Guerra y Paz

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Moeh Atitar de la Fuente

Periodista, fotógrafo y blogger. Más sobre el autor.

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Una de cine: En el valle de Elah

Moeh Atitar de la Fuente - Monday 21 de January de 2008

“Solo los muertos han visto el fin de la guerra”, reza una frase atribuida a Platón. La guerra no termina en el campo de batalla, y acompaña al combatiente hasta el final de sus días.

En el valle de Elah no es una película sobre batallas en las calles de Bagdad; es una película sobre la situación en la que viven los soldados estadounidenses tras la vuelta de Irak. Y se acerca demasiado a la realidad como para convulsionar ciertas conciencias: leíamos hace unos días en el NYT como soldados veteranos de la guerra de Irak estaban implicados en más de 200 homicidios o intentos de homicidio en EE UU. Droga, alcoholismo, desintegración familiar y el infierno vivido en sus carnes son los catalizadores de estos desintegrados de la sociedad.

Le película se acerca aún más cuando ves que está basada en hechos reales: Richard Davis, un soldado de 19 años, fue asesinado en noviembre de 2003; su padre, un ex agente de policía se pone en marcha para investigar el asesinato de su vástago. Hoy, una fundación lleva su nombre.

Richard Davis, el soldado de 19 años en cuyo asesinato está basada ‘En el Valle de Elah’

A partir de esta historia, Haggis monta una especie de thriller sin mucha chicha, alegato en contra de la guerra y viaje al EE UU profundo, donde no faltan los bares de striptease con tetas al vuelo, las biblias en los cajones, armerías con recortadas en las vitrinas y las cafeterías de carretera, aunque por fin no hay ninguna camarera que se acerque al cliente para ofrecerle, cafetera en mano, un poco mas de agua con aspecto de café.

El director cuenta con tres pedazos de actores que hacen un papel soberbio: Tommy Lee Jones encarna el papel de padre, veterano del ejército – sirvió en la Policía Militar – que recorre varios estados en su pick up para ir a buscar a su hijo, desaparecido; Susan Sarandon interpreta a la madre atormentada que ve como sus hijos, siguiendo los pasos del padre se han alistado a servir en el ejército, y este papel – que la militante antiguerra de Irak borda – ya lo encarnó, si no me falla la memoria, en un corto en el que interpretaba a la madre de un soldados que esperaba noticias de él tras un atentado en la base de EE UU en Arabia Saudí donde estaba destinado; y la gran y bella Charlize Theron que vuelve a su moreno natural y su tez sin maquillaje para encarnar a una policía de la localidad donde está la base.

El viaje que realiza el padre no es solo en búsqueda de su hijo y consiguiente investigación criminal, sin que aparecezcan los chicos del CSI, otro cliché de los últimos tiempos. Es también un viaje a la debilidad del ensimismamiento estadounidense, que nada se cuestiona y todo se lo cree, que para ellos esa guerra solo existe en forma de noticias breves y análisis vistos y oídos a través de una televisión de los años 70, a través de la cual Bush y sus acólitos no paran de decir que lo que quieren es llevar la democracia a Irak y vencer al Mal con mayúsucula . El padre se cree lo que ve en esa televisión de viejos botones, y pasa de las lágrimas de su hijo que le llama desconsolado desde un lejano campamento.

Pero el infierno que vivió el hijo en la guerra queda recogido por los trozos de vídeos y fotografías recuperados de un teléfono “abrasado por el calor iraquí”, y que como en casos reales, se convierten en un transmisor de la realidad que ha visto el soldado, y que el padre ve con horror y arrepentimiento de no haberse dado cuenta antes de que su hijo no iba a ser un héroe y que lo que había vivido lo deshumanizó.

Todo ello concluye en un primer final esperado, con un patriotismo de rebeldía, en forma de bandera invertida, pero patriotismo al fin y al cabo: “esta nación necesita ayuda”. Y es un primer final, porque hay un segundo después de los créditos, que curiosamente es el único momento de alegato serio contra la guerra desde la perspectiva de las víctimas iraquíes, y no del trauma psicológico que viven estos chicos tras volver del infierno, que justifica en parte sus salvajadas por lo dura que es la guerra, las drogas y la tensión acumulada . Tendría el cine estadounidense también que ahondar más en sacudir las conciencias desde ese aspecto: el de las víctimas de esta guerra que han visto su país invadido y destrozado en pro de la democracia, y como se han cometido auténticas salvajadas por parte de la tropa estadounidense . Pero seamos realistas: les importa sus chicos y no a los que han torturado y asesinado. Esos han visto otro final de la guerra, adelantado, y sin posibilidad de narcotizarse y alcoholizarse para olvidar.

Un par de críticas: el guión falla en algunos aspectos, como los interrogatorios en los que el padre está presente. Hay un par de diálogos absurdos- “le dije que no comprara esos calcetines”-. A la película le sobran unos 15 minutos, porque una vez que se resuelve el caso en cinco minutos podía haber montado el show final. Y el título de la película – En el Valle de Elah, donde se enfrentaron David y Goliat -, tendría que haberse traducido como En el valle del Terebinto, para que sonora un poco más.

PS: no os perdáis la crítica de Tormento en Chiquiworld. Me la he leído una vez escrita ésta, para que no “contamine” mis opiniones. Y no puedo estar más de acuerdo.

El Trailer de la película