Guerra y Paz

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Moeh Atitar de la Fuente

Periodista, fotógrafo y blogger. Más sobre el autor.

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Archive for the ‘Periodismo’ Categora

Nefastas portadas

Wednesday, July 17th, 2013

Hay momentos en el que los españolitos estamos más pendientes de las portadas de los periódicos. Algunos, entre los que me incluyo, esperamos el momento en el que el director de turno (si no el espabilado redactor que se adelanta a su jefe) twittea la portada. Corremos todos a sorprendernos, llevarnos la mano en la cabeza e indignarnos porque el periodismo se prostituye a unos precios muy baratos. Se paga por el servicio, y el servicio debe de ser nefasto, porque no es un sector precisamente boyante.

Es verano. En verano tenemos pocas noticias, pocas fotos. Todo recae. El mundo periodístico parece que se desacelera, aunque este año la primavera se ha prologado un poco más gracias a las declaraciones de Bárcenas, ante el juez y antes ante Pedro J. Ramirez.

 

En medio de la que está cayendo, el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, se reunió con empresarios de alto copete. Llama la atención de que la media de edad de la merienda ronda los 60 años, siendo el más joven el propio Rajoy.

La ecuación es simple: los empresarios arropan a Rajoy, metido en unas acusaciones de corrupción sin parangón en la historia. Y los asesores de Rajoy han pensado que hay que controlar todo, incluidas las fotografías del evento sexuagenario. Así que las puertas de Moncloa quedaron cerradas para la prensa, y solo Diego Crespo, fotógrafo de La Moncloa, pudo fotografiar a estos señores encorbatados y para los que la jubilación es una quimera.

Lo normal es que los jefes de fotografía de los principales diarios se echaran las manos a la cabeza y dijeran que no tragaban, que por allí no pasaban, y que preferían dar una foto de unos guiris en la playa, algún manifestante egipcio exaltado o incluso una original foto de Obama, que es un recurso socorrido y que siempre queda guapo en portada.

Quiero pensar – llamadme ingenuo – que esos jefes fueron a las reuniones de primera con atrevidas propuestas y que los directores, que saben muchísimo de fotografía, les dieron argumentos solventes para dar la foto propagandística de La Moncloa. Pero luego pienso que no debió de ser así, y que para los jefes de fotografía lo más cómodo era presentar esas fotos de los sexuagenarios.

Portadas del 17 de julio

Portadas del 17 de julio con fotografías proporcionadas por La Moncloa (Click para agrandar, pero tampoco os perdéis gran cosa gráficamente hablando)

Llama la atención que Abc y La Razón no adviertan que esa foto la ha transmitido La Moncloa. ¿Se imaginan titulares dictados por La Moncloa, sin entrecomillado? Bueno, tampoco hay que imaginar mucho.

Con todo esto pierde el lector, esa persona que tiene que hacer el esfuerzo de llegar hasta uno de los pocos kioskos que quedan abiertos en su ciudad para comprar un periódico y se encuentra con estas portadas monótonas y nada periodísticas. No será la intención de muchos de los profesionales que trabajan en esos periódicos, pero les ha quedado unas portadas muy propagandísticas. Hoy de postre, champán en La Moncloa. Invita el gabinete de prensa.

PS: Luego está la imaginación desbocada: La Gaceta:

la_gaceta.750

La cámara que cambió el mundo

Thursday, June 6th, 2013

Hay cámaras que ha marcado hitos porque su invención supuso un cambio en la forma de contar. La primera cámara Kodak (1888) revolucionó la fotografía porque la hizo más accesible. El lema que acompañaba a esa caja negra era revolucionario: “Usted apriete el botón, nosotros nos encargamos del resto”. El usuario enviaba a la tienda su cámara Kodak, que era descargada y revelada. Había nacido la fotografía amateur.

Unos años más tarde (1913) se creó la primera cámara Leica, desarrollada por Oskar Barnack, mientras trabajaba en la industria de las lentes de Ernst Leitz. Barnack quería una cámara ligera para sus excursiones, y así creó la primera que usaba película de 35 mm en rollo para cine. Sin esa invención Robert Capa o Cartier Bresson habrían hecho otro tipo de fotografía.

“The Camera that Changed the World” es un documental de la BBC (2011) dedicado a otra cámara que revolucionó la forma de contar las cosas: una cámara al hombro (no muy pesada) que permitía grabar imágenes y sonido de forma sincronizada, al tiempo que daba inmensa capacidad de movimiento, sin necesidad de raíles ni tripodes. Solo fue posible gracias a la pericia de un equipo estadounidense — financiado por Time-Life — y de un ingeniero francés.

La primera grabación que hicieron en EE UU fue ‘Primary’, donde seguían a un entonces desconocido John F. Kennedy en las primarias de Wisconsin. Gracias al equipo ligero pudieron filmar de manera espontánea al candidato JFK, unas imágenes y planos inauditos hasta entonces, y que constituye el primer documental moderno.

Y aquí el documental de la BBC completo: “The Camara That Changed The World“. Una delicia.

Vía: Momentum Blog

El vídeo mató a la fotografía

Friday, May 31st, 2013

El Chicago Sun-Times ha despedido a todo su departamento de fotografía. 28 personas que de un día para otro les han dicho que ya no sirven, que ya no valen, que gracias por venir, pero que ya no vuelvan más.

El periódico ha dado esta explicación:

“The Sun-Times business is changing rapidly and our audiences are consistently seeking more video content with their news. We have made great progress in meeting this demand and are focused on bolstering our reporting capabilities with video and other multimedia elements. The Chicago Sun-Times continues to evolve with our digitally savvy customers, and as a result, we have had to restructure the way we manage multimedia, including photography, across the network.”

El axioma es muy sencillo: la fotografía no da dinero fácil y el vídeo sí. Cada vez que nos ponemos a ver un vídeo, le precede un anuncio: caja. Si vemos una fotografía el anuncio no está ‘pegado’: no hay caja. La foto exige un mínimo de calidad, pero en vídeos es más laxa ¿Para qué vamos a pensar en dar algo de calidad si el anuncio, el ingreso, viene antes de la visualización y aquí el público parece que se lo traga todo? Intenten acordarse del último vídeo de calidad que han visto en una web.

Con el objetivo de querer hacer más caja, el Chicago Sun-Times ha hecho lo más coherente: ¿para qué quiero a 28 trabajadores en plantilla si lo que me da dinero me lo hace cualquiera, barato, de cualquier manera y encima tengo un ingreso inmediato?

Los departamentos de fotografía de los periódicos van a sufrir una suerte parecida a la del Chicago Sun Times, salvo aquellos que tengan una buena dirección y buen criterio.  Tener fotógrafos de plantilla supone poder apostar por un tema que las agencias no te brindan y poder hacer enfoques más atrevidos. Los jefes tienen que pensar y dirigir.

Pero también hace falta una plantilla de fotógrafos nada acomodaticia y que sepa que su trabajo hoy más que nunca debe de tener un valor por si mismo y no ser una simple foto bonita que acompaña a un texto. Deberían sacudirse ese complejo de no ser redactores y al tiempo asumir que tienen que hacer cosas de redactores, tan básicas como documentarse en profundidad sobre un tema más allá de las necesidades de un pie de foto.

La calidad tampoco va unida a la relación contractual que mantiene el fotógrafo con una publicación: conozco a fotógrafos de plantilla que son un desastre y fotógrafos freelances que son unos fuera de serie, precisamente porque sus ingresos dependen de la calidad de su trabajo.

El vídeo mata a la foto, pero solo es por la ineptitud de quien hace dejación en la dirección de los departamentos de fotografía y la vida acomodaticia de muchos. Esto está en continuo cambio, pero parece que algunos no se han enterado.

World Press Photo o la polémica que no debió de existir

Wednesday, May 15th, 2013

Alimento. Más que de fotografía deberíamos de hablar primero de periodismo. Últimamente, cuando nos juntamos más de dos periodistas, hablamos de lo mal que está la cosa; hace unos años hablábamos del modelo de negocio que teníamos que seguir para evitar llegar a donde hemos llegado, sin ser conscientes de que esas decisiones, en el fondo, no las tomamos nosotros y no tenemos ni idea de negocio. Lo nuestro debería ser contar historias y discutir de cómo las hemos contado. Vayamos a lo segundo.

Ayer nos despertábamos con un post publicado el lunes (tardamos en llegar a él) en el que se aseguraba que la foto ganadora del World Press Photo, Entierro en Gazaera en realidad una composición de varias imágenes, y por lo tanto, una manipulación inaceptable de la realidad. El blogger aseguraba que Hansen no había proporcionado el archivo raw, esencial para hacer un análisis digno de llamarse así. Y sin embargo él mismo, sin archivo raw (el archivo crudo, bruto, de la fotografía), se lanzaba a hacer un análisis forense (la foto está más muerta que nunca, aquí una constatación) para dictaminar que Hansen había manipulado todo y que la foto premiada procedía de haber mezclado varias imágenes. El premio debería de ser retirado y Hansen condenado al ostracismo fotográfico por mentiroso.

Unos días antes el otrora prestigioso Spiegel escribía un artículo diciendo que Hansen no había proporcionado el archivo raw. No había ninguna coletilla de ‘según ha confirmado la propia organización’ y lo daban por sentado. Además añadían:

Pro-Israeli bloggers and journalists, in particular, had accused him of manipulation and embellishment. Other photographers have also been critical of the photo’s selection for the World Press Award. Some fear that the boundaries are becoming blurred between journalistic photography, on the one hand, and artistic and commercial image design, on the other. Industry publications like Freelens Magazin have also voiced criticism of the trend.

Sospecho que si la foto ganadora hubiera retratado una procesión de la Semana Santa Sevillana, esta polémica solo hubiera sido alimentada por los ‘expertos en fotografía’, y no hubiera sido ni de lejos tan amplia. Se reduce, entonces, no solo a la técnica, no solo a la postproducción, sino al tema que se retrata: el dolor palestino no puede ser premiado, no puede ser reconocido. Así que lancemos, con el perdón, más mierda sobre la foto. Porque todos sabemos que los palestinos son unos actores excelentes, que cuando entierran a unos niños porque una bomba israelí lo has asesinado, son lágrimas de photoshop (aviso, es ironía, que últimamente la gente no la capta muy bien).

Así que con todo esto, un supuesto análisis y la acusación (sin confirmación de la propia organización) de que Hansen no había entregado el raw, los medios se lanzaron a hacerse eco del escándalo, de la mentira y de la manipulación.  Ningún medio citaba a un experto serio en la materia, que hubiera ponderado ese supuesto análisis. Acudieron, como mucho, a fotógrafos o editores que dieron su opinión ‘estética’ sobre la foto. Algunos, osados, daban por verdadero ese análisis. Es difícil que un fotógrafo sepa hacer un análisis sobre la manipulación del raw. Necesita una formación específica, que roza casi con la informática, para poder hacer un análisis conveniente. Y no era el caso. Un experto hubiera dicho que sin raw, no hay análisis y que lo hecho por el blogger era más bien conjeturas sin fundamento.

La fundación World Press Photo quiso zanjar el tema, y emitió a las 14h44 un comunicado sobre el caso diciendo que pese a que  “no tenían dudas sobre las explicaciones” de Hansen, habían decidido, con la cooperación del fotógrafo, someter a la fotografía a otro análisis más detallado realizado por dos expertos. A las 19h33 el dictamen era concluyente: la manipulación no existía.

Y esto solo fue el alimento de muchos medios durante todo el día de ayer. Muchas visitas. Nadie espera. Nadie pondera que detrás de esa acusación no hay sustento alguno, no hay periodismo, no hay fuentes. ¿Llamar a un experto? ¡No! No vaya a ser que nos estropee la polémica y las visitas del día. No hacemos periodismo, porque nuestro alimento, en forma de visitas, es llevar exactamente lo que lleva el otro. Los ingleses lo llaman ‘me too’. Y claro, una vez resuelto que no había polémica, no vamos a desmontar todo el tinglado que llevábamos todo el día montando. Dejemos que la duda fluya.

Estética no es ética. Esta fotografía ha sido objeto de una absurda polémica desde el primer momento. Se le acusaba a Hansen de haber hecho mucho photoshop  y de que esa foto no existía, no tenía validez, porque no era como la había tomado su cámara y que era fruto de la postproducción. Recréense en la palabra: postproducción.

Todo se reduce a que en el mundo de la fotografía actual (y adyacente) convivimos gente que nuestro cuarto oscuro es el photoshop, mientras otros no han salido físicamente del cuarto oscuro, donde siguen intentando descifrar cuál es el fijador y cuál es revelador. No controlan las herramientas actuales, y siguen creyendo que las fotos que se positivaban en el laboratorio son pura verdad. Y no se enteran de que en el laboratorio se hace exactamente lo mismo que en photoshop, con la salvedad de que no hay líquidos de por medio.

La discusión aceptable puede moverse en el campo de la estética. Discutamos si la imagen funciona o no, si está contrastada, si hay demasiado detalle en las sombras…En definitiva, si nos gusta o no. Y quedaría reducido a una discusión muy parecida a si un trabajo tiene más gancho en blanco y negro o en color.

Pero es absurdo decir que esa foto no es verdad. Hablemos mejor de honestidad. El fotógrafo retrata una parte de lo que es testigo, con un aparatito que ya distorsiona por si solo todo eso: desde la lente que utiliza, el ISO al que tira, diafragma, velocidad… Manipula con su cámara lo que tiene delante para tener ese trozo. El resultado es honesto o no si ha querido poner más invención de la necesaria.

Insisten los detractores del ‘retoque’ que esa imagen no debería de procesarse más allá de lo aceptable.  Parecen no entender que la misma cámara tiene distorsiones de color, de luz, etc… Que esas distorsiones tienen que ser corregidas, mejoradas y arregladas, porque la fotografía, al igual que un texto periodístico, es lo más subjetivo que hay. Entendemos la diferencia que hay entre un teletipo y una crónica de autor, pero parece mentira, en la fotografía, no sabemos distinguir nada. Aceptamos que un periodista, jugando a literato, plague su crónica de adjetivos. Pero pobre del fotógrafo que saque detalles de las sombras…

Les dejo, finalmente, con una foto honesta, retocada como le dio la gana al autor, y que ha ganado el World Press Photo 2013:

Gaza burial. World Press Photo of the Year, Spot News, 1st prize singles, Paul Hansen

Gaza burial. World Press Photo of the Year, Spot News, 1st prize singles, Paul Hansen

PS: Recomiendo la lectura de este post: “Cuando la cámara señala los niños muertos, los necios miramos el RAW

PS2: Para que vean que detrás de la imagen no hay actores, aquí un post escrito por Miguel Ángel Medina que visitó a la familia.

Pregunta a la Casa Blanca: ¿Matar niños en un bombardeo es terrorismo?

Thursday, April 18th, 2013

Obama, un día después de los atroces atentados de Boston:

“Cada vez que se usan bombas contra civiles inocentes se trata de un acto de terrorismo”

Y entonces una periodista Amina Ismail, periodista de McClatchy, preguntó esto al portavoz de la Casa Blanca:

“Quiero enviar mis más profundas condolencias a las víctimas y las familias en Boston. Pero el presidente Obama ha dicho que lo de Boston ha sido un acto de terrorismo. Me gustaría preguntar si usted considera que el bombardeo de EE UU sobre civiles en Afganistán a principios de este més que dejó 11 niños muertos y una mujer ¿es una forma de terrorismo? ¿Por qué o por qué no?”

Y el portavoz, Jay Carney, responde esto, que es como no responder nada:

Bien, tengo que saber más sobre el incidente y luego el Departamento de Defensa tendrá las respuestas a sus preguntas sobre esta cuestión. Tenemos más de 60.000 soldados estadounidenses implicados en la guerra de Afganistán, una guerra que empezó cuando Estados Unidos fue atacada, en un ataque que fue organizado en el suelo de Afganistán por Al Qaeda, por Osama Bin Laden y otros y más de 3.000 personas murieron en ese ataque. Y ha sido uno de los objetivos del presidente desde que tomó el cargo dejar claro que nuestro objetivo en Afganistán es destruir, desmantelar y ultimamente derrotar a Al Qaeda. Y con esto nuestro objetivo es proveer suficiente asistencia a las fuerzas nacionales afganas y al Gobierno afgano para permitirles tomar su propia seguridad. Y este proceso está en marcha y Estados Unidos ha retirado a un sustancial número de soldados y estamos en el proceso de reducirlo al tiempo que vamos pasando la seguridad a las fuerzas afganas. Y este es ciertamente el caso al que le remito al departamento de Defensa para detalles con los que tenemos mucho cuidad en la continuación de esta guerra y somos muy conscientes de lo es que es nuestro objetivo.

 

Vía | Dispatches from the underclass

 

La invasión de Irak, otra mala guerra para el periodismo

Tuesday, March 19th, 2013

Podíamos dedicarle largos post sobre lo que la guerra aporta a la humanidad; no sería desde luego un alarde de sus beneficios; nos podríamos preguntar si merece la pena el cafe soluble, las maquinillas de afeitar desechables, los tampones, el gintonic, los aerosoles….pero sería francamente futil. La guerra ha aportado muerte y destrucción, pero quizá por eso, porque el hombre se encuentra en situaciones extremas, se le agudiza el ingenio.

Sucede que la comunicación también avanza a golpe de guerras. Los principios de comunicación son los mismos; las formas no. La propaganda se adapta, el periodismo evoluciona y las circunstancias cambian.

Philip Knightley es el autor que se hace fundamental para ver la evolución del trabajo de corresponsales de guerra y de los esfuerzos de los gobiernos (EE UU y Reino Unido, principalmente) implicados para colarnos sus mentiras y su visión única de la guerra. Su libro The first casualty, es una referencia de la evolución del periodismo en tiempos de guerra, Desde Crimea hasta la guerra de Irak. Hoy he releído el último capítulo, dedicado a cómo vendieron la guerra y cómo se desarrolló ese escaso mes de campaña militar para llegar hasta Bagdad.

El arquitecto de la estrategia mediática fue Bryan Whitman, asistente del secretario de Defensa, Donald Rumsfeld. Knightley la resume en cuatro puntos: 1.- Enfatizar los peligros que supone el régimen de Sadam Hussein; 2.- Desmentir y desacreditar a todo aquel que dude de esos peligrosos; 3.- no apelar a la lógica, y tirar más de sensiblería; 4.- Y siempre con un mensaje al público: “Creednos. Sabemos más de lo que les podemos contar”.  Apliquen estos cuatro puntos a la intervención del entonces secretario de Estado Collin Powell en las Naciones Unidas, cuando nos mostró un tubito donde podía contener un veneno tan letal que podía aniquilar a toda la humanidad si se destapaba y que el Irak de Sadam fabricaba a toneladas.

La administración Bush aplicó a raja tabla esta estrategia diseñada y ejecutada por Whitman, que también hizo las veces de portavoz; se mantuvo largo tiempo en el cargo, y fue le que salió a defender los interrogatorios — torturas– y a quitarle hierro al tratamiento inhumano de Abu Graib. ¿Y que fue del gris Whitman? Pues Obama le mantuvo en el puesto hasta mayo de 2010, para luego ascenderle al máximo responsable en el Pentágono en comunicación de masas y propaganda.

El periodismo, especialmente en EE UU, se creyó a pies juntillas todo lo dicho por la administración Bush; no hubo prácticamente fisuras, y desde luego los grandes medios cuando menos se tragaron la versión construida alrededor de mentiras. 

Si los medios se plegaron a divulgar el casus belli,  el inicio de la invasión solo hizo que los periodistas fueron convidados de piedra. El Pentágono tuvo claro que los medios, especialmente las teles, necesitaban imágenes y algo de acción para cubrir ciclos de programación de 24 horas. Para ello decidió rescatar una figura: el periodista empotrado. Durante la I Guerra Mundial, el Reino Unido introdujo en algunas de sus unidades a periodistas, a los que dio el grado de capitán. Debían, por tanto, obedecer  órdenes y contar solo la visión que convenía para la propaganda británica. “No ha habido un periodo más de indigno para la historia del periodismo que los cuatro años de la Gran Guerra”, escribía el historiador Artur Ponsonby en 1928, y que recoge Knightley.

Salvo darles el grado de capitán y armas, el Pentágono copió este esquema. Los periodistas solo podían acudir al campo de batalla si iban empotrados en una unidad. Se les daba un entrenamiento previo en EE UU y convivían con la unidad antes de la invasión. Se creaba un sentimiento de camadería,  y no era raro escuchar y leer en las crónicas lacónicos “avanzamos hacia el norte”, en un plural que implicaba que la estrategia del Pentágono estaba funcionando.  Todo lo que se contaba pasaba por el filtro del jefe de la unidad, que tenía poder de censurar previo consentimiento del Comando Central. No se andaban con medias tintas: el periodista de la Fox, Gerardo Rivera, ferviente partidario de la guerra, fue expulsado del frente por pintar un mapa en el suelo y describir el avance de su unidad. Generation Kill fue una serie que recogió las vivencias de un periodista de Rolling Stones empotrado con una unidad

Pero el Pentágono tenía al menos un problema. Podía controlar a los periodistas empotrados, pero no tenía control alguno sobre los periodistas que estaban en Bagdad cubriendo la guerra desde el lado iraquí. Especial nerviosismo le causaba la cadena qatarí Al Jazeera, que proporcionaba imágenes a todo el mundo del lado iraquí. No dudo por ello, como hiciera durante la campaña contra los talibanes en Afganistán, en bombardear las oficinas de la cadena en Bagdad. En esa misma línea debe de encuadrarse el ataque contra el hotel Palestina, donde residían los periodistas, y en el que murieron José Couso y Taras Protsyuk, o el bombardeo contra el convoy de la tv británica ITN , que se saldó con la muerte de tres periodistas. Un dato: de los quince periodistas muertos durante el mes de invasión, la mayoría murió por fuego de EE UU.

Aquel maldito 11 de marzo

Monday, March 11th, 2013

Aquel maldito 11 de marzo era un mocoso de 4º de Periodismo que se despertó para distribuir en la facultad de Farmacia el diario El País; mi primera relación contractual con El País fue esa: repartirlo entre estudiantes universitarios.

Por eso madrugué y pude acudir enseguida, de manera automática, a donar sangre. Era asiduo y la verdad que ni lo pensé. Cuando llegué al Clínico no había cola; 15 minutos más tarde, con el esparadrapo tapando la minúscula herida, la cola llegaba hasta la misma puerta de la calle, y unos enfermeros y médicos pedían a la gente, la mayoría estudiantes del CEU, que se fuera, que no daban a basto, que mejor volvieran en una semana, que entonces sí que haría falta.

Me fui andando hasta Farmacia; había tráfico, pero Madrid estaba en silencio, roto solo por las sirenas, que indefectiblemente todos relacionábamos con los atentados, aunque fueran meras ambulancias trasladando a los enfermos ‘normales’ al hospital.

Farmacia estaba desierta. No me acordé hasta entonces que había una huelga universitaria. Desde El País, el día anterior, nos dijeron que teníamos que acudir a repartir el periódico, pero que si había “algún follón” que nos fuéramos. Me alivió pensar que algunos estudiantes se habrían librado del destino de la muerte porque estaban en huelga.

No vino nadie, o casi nadie, a recoger su ejemplar. Los estudiantes habían ganado, a través de un sorteo, tener a diario durante un mes un ejemplar de El País. Tenía una lista en la que debía de ir tachando cada vez que uno de ellos recogía su periódico. Como ha prescrito el delito, confieso ahora que se lo daba a todo el mundo, le hubiera tocado o no el sorteo.

De esa lista me sabía muchos nombres de memoria, sobre todo de los asiduos, y en especial de alguna asidua. En los días posteriores a los atentados tuve inquietud y alivio al ver que los frecuentes volvían o no a recoger sus periódicos.

A las 10.30 no tenía ningún sentido seguir allí. Llamé a mi amiga Gema (ella me había enchufado en este trabajo de unos casi 500 euros porque tenía una prima trabajando de becaria en el departamento de Marketing de El País) y me fui con ella y su chico Sergio a seguir las noticias por mi transistor desde la facultad de Odontología. Era una quimera pensar en móviles con conexión a Internet, y menos en Twitter y demás historias, así que mi transistor fue nuestro vínculo con lo que iba pasando. Estábamos destrozados.

Dos años más tarde iba a arrancar el juicio por los atentados. Era un estudiante de doctorado y había acabado un máster en Comunicación Política. Andaba bastante frustado porque no me habían dado unas becas para investigar y hacer mi tesis. Trabajaba, para sacarme algún dinerillo, en una productora que daba servicio a televisiones francesas cuando venían a hacer algún reportaje en España. 100 euros al día. Nunca he ganado tanto. Desde la productora me llamaron para decirme que una televisión francesa venía a cubrir las dos primeras semanas de juicio. Como mínimo iban a ser 1500 euros. Una fortuna.

También sacaba algún dinerillo con un trabajo que me había conseguido Daniel Basteiro en 20 Minutos, filtrando los blogs que se habían apuntado a su concurso.
Ricardo Villa, jefe de la web por aquel entonces, me ofreció moderar también los contenidos de un especial San Valentín. Me apetecía un carajo, pero solo pude decirle que no cuando vinieron los millonarios franceses. Le comenté que iba a estar metido de lleno en lo del juicio, que ya me lo había preparado muy bien y que no iba a tener tiempo para corazonzitos y enamorados edulcorados. Ricardo no solo lo entendió sino que me ofreció toda la infraestructura del periódico para acreditarme si me ponían algún problema.

Los franceses iban a desembarcar la tarde de un jueves y el juicio empezaba un martes, creo recordar. Esa mañana me llamó Basteiro y me chivó que Ricardo quería contar conmigo para cubrir el juicio. Pocos minutos después me llamó Ricardo y me citó para un café. En aquella época él solo tenía tiempo para tomar un café y ese tiempo también lo ocupaba. Me ofreció un contrato fijo, un sueldo digno y mucha confianza.

Seguí todo el juicio para 20 Minutos, formando equipo con Luis Repiso para hacer el ‘minuto a minuto’ de todas las sesiones. Recuerdo como me empollé todo lo que había escrito en El País Txetxo Yoldi así como el libro de José María Irujo sobre los atentados. También buceé por el sumario que había instruido el juez Del Olmo. Y así fue como me olvidé de la tesis doctoral, de la universidad, y de querer volver a ser un juntaletras.

El 31 de octubre de 2007 salió la sentencia del juicio; formaba parte de la redacción de El País Digital, entonces separado (muy separado) de la edición papel. La víspera, mi jefe Bernardo Marín me dijo que tenía que hablar conmigo. Yo ya creía que la había cagado del todo. Cuando me dijo que quería que hiciera el minuto a minuto de la sentencia, me sentí inicialmente aliviado y luego acojando ante la magnitud de que se me escapara algo. Me tranquilizó bastante oir a Marín decirme que yo era el que más familiarizado estaba con el juicio, y que no me preocupara, que no iba a estar solo contra el peligro.

Ese 31 de octubre fue de las primeras veces que hablé largo y tendido con Txetxo Yoldi, el mejor cronista de tribunales junto a Julio Martínez Lázaro. Yoldi esa mañana me ayudó como el que más, y eso que andaba más que liado porque era la sentencia más importante de la historia de este país junto a la del 23-F.  Lo que sé de periodismo jurídico lo aprendí de él y de sus anécdotas.

Y hoy, 11 de marzo de 2013, solo me apetece escupir esto, porque hoy me apunto al paro. No estoy muy convencido de eso que llaman destino, pero mi guionista apunta maneras.

Reflexión sobre el World Press Photo 2013

Saturday, February 16th, 2013

Paul Hansen ha ganado el World Press Photo por esta fotografía, seleccionado entre más de 103.481 imágenes realizadas por 5.666 fotógrafos:

Gaza burial. World Press Photo of the Year, Spot News, 1st prize singles, Paul Hansen

La imagen responde al patrón de este tipo de certámenes.Esta elección no ha generado (casi) ninguna controversia. Responde a lo que entendemos por fotoperiodismo. No quiero entrar en un análisis de la imagen, porque esta foto, y es un tópico, habla sobre todo por si sola.

Mi compañera Naiara entrevistó ayer a Hansen, fotógrafo de plantilla del diario sueco DN.SE. Resalto esta contestación:

Trabajar en este periódico, Dagens Nyheter (noticias diarias, en sueco), es un lujo. En Gaza, conmigo, estaban dos redactores y nuestro magnífico traductor, Mohamed Omer. Además, no tenemos que estar enviando constantemente. Podemos trabajar bien las historias y enviarlas cuando las tenemos listas. El contenido es muy importante.

Es muy poco frecuente que un fotógrafo de plantilla de un periódico gane un premio como este. Yo diría que es la excepción. Fijándome por encima en el resto de categorías premiadas en esta edición, casi la totalidad de los premios se los llevan o bien fotógrafos de las grandes agencias o bien fotógrafos freelance que trabajan por su cuenta y riesgo, pero que no dejan tampoco que su olfato se tapone y apuestan por temas más o menos a su ritmo. Luego hay un número reducido de fotógrafos que realizan fotos por encargo de una publicación, entre ellas The New York Times Magazine, National Geographic o TIME, donde los departamentos de fotografía siguen siendo fuertes.

¿Por qué son los fotógrafos de agencias y los freelance los que se llevan la mayoría de los premios? Una primera razón es que las publicaciones, en la crisis económica que están inmersos, prefieren invertir en otras cosas en lugar de mandar a un tipo con un cámara a trabajar sin la presión del tiempo a miles de kilómetros. Prefieren los departamentos de fotografía tener unas excelentes agencias internacionales que cubren el espectro del día a día, con el riesgo de sacrificar la diferencia: todos tienden a dar lo mismo o parecido. El DN.se fue el único que tuvo esa fotografía porque era su fotógrafo el que se plantó en el buen lugar en medio de ese terrible funeral.

Salvaríamos con eso el argumento de que una publicación mandara lejos a un fotoperiodista. Pero soy de los que pienso que las mejores historias por contar están a pocos kilómetros. En España, por ejemplo, por culpa de la maldita crisis, tenemos unas circunstancias que invitan a ser documentadas con todo rigor. No hay en todos los premiados de este año ningún premio que tenga como referente la situación en la que vivimos.

Puede que los trabajos no hayan recibido el don subjetivo del jurado. Incluso podemos decir que no solo de la crisis tiene que vivir el fotoperiodismo español. Allí está el excelente trabajo de Daniel Ochoa de Olza (agencia AP) sobre la vuelta del torero Padilla, solo uno más en la solida trayectoria de este fotógrafo, uno de los mejores de la fotografía española actual.

¿Por qué entonces las publicaciones apenas están presentes en estos tipos de premios? Mi opinión es por  la falta de interés en casi todas las redacciones y departamentos de fotografía  sobre la Fotografía (con mayúscula). Y no pienso que sea un problema solo español sino que se extiende por la mayoría de las publicaciones en otras latitudes (salvo los grandes en esto, como NYT, TIME, National Geographic, etc).

Para consagrar esa Fotografía hace falta dirección, capacidad de reflexión y sobre todo darle el tiempo justo y necesario a la uva para que se pueda hacer buen vino. Si vamos a toda prisa y prima la resolución del día a día, acabamos haciendo Don Simón. Me temo que la dirección fotográfica ha dado paso a la mera gestión de fotografías uniformes y a que una foto case con un buen titular, y casi nunca al revés.

No quiero dejar de recomendar algunos trabajos, además de los Ochoa de Olza y del propio ganador. Lo mejor es que cada uno disfrute con todos y cada uno de los trabajos, excelentes todos. Pero mi pequeña selección (subjetiva) es esta:

Mirella, del fotógrafo italiano Fausto Podavini. Estoy impresionado con este trabajo desde que lo conocí gracias a los  Sony Awards. Recoge el día a día de una mujer que tiene que cuidar a su marido con demencia senil.

— Este retrato de Ai Weiwei, realizado por S.Chow. Resume y alcanza a describir la imagen de este artista y disidente chino, que incita a golpe de Internet y de móvil.

— Los retratos a estas mujeres iraníes durante una peregrinación realizados por Ebrahim Noroozi son magníficos.

— Suelo huir de la fotografía de animalitos, pero este trabajo del chino  Xiaoqun Zheng sobre animales enjaulados es una apuesta excelente y bien ejecutada.

— La cobertura de Bernat Armangue sobre los bombardeos isralíes en Gaza. En una entrevista a EFE, Armangue hace esta reflexión:

“El periodismo de calidad está cada vez más amenazado. Contar historias y contarlas bien requiere tiempo, esfuerzo, apoyo económico, logístico y humano y no siempre se combinan todos los factores. Parece que cada vez menos”

Neda no era Neda

Friday, November 16th, 2012

Los medios viven inmersos en la obsesión de que toda noticia o persona que la protagoniza tiene que tener una foto o una imagen. Esa obsesión se ha visto alimentada con todo este universo digital. Antes eran los periodistas del medio o las agencias las que proporcionaban esas imagenes. Si había un muerto de por medio, acudían a la familias o amigos para que les proporcionara una foto del difunto. Un veterano de noticias de sucesos me confesó un día que en su vida había robado muchas fotos de las casas de difuntos noticiosos.

Ahora también robamos, pero sin entrar en las casas. Si pasa algo, los editores gráficos corremos al oráculo  y le preguntamos por la imagen. Muchos no dudan en asaltar Facebook o cualquier otra red social y robar (sí, es un robo) la imagen. Ya puestos, casi no se contrasta si esa persona que han descubierto es o no la protagonista de la noticia. Tenemos la imagen, ¿cómo nos vamos a llevar el chafón de que esa no es la persona que realmente buscamos?

Algo así debió pasar en el caso de Neda; murió apaleada durante una protesta de aquella revolución verde iraní, aquella que nos empeñamos en decir que era una revolución digital a golpe de Twitter. El vídeo de su muerte, subido por un videoaficionado a la red, recorrió el mundo entero. Las imagenes valieron una mención especial en los World Press Photo de ese año.

Teníamos la cara de ella destrozada por los golpes. Pero nos faltaba su imagen sonriente. Algún iluminado se metió en Facebook y se topó con una tipa con pañuelo, que se llamaba [casi] igual y vivía en Irán. ‘Es ella’, se dijo satisfecho. Es posible que la subiera, a su vez, a Twitter, y entonces mucha gente dijera al unísono: ‘Es ella’. Editores de medios de comunicación con cierta credibilidad llegaron a la misma conclusión, porque ahora lo que dice Twitter  es verdad, y para qué contrastar . Y esa imagen pasó a ser el retrato de ella, que no era ella.

Neda Soltani (izquierda) and Neda Agha-Soltan (derecha)

Ella, la del retrato, no estaba muerta. Se llama Neda Agha-Soltan. Pero ese fallo encadenado, esa mentira multiplicada hasta convertirse en verdad, la puso en un brete: el régimen iraní la acusó de simular su muerte y ella, ajena a todo esto, tuvo que dejar su país.

Todo un drama humano causado gracias a la obsesión de tener una imagen de toda cosa que pasa.

Tres años más tarde cuenta su historia a la BBC. | vía PetaPixel

Arantza

Monday, November 12th, 2012

Conocí a Arantza primero por teléfono. Trabajábamos en la misma empresa (Prisacom), pero en edificios distintos, ella en deportes y yo en la mesa central.

Recuerdo el día que murió el futbolista Puerta. La información arrancaba con un ‘los peores augurios se han cumplido’. A nuestra jefa de entonces, Vanessa, le pareció que esa frase era una frase demasiado hecha y me pidió que les llamara para que se cambiara; pocos horas más tarde, un atleta español (ya no recuerdo ni cómo se llamaba) no se clasificó para una prueba en la final de los mundiales o europeos de atletismo. La crónica arrancaba con un ‘no pudo ser’. Y se repitió la misma llamada.

No recuerdo si al otro lado estaba ese día Arantza, pero tuvimos conversaciones de esas de ‘quita, pon’, durante algún tiempo. Ella también llamaba para vender las piezas de deportes, avisar de las erratas que metíamos en portada o de cualquier destrozo, muchos de ellos causados por mi. Cada vez que colgaba, me contó tiempo más tarde, echaba exabruptos contra mi persona: ‘¿Moeh?, el Moeh este es un…’ Y así durante unos meses.

Nos conocimos en un sarao de empresa, no sé si en la cena de Navidad (por entonces había cestas y se celebran cenas pagadas por la patronal). ‘¿Tu eres Moeh?’, me dijo. Creo que esperaba a un monstruo o a un tipo con cola de demonio. Pero nos caímos mejor que bien. Afianzó nuestra amistad su traslado a Miguel Yuste. Sufrimos los primeros Juegos Olímpicos juntos, aquellos de Pekín; luego grandes premios de F-1, todo el fútbol habido y por haber, mundiales, eurocopas…Horas y horas de trabajo, muchas más de las que fija un contrato, muchas trabajando para que luzca más el trabajo de otros.

Estábamos uno para el otro; despotricábamos contra las injusticias que vivíamos en primera persona; hablamos (y nos asesorábamos) sobre el amor, sobre la vida; ella estuvo a mi lado en los peores momentos de mi vida; también en todas las alegrías y casi todas las fiestas y juergas, muchas, pero nunca demasiadas. ‘Moeh, somos Zipi y Zape’, me soltó un día en la cafetería mientras se tomaba una manzanilla, algo muy suyo. ‘¿Quién es el rubio y quién es el moreno?’, añadió partiéndose de risa.

El sábado la llamé para decirle que compartía lista con otras 128 compañeros. Lo hice llorando. Y fue ella la que me consoló: le brota la valentía vasca por todas sus venas.

Releo lo que escribo y parece una elegía. Pero Arantza está más que viva y entera. Es una gran periodista y mejor persona. Ahora parece que soy yo el que usa los tópicos al escribir (Vanessa, perdóname), pero a veces son los tópicos los que mejor funcionan porque son los que mejor se entienden.

Ya no vendrá a mi sitio a decirme ‘invítame a un agua’. Tampoco serán en esas paredes donde nos consolemos. No será en Miguel Yuste donde compartamos esos cafés, esas manzanillas ni los homenajes culinarios a los que ella siempre se empeña en invitar. Será en otros sitios, sin moqueta, y con la ventaja de que el periódico no ocupará ya tanto tiempo en nuestras conversaciones.

Te quiero, te aprecio. A por todas Arantza. Tu y tantos amigos, como Txetxo, Julio, Gallito, Carmen, Gloria, Ibañez, Manu, Toño, Oli, Aitor, Abel, Lobo y un puto largo etc.