Cuando Kosovo declaró su independencia en España empezó a sonar el ruido de la incoherencia de estar en una misión en un estado que no reconoces. España — para que el nacionalismo vasco no tenga un precedente al que agarrarse — no podía plegarse a reconocer un estado que declaró unilateralmente su independencia con un apoyo internacional muy parcial.
Un año ha tardado el Gobierno en anunciar su salida; ayer la ministra de Defensa, Carme Chacón daba por cumplida la misión y anunciaba la salida de los 630 efectivos españoles desplegados. Y ha sido un encontronazo con los aliados de la OTAN, expresada por su secretario general, pero sobre todo con EE UU:
El portavoz del Departamento de Estado, Robert Wood, declaró en una conferencia de prensa que ni comprendía ni compartía la iniciativa del Ejecutivo español y además precisó que el Gobierno norteamericano “supo de esta decisión justo antes de que fuera anunciada públicamente”. “La OTAN fue a Kosovo en 1999 [durante la anterior Administración demócrata, con Bill Clinton] bajo el principio de entrar juntos y salir juntos, y por tanto nos ha sorprendido esta decisión”, recordó el funcionario estadounidense. “Estamos profundamente decepcionados con la decisión tomada por España”, insistió [hasta en cuatro ocasiones usó esta fórmula] (…)
Cuando se le preguntó si compartía la posición expresada por la ministra española de Defensa, Carme Chacón, de que “la misión ha sido completada”, Wood contestó en dos ocasiones: “En absoluto”.
España encontró ayer en Javier Solana un apoyo sustancial, que ha quedado sepultado por la reacción de Washington:
“España lleva mucho años implicada en Kosovo e implicada en los Balcanes en general. Ha sido parte de todas las operaciones que ha habido en los Balcanes desde hace muchos años. Por lo tanto no se puede criticar a España por falta de compromiso con las operaciones de mantenimiento de paz en los Balcanes”, subrayó el jefe de la diplomacia europea en declaraciones a un grupo de periodistas españoles al término del Consejo Europeo.
La evolución de la postura del PP en éste asunto es importante. Las reprimendas verbales que llegaban desde Washington y demás aliados de la OTAN ha hecho que primero pida la retirada inmediata de las tropas, y luego critique las formas de esa inmediatez en la que el Gobierno ha anunciado la salida.
Arístegui, portavoz del PP de Asuntos Exteriores en el Congreso, el pasado 12 de marzo (bastantes días antes de darse a conocer la decisión) : “Si no reconocemos la independencia de Kosovo no entiendo muy bien qué hacen tropas españolas garantizando esa independencia y tampoco entiendo qué hacen funcionarios españoles creando un Estado en el que no creemos. Por tanto, lo uno y lo otro tendría que ser interrumpido con carácter inmediato”, declaró en la presentación del libro ‘Kosovo. Las semillas del odio’, del periodista Ricardo Angoso.
Mientras, ayer, Mato acusaba al Gobierno de hacer una espantanda en Kosovo: ‘La decisión tenía que haberse producido de acuerdo con la OTAN, lo que no se ha producido, y eso crea descrédito. Las decisiones en materia internacional han de adoptarse siempre por consenso’, ha resumido Mato.
Tal y como ha manifestado, la decisión ha causado ‘sorpresa’ en ‘todos’, también en el PP, y tras aclarar que su partido no cuestiona la retirada o permanencia de las tropas en Kosovo porque ya se ha expresado al respecto, ha dicho que el PP, en cambio, sí pone en tela de juicio la forma con que ha tomado la decisión.
Asimismo, ha asegurado que más que ‘dar la espantada’, España tenía que haber actuado con diálogo acerca de la marcha de las tropas de Kosovo, un territorio cuya independencia reconocen la mayoría de Estados de la UE, así como EEUU, pero no España.
En esta decisión ha fracasado, de nuevo, la diplomacia española. Bernardino León (señalado por muchos como sucesor natural de Moratinos al frente de Exteriores), y hoy secretario general de la Presidencia, dio las explicaciones pertinentes (tal vez insuficientes) a Washington antes de anunciar Chacón la retirada:
León discutió el problema de Kosovo con el consejero nacional de Seguridad de la Casa Blanca, el general retirado James Jones, en una entrevista que, según el diplomático español, estaba acordada desde hacía semanas. Jones le preguntó sobre las circunstancias que llevaron a España a tomar una decisión que ha provocado un contundente rechazo en Washington. “Estoy seguro de que acabó comprendiendo y aceptando las razones de fondo que movieron al Gobierno español, y estoy convencido de que ya podemos pasar página en este asunto”, aseguró León tras su entrevista, en la que participó también el embajador español en Washington, Jorge Dezcallar.
Ésta entrevista se produjo durante un viaje de León a EE UU para hablar con la administración Obama sobre la estrategia en Afganistán. Precisamente la salida de Kosovo anunciada ayer ha ido acompañada de una sospecha, una especulación: España saca a las tropas de Kosovo para aumentar sus efectivos en Afganistán. Quizá venga de allí las duras palabras de Washington, buscando o asegurando el envío de esas tropas, para reconfigurar de nuevo el papel de aliado.
Mientras Zapatero tiene que pensar que algo hace mal la diplomacia española cuando la reacción de los aliados es siempre de “sorpresa” y de “decepción”; o son muy malos o son demasiado inocentes.
— Nada al margen:
Recomiendo el análisis de Ramón Lobo: “España cañi en Kosovo“.