirvió en la Policía Militar – que recorre varios estados en su pick up para ir a buscar a su hijo, desaparecido; Susan Sarandon interpreta a la madre atormentada que ve como sus hijos, siguiendo los pasos del padre se han alistado a servir en el ejército, y este papel – que la militante antiguerra de Irak borda – ya lo encarnó, si no me falla la memoria, en un corto en el que interpretaba a la madre de un soldados que esperaba noticias de él tras un atentado en la base de EE UU en Arabia Saudí donde estaba destinado; y la gran y bella Charlize Theron que vuelve a su moreno natural y su tez sin maquillaje para encarnar a una policía de la localidad donde está la base.
El viaje que realiza el padre no es solo en búsqueda de su hijo y consiguiente investigación criminal, sin que aparecezcan los chicos del CSI, otro cliché de los últimos tiempos. Es también un viaje a la debilidad del ensimismamiento estadounidense, que nada se cuestiona y todo se lo cree, que para ellos esa guerra solo existe en forma de noticias breves y análisis vistos y oídos a través de una televisión de los años 70, a través de la cual Bush y sus acólitos no paran de decir que lo que quieren es llevar la democracia a Irak y vencer al Mal con mayúsucula . El padre se cree lo que ve en esa televisión de viejos botones, y pasa de las lágrimas de su hijo que le llama desconsolado desde un lejano campamento.
Pero el infierno que vivió el hijo en la guerra queda recogido por los trozos de vídeos y fotografías recuperados de un teléfono “abrasado por el calor iraquí”, y que como en casos reales, se convierten en un transmisor de la realidad que ha visto el soldado, y que el padre ve con horror y arrepentimiento de no haberse dado cuenta antes de que su hijo no iba a ser un héroe y que lo que había vivido lo deshumanizó.
Todo ello concluye en un primer final esperado, con un patriotismo de rebeldía, en forma de bandera invertida, pero patriotismo al fin y al cabo: “esta nación necesita ayuda”. Y es un primer final, porque hay un segundo después de los créditos, que curiosamente es el único momento de alegato serio contra la guerra desde la perspectiva de las víctimas iraquíes, y no del trauma psicológico que viven estos chicos tras volver del infierno, que justifica en parte sus salvajadas por lo dura que es la guerra, las drogas y la tensión acumulada . Tendría el cine estadounidense también que ahondar más en sacudir las conciencias desde ese aspecto: el de las víctimas de esta guerra que han visto su país invadido y destrozado en pro de la democracia, y como se han cometido auténticas salvajadas por parte de la tropa estadounidense . Pero seamos realistas: les importa sus chicos y no a los que han torturado y asesinado. Esos han visto otro final de la guerra, adelantado, y sin posibilidad de narcotizarse y alcoholizarse para olvidar.
Un par de críticas: el guión falla en algunos aspectos, como los interrogatorios en los que el padre está presente. Hay un par de diálogos absurdos- “le dije que no comprara esos calcetines”-. A la película le sobran unos 15 minutos, porque una vez que se resuelve el caso en cinco minutos podía haber montado el show final. Y el título de la película – En el Valle de Elah, donde se enfrentaron David y Goliat -, tendría que haberse traducido como En el valle del Terebinto, para que sonora un poco más.
PS: no os perdáis la crítica de Tormento en Chiquiworld. Me la he leído una vez escrita ésta, para que no “contamine” mis opiniones. Y no puedo estar más de acuerdo.