En 1955 If, revista dedicada a la ciencia ficción, publicaba Franchise, un relato de Isaac Asimov. En esas páginas el prolijo escritor y divulgador narraba las elecciones del 4 de noviembre de 2008, las elecciones que viviremos en menos de cincuenta días.
Una imagen de como sería la Multivac, tomada de Future Living. Además de aparecer en otros relatos de Asimov, Multivac ha dado nombre a maquinas reales, pero alejadas de lo imaginado por el escritor estadounidense.
Pero en Franchise no están ni Obama, ni McCain ni tan siquiera los votantes. Asimov imagina todo el proceso reducido y simplificado a la acción de una máquina, Multivac, nombre usado por el escritor para dar nombre a varios artilugios en sus cuentos. En esta ocasión, la maquina es la piedra angular de la “mayor democracia electrónica del mundo”. Ella se encarga de seleccionar un elector varón (sí, excluye a las mujeres), entre 20 y 60 años, para que sea quien decida quién es el mejor candidato para ocupar el despacho oval.
Multivac sopesa toda clase de factores conocidos, millones de ellos. Pero existe un factor desconocido, y creo que seguirá siéndolo por mucho tiempo. Dicho factor es el módulo de reacción de la mente humana. Todos los norteamericanos están sometidos a la presión moldeadora de lo que los otros norteamericanos hacen y dicen, de las cosas que a él se le hacen y de las que él hace a los demás. Cualquier norteamericano puede ser llevado ante Multivac para determinar la tendencia de todas las demás mentes del país. En un momento dado, algunos norteamericanos resultan mejores que otros a tal fin. Eso depende de los acontecimientos del año. Multivac le seleccionó a usted como al más representativo del actual. No el más despejado, ni el más fuerte, ni el más dichoso, sino el más representativo.
En Franchise le toca el honor de ser el votante del año a Norman Muller, un empleado de unos almancenes en el estado de Indiana. Durante el relato recibe la presión de su mujer para que saque provecho de esa situación, pero también de su padre, un anciano que ha votado de manera tradicional y sin la mediación de una maquina. Asimov sitúa el origen de esta democracia electrónica en la impaciencia de soportar todo el proceso electoral:
Pero mira, a veces llevaba toda la noche contar…, sí, hacer el recuento de lo que opinaban unos y otros, a quién habían votado. Todo el mundo se impacientaba. Por ello se inventaron máquinas especiales, capaces de comparar los primeros votos con los de los mismos lugares en años anteriores. De esta manera, la máquina preveía cómo se presentaba la votación en su conjunto y quién sería elegido.
Para simplificar aún más el proceso se construyó Multivac que selecciona a un único votante, en este caso el señor Muller. Pero el votante no decide directamente quién es el mejor candidato. La maquina le somete a una batería de preguntas, entre ellas por ‘¿qué le parece el precio de los huevos?’. El votante del año no tiene porque decir la verdad, ya que Multivac evalúa la respuesta a partir de una serie de variables:
No se trata en absoluto de detección de mentiras, sino de una simple medida de la intensidad emotiva. Por ejemplo, si la máquina le pregunta su opinión sobre la escuela de su pequeña, quizá conteste usted: «A mi entender, está atestada». Mas ésas son sólo palabras. Por la manera en que reaccionen su cerebro, corazón, hormonas y glándulas sudoríparas, Multivac juzgará con exactitud con qué intensidad se interesa usted por la cuestión. Descubrirá sus sentimientos, los traducirá mejor que usted mismo.
Para evitar influencias del exterior el votante del año es aislado en su casa, sin acceso a ningún medio de comunicación (la prensa escrita sigue existiendo en la imaginación de Asimov, así como la televisión, pero no hay rastro de Internet ni de teléfonos móviles) sin poder salir y con la protección del servicio secreto, tal y cómo ahora reciben los candidatos mismos. El señor Muller tiene además que guardar el secreto de todo el proceso.
El cuento termina con esta frase: “En este mundo imperfecto, el pueblo soberano de la primera y mayor Democracia Electrónicahabía ejercido una vez más, a través de Norman Muller (a través de él), su libre derecho al sufragio universal”. Me consuela que Asimov se haya equivocado tanto…
* El relato íntegro en español — titulado Sufragio Universal — lo podéis leer aquí, en pdf.