Casi todos los días empiezo leyendo la columna que Enric González escribe en Pantallas, sección de El País. Hoy escribe una columna sobre el ERE de RTVE, que ha terminado con la jubilación de Rosa María Calaf : “Conviene recordar, sin embargo, que no es lo mismo un televisor coreano que una crónica coreana”, concluye su columna”Y no es lo mismo la voz de Rosa María Calaf que una broma del Follonero. La broma del Follonero, necesaria, divertida y más rentable que cualquier noticia, sólo es saludable cuando disponemos de alguien que nos cuenta lo que no es broma. No estoy seguro de que los empresarios quieran distinguir entre una cosa y la otra”.
Hoy — por recomendación insistente de Alicia Rivera, otra veterana de contar noticias — me he puesto a navegar por las crónicas que Enric González mandaba desde Arabia Saudí en 1991, donde fue enviado por la entonces redactora jefa de Internacional (Mariló Ruiz de Elvira) para cubrir la guerra del Golfo. Os dejo alguna de estas perlas periodísticas:
— Crónica del 7 de enero de 1991, La prensa se prepara para ir a la guerra:
Una máscara antigás, un traje hermético de plástico, guantes y botas especiales, un chaleco antibalas, una caja con medicamentos y jeringuillas y un voluminoso casco. Cada día, 69 periodistas se ponen todo este equipo y pasean como marcianos mareados por los alrededores de la piscina del hotel Internacional de Dahran. Son los 69 integrantes del pool periodístisco que cubrirán la información desde el frente saudí si estalla la guerra en el golfo Pérsico.Todos los periodistas admitidos en el pool por la Oficina Unificada de Información de la fuerza multinacional pertenecen a medios de comunicación norteamericanos. Antes de integrarse en este equipo han debido superar varias pruebas críticas. La más temida, la de resistencia en carrera, consistió en correr milla y media (casi 2,5 kilómetros) en menos de 15 minutos. Todos los candidatos la superaron, cosa explicable si se tiene en cuenta que las frugales comidas de campaña y la forzosa abstinencia de alcohol impuesta por el régimen saudí han provocado un generalizado adelgazamiento entre los periodistas desplazados a la zona. Los habituales viajes al frente a bordo de vehículos especialmente incómodos y las inclemencias climáticas han contribuido a endurecer las carnes de los periodistas. (continuar leyendo la crónica)
— Crónica del 10 de enero de 1991: La incredulidad saudí va a la guerra:
Nunca una guerra -si algún día la hay- se había preparado con tanta calma y entre tanta incredulidad. Los programas de protección civil en Arabla Saudí, cuidadosamente planificados para culminar el 15 de enero, cuando se cumple el plazo de la ONU se desarrollan paso a paso y se han integrado ya en una rutina diaria que pasa francamente inadvertida.
La cuestión es que los ciudadanos de la provine a oriental, donde está el grueso de la fuerza multinacional, nunca han acabado de creerse que vaya a haber guerra.
Una encuesta realizada entre profesores, políticos y periodistas saudíes, publicada ayer, llegaba a una conclusión monosilábica: no. (continuar leyendo la crónica)
— Crónica del 18 de enero de 1991, primeros días de guerra, “La guerra, señor, la guerra”:
“¿Qué?”. “La guerra, señor, la guerra”, decía un marciano envuelto en una resplandeciente sudadera plateada. La voz sonaba lejana, apenas un eco desde el interior de una máscara negra con un largo filtro antigás alzado allí donde los humanos suelen tener la barbilla. Tocado con una vistosa capucha de plástico azul eléctrico, el marciano recibía conuna leve inclinación de cabeza a los clientes del hotel en cuanto hacían su aparición, somnolientos, en el vestíbulo del hotel AlKhozaba de Riad. “Siga las flechas fosforescentes, sefior, al refugio, al refugio”, indicaba con premura el marciano plateado a todo el que llegaba (Continuar leyendo)
— Crónica del 21 de enero, sencillamente inmejorable, una obra de arte: La guerra en la Luna:
Cuanto más cerca está uno de la guerra, menos comprende lo que ocurre en ella, por aquello de los árboles que no dejan ver el bosque. En este caso, además, se nos había advertido que todas las imágenes y todas las informaciones sobre el desarrollo de los combates serían minuciosamente revisadas y censuradas por los militares. Pero en Arabia Saudí la falta de información excede ya las previsiones más pesimistas. Es como si la guerra se librara en la Luna y de vez en cuando se les cayera un misil por aquí.
A los ciudadanos de este país les resulta difícil entender la guerra en que están metidos: el frente está en algún lugar de la galaxia -no se puede decir dónde y no se puede llegar a él-, el enemigo, a su vez, es un fantasma mudo -ni se le ve ni dice nada-, pero se sabe que le gusta disparar misiles contra Ucronia, un país inexistente, al que los más suspicaces identifican con Israel.Generalmente, los periodistas conectan con su redacción y cuentan lo que sucede sobre el terreno. Aquí y ahora, sucede lo contrario: los periodistas tienen que telefonear a su oficina central -o escuchar la BBC- para saber qué está ocurriendo delante de sus narices. No pueden desplazarse al frente -excepto un grupo de norteamericanos y británicos a los que llevan de excursión exactamente allí donde no pasa nada-, ni tomar imágenes en la retaguardia, ni hablar con los soldados, excepto los oficialmente autorizados. (Continuar leyendo)
— Crónica del 22 de enero, El mando aliado investiga si el misil que cayó sobre Riad fue un Scud o un Patriot:
Dice la celebrada ley de Murphy que cuando algo puede ir mal, va mal. En Murphy debió pensar el domingo por la noche el general Norman Schwarkopf cuando algo que cayó del cielo -hasta ahora no se ha podido concretar el qué- abrió un enorme cráter junto a la base aérea militar de Riad. El impacto se produjo apenas a 100 metros de uno de los avanzados aviones AWACS con que las fuerzas de EE UU controlan desde el aire. Teniendo en cuenta que nunca hasta ahora había caído algo sobre Riad, hay que admitir que Sadam Husein estuvo a punto de acertar los 14 en su primera apuesta.
El algo que cayó junto a la base aérea pudo ser un misil Scud iraquí muy bien apuntado, un antimisil Patriot norteamericano muy mal apuntado o un meteorito. La tercera posibilidad parece estadísticamente descartable, así que o Scud o Patriot. (Continuar leyendo)
— Crónica del 24 de enero, desternillante: La condición humana:
Esta guerra que viene librándose en Irak, Kuwait, ciertas calles desafortunadas de Israel y “algún lugar del desierto saudí”, es considerada como la máxima expresión de la alta tecnología bélica. Artilugios como el misil de crucero Tomahawk y el antimisil Patriot, que se presentan por primera vez en público, son el acabose en materia de perfeccionamiento y modernidad informática. El ser humano que maneja todo este material apenas difiere, sin embargo, del que cruzó los Alpes con Aníbal hace 22 siglos. En la tensa espera de la batalla que se librará en este inhóspito desierto, la variopinta -y difícilmente coordinable- condición humana de las fuerzas multinacionales tiene poco que ver con la infalible modernidad de su armamento. (Continuar leyendo La condición humana)
Como me ha sabido a poco hoy me he comprado Historias de Nueva York y Historias del Calcio. Prometen…