Guerra y Paz

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Moeh Atitar de la Fuente

Periodista, fotógrafo y blogger. Más sobre el autor.

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Archive for the ‘Cultura’ Categora

Fotografía post mortem

Friday, May 23rd, 2008

Leo en el blog No Color que el número 112 de la colección Photo Poche (Actes Sud) está dedicando a la fotografía post mortem.  Como ejemplo llevan la fotografía del escritor francés  Víctor Hugo:

 

Fotografía de Victor Hugo, realizada por Félix Tournachon el 23 de mayo de 1885

 

Las fotos a los muertos nace prácticamente con la fotografía. La Wikipedia, dice con algo que suena a humor negro lo siguiente: “Los difuntos, por otra parte, eran sujetos ideales para el retrato fotográfico, por los largos tiempos de exposición que requerían las técnicas del siglo XIX. En la toma de daguerrotipo la exposición seguía siendo tan larga que se construían soportes disimulados para sostener la cabeza y el resto de los miembros de la persona que posaba evitando así que ésta se moviera”.

 

A los difuntos no solo se les hacía fotos ejerciendo de muertos, sino que se les tomaban imágenes que nadie sospecharía que uno de los sujetos está muerto: rodeados de sus familiares y amigos, con disfrazados con sus ropas, sentados en una silla… Como motivo recurrente nos encontramos las fotografías de las madres acompañadas de sus hijos de corta edad que acaban de fallecer, pero que tienen la apariencia de estar dormidos plácidamente. Otros incluso se hacían la fotografía con su mascota antes de enterarla.

 

Con esta costumbre — hoy a todas luces macabra y de mal gusto sobre todo cuando se exhibe– se intentaba captar la imagen, “inmortalizar” al muerto, término que se ha terminando imponiendo como sinónimo de fotografiar.

 

El tema de la fotografía a los muertos fue tratado de manera brillante por Amenabar en su película Los Otros (pdf reportaje EPS ) donde el mismo sale retratado en una de las fotografías haciéndose el muerto (con quienes por aquel entonces eran sus compañeros de piso) :

 

 

Vista, suerte y al toro

Thursday, May 1st, 2008

“Vista, suerte y al toro”, es el lema de Ala 11 del Ejército del Aire. La frase está impresa, por ejemplo, en los Eurofighter que forman parte de este Ala. El lema se le debe a García Morato, uno de los grandes pilotos de la aviación española, que combatió en el bando franquista, y que murió en una excibición en Madrid al día siguiente de concluida la contienda,  después de haber sobrevivido a duros enfrentamientos en el aire con la aviación republicana.

Según se cuenta, antes de la guerra, un joven piloto quería formar parte de la recién creada unidad de cazas que había formado García Morato. Éste le fue dando largas, hasta que ya cansado, y a sabiendas de que no tenían lema en la unidad, le convido a que lo adivinara si quería entrar a formar parte de ella. El candidato no paró hasta que un oficial, de guasa, le reveló que el lema era “vista, suerte y al toro”. A García Morato le gustó tanto la ocurrencia que no solo aceptó al piloto en su unidad, sino que además adoptó ese lema para sus Fiat.

Y todo esto lo cuento porque Rosa estrena blog de toros en EL PAÍS. Ella me enseña lo poquísimo que sé de éste arte, y sobre todo me ha transmitido esa pasión por el toro  que sólo el buen aficionado entiende. Aviso para navagantes: ni su blog ni el mío son lugares para debatir sobre  “toros si, toros no”. Hay otros blogs y periódicos que se dedican bien a eso. Allí tiene su foro.

 

Pues eso: ¡Vista, suerte y al post!

Unas recomendaciones para éste día

Wednesday, April 23rd, 2008

No están todos. No está el inicio de Cien años de soledad, ni el de El Quijote. Los que no están quedan en el estante. Veo desde aquí, Fundación, El talento de Mr Ripley, Cosecha Roja, La peste, El hombre que fue jueves, Diez negritos, El Señor de los Anillos, Germinal, Los hermanos Karamazov, La sombra del aguila, El misterio de la cripta embrujada, la antología de poemas de Benedetti…y un lárgo etcétera de libros que merecen ser leídos.

A continuación solo están los inicios de libros que ido picando a golpe de impulso de mi corta biblioteca, como homenaje al libro en el día del libro. Es el único día internacional que celebro.

Al abrir y copiar cada uno de estos fragmentos he recordado momentos que asocio a cada uno de estos libros, no solo cuando las leí sino cuando los recomendé o defendí frente a ataques infundados. Todos ellos me los recomendaron; la mayoría los compré; y algunos fueron regalados, entre ellos el único dedicado por el autor.

Son mis recomendaciones para éste día del libro, pero hay más, muchos más, como las que hacen autores en ELPAÍS.COM . ¿Alguna sugerencia?

La Guerra de Troya, Robert Graves. La guerra de Troya describe todos los males que suelen aparecer a gran escala: ambición, avaricia, sufrimiento, traición, incompetencia. Pero los griegos, aunque nos cuentan con toda franqueza cómo sus antepasaso se arruinaron en esta estúpida campaña de diez años, tampoco consideran a los dioses olímpicos libres de culpa. Según ellos, la guerra les fue impuesta al rey Príamo y al rey Agamenón por una disputa envidiosa entre tres diosas, que el propio Zeus Todopoderoso nos se atrevió a resolver. En otras palabras, fuera del control humano. Los efectos se sintieron en lugares tan lejanos como el norte de Italia, Libia, Etiopía, Armenia y Crimea.

Le Rouge et le Noire, Stendhal. La petite ville de Verrières peut passer pour l’une des plus jolie de la Franche-Comté. Ses maisons blanches avec leurs toits pointus de tuiles rouges, s’etendent sur la pente d’une colline, dont des touffes de vigoureux châtaigniers marquent les moindres sinousités. Les Doubs coule à quelques centaines de pieds au-dessous de ses fortifications bâties jadis par les Espagnols, et maintenant ruinées.

La carretera, Cormac McCarthy. Al despertar en el bosque en medio del frío y la oscuridad nocturnos había alargado la mano para tocar al niño que dormía a su lado. Noches más tenebrosas que las tinieblas y cada uno de los días más gris que el día anterior. Como el primer sintoma de un glaucoma frío empañando el mundo. Su mano subía y bajaba el compás de la preciada respiración.

Au Grand Socco, Joseph Kessel. Au pied du Vieux Tanger, et devant les portes mêmes de la muraille fortifiée qui enferme son labyrinthe de la ruelles étroites, on trouve la place du marché, le Grand Socco.
Cien sonetos de amor, Don Pablo Neruda.

No te quiero sino porque te quiero
y de quererte a no quererte llego
y de esperarte cuando no te espero
pasa mi corazón del frío al fuego.

Te quiero sólo porque a ti te quiero,
te odio sin fin, y odiándote te ruego,
y la medida de mi amor viajero
es no verte y amarte como un ciego.

Tal vez consumirá la luz de enero,
su rayo cruel, mi corazón entero,
robándome la llave del sosiego.

En esta historia sólo yo me muero
y moriré de amor porque te quiero,
porque te quiero, amor, a sangre y fuego

This Side of Paradise, F. Scott Fitzgerald. Amory Blaine inherited from his mother every trait, except the stray inexpressible few, that made him worth while. His father, an ineffectual, inarticulate man with a taste for Byron and a habit of drowsing over the Encyclopædia Britannica, grew wealthy at thirty through the death of two elder brothers, successful Chicago brokers, and in the first flush of feeling that the world was his, went to Bar Harbor and met Beatrice O’Hara. In consequence, Stephen Blaine handed down to posterity his height of just under six feet and his tendency to waver at crucial moments, these two abstractions appearing in his son Amory. For many years he hovered in the background of his family’s life, an unassertive figure with a face half-obliterated by lifeless, silky hair, continually occupied in “taking care” of his wife, continually harassed by the idea that he didn’t and couldn’t understand her.

Guerra y Paz, Tolstoi “Eh bien, mon prince. Gênes et Luques ne son plus que des apanages posesiones de la famille Buonaparte. Non, je vous préviens que si vous neee me dites pas que nos avons la guerre, si vous vous permettez encore de pallier toutes les infamies, toutes les atrocités de cet Antéchrist (ma parola, j’ y crois), je nee vous connais plus, vous n’êtes plus mon ami, vous n’êtes plus mi devoto esclavo, comme vous dites. Ea, bien venido, bien venidos. Je vois que he vous fais peur. Sientese y charlemos.”

La conjura de los necios, John Kennedy Toole. Una gorra de cazador verde apretaba la cima de una cabeza que era como un globo carnoso. Las orejeras verdes, llenas de unas grandes orejas y pelo sin cortar y de las finas cerdas que brotaban de las mismas orejas, sobresalían a ambos lados como señales de giro que indicasen dos direcciones a la vez. Los labios, gordos y bembones, brotaban protuberantes bajo el tupido bigote negro y se hundían en sus comisuras, en plieguecitos llenos de reproche y de resto de patatas fritas. En la sombra, bajo la visera verde de la gorra, los altaneros ojos azules y amarillos de Ignatius J. Reilly miraban a las demás personas que esperaban bajo el reloj junto a los grandes almacenes D. H. Holmes, estudiando a la multitud en busca de signos de mal gusto en el vestir. Ignatius percibió que algunos atuendos eran lo bastante nuevos y lo bastante caros como para ser considerados sin duda ofensas al buen gusto y la decencia. La posesión de algo nuevo o caro sólo reflejaba la falta de teología y de geometría de una persona. Podía proyectar incluso dudas sobre el alma misma del sujeto.

A Sangre Fría, Truman Capote. El pueblo de Holcomb está en las elevadas llanuras trigueras del oeste de Kansas, una zona solitaria que otros habitantes llaman «allá». A más de cien kilómetros al oeste de la frontera de Colorado, el campo, con sus nítidos cielos azules y su aire puro como el desierto, tiene una atmósfera que se parece más al Lejano Oeste que al Medio Oeste. El acento local tiene un aroma de praderas, un dejo nasal de péon, y los hombres, muchos de ellos, llevan pantalones altos y punta afilada. La tierra es llana y las vistas enormemente grandes; caballos, rebaños de ganado, racimos de blancos silos que se alzan con tanta gracia como templos griegos son visibles mucho antes de que el viajero llegue hasta ellos.

El extranjero, Albert Camus. Hoy ha muerto mamá. O quizá ayer. No lo sé. Recibí un telegrama del asilo: “Falleció su madre. Entierro mañana. Sentidas condolencias.” Pero no quiere decir nada. Quizá haya sido ayer.

Habitaciones separadas, Luis García Montero.

Aunque tu no lo sepas:
Como la luz de un sueño,
que no raya en el mundo pero existe,
así he vivido yo,
iluminando
esa parte de ti que no conoces,
la vida que has llevado junto a mis pensamientos.
Y aunque no lo sepas, yo te he visto
cruzar la puerta sin decir que no,
pedirme un cenicero, curiosear libros,
responder al deseo de mis labios
con tus labios de whisky,
seguir mis pasos hasta el dormitorio.
También hemos hablado
en la cama, sin prisa, muchas tardes,
esta cama de amor que no conoces,
la misma que se queda
fría cuando te marchas.
Aunque tú no lo sepas, te inventaba conmigo,
hicimos mil proyectos, paseamos
por todas las ciudades que te gustan,
recordamos canciones, elegimos renuncias,
aprendiendo los dos a convivir
entre la realidad y el pensamiento.
Espiada a la sombra de tu horario
o en la noche de un bar por sorpresa.
Así he vivido yo,
como la luz del sueño
que no recuerdas cuando te despiertas.

Las edades de Lulú, Almudena Grandes. Supongo que puede parecer extraño pero aquella imagen, aquella inocente imagen, resultó al cabo el factor más esclarecedor, el impacto más violento.

Crónica de una muerte anunciada, Grabriel García Márquez. El día en que lo iban a matar, Santiago Nasar se levantó a las 5.30 de la mañana para esperar el buque en que llegaba el obismo. Había soñado que atravesaba un bosque de higuerones donde caía una llovizna tierna, y por un instante fue feliz en el sueño, pero al despertar se sintió por completo salpicado de cagada de pájaros. “Siempre soñaba con árboles!, me dijo Plácida Linero, evocando 27 años después los pormenores de aquel lunes ingrato. “La semana anterior había soñado que iba solo en un avión de papel de estaño que volaba sin tropezar por entre los almendros”, me dijo. Tenía ina reputación muy bien ganada de intérprete certera de los sueños ajenos, siempre que los contaran en ayunas, pero no había advertido ningún augurio aciago en esos dos sueños de su hijo, ni en los otros sueños con árboles que él le había contado en las mañana que precedieron a su muerte.

Memorias de Adriano, Marguerite Yourcenar. Querido Marco: He ido esta mañana a ver a mi médico
Hermógenes, que acaba de regresar a la Villa después de un largo viaje por Asia. El examen debía hacerse en ayunas; habíamos convenido en encontrarnos en las primeras horas del día. Me tendí sobre un lecho luego de despojarme del manto y la túnica. Te
evito detalles que te resultarían tan desagradables como a mí mismo, y la descripción del cuerpo de un hombre que envejece y se prepara a morir de hidropesía del corazón. Digamos solamente que tosí, respiré y contuve el aliento conforme a las indicaciones de
Hermógenes, alarmado a pesar suyo por el rápido progreso de la enfermedad, y pronto a descargar el peso de la culpa en el joven Iollas, que me atendió durante su ausencia. Es difícil seguir siendo emperador ante un médico, y también es difícil guardar la calidad de hombre. El ojo de Hermógenes sólo veía en mí un saco de humores, una triste amalgama de linfa y de sangre. Esta mañana pensé por primera vez que mi cuerpo, ese compañero fiel, ese amigo más seguro y mejor conocido que mi alma, no es más que un monstruo solapado que acabará por devorar a su amo. Haya paz… Amo mi cuerpo; me ha servido bien, y de todos modos no le escatimo los cuidados necesarios. Pero ya no cuento, como Hermógenes finge contar, con las virtudes maravillosas de las plantas y el dosaje exacto de las sales minerales que ha ido a buscar a Oriente. Este hombre, tan sutil sin embargo, abundó en vagas fórmulas de aliento, demasiado triviales para engañar a nadie. Sabe muy bien cuánto detesto esta clase de impostura,
pero no en vano ha ejercido la medicina durante más de treinta años. Perdono a este buen servidor su esfuerzo por disimularme la muerte. Hermógenes es sabio, y tiene también la sabiduría de la prudencia; su probidad excede con mucho a la de un vulgar
médico de palacio. Tendré la suerte de ser el mejor atendido de los enfermos. Pero nada puede exceder de los límites prescritos; mis piernas hinchadas ya no me sostienen durante las largas ceremonias romanas; me sofoco; y tengo sesenta años.

Mafalda, de Quino. (Vía | El documentalista enredado)

Un solo español en el top 100 de los intelectuales del mundo

Tuesday, April 22nd, 2008

La revista Foreign Policy  publica un top 100 de los intelectuales de todo mundo. En esa lista sólo hay un español: Fernando Savater.

FP propone que cada lector vote a los que considera cinco intelectuales más importantes. Con ello realizarán un top 20 definitivo.

España está por debajo de países como Ghana, que tiene dos intelectuales en la lista. ¿Tan poco pensamos? ¿O más bien pensamos hacia dentro y nos importa un carajo que nos oigan fuera?¿A que intelectual español echáis de menos en la lista?   Queda el consuelo de creer que esto es sólo una lista.

Frase del día: el destino para el exilio

Wednesday, April 16th, 2008

Arturo Pérez Reverte recibió ayer de la República de Francia la Orden Nacional al Mérito. En la entrega recordó lo que le decía su abuelo : “Arturín, aprende francés, que alguna vez en la vida los españoles siempre tendremos que exiliarnos (…) Es bueno tener un lugar en el cual uno sabe que hay un refugio. Francia sigue siendo un lugar cuya bandera acoge todas las culturas”.

Vía EL PAÍS.

Ya lo dijo Humphrey : “We’ll Always Have Paris”

Una guía escrita por alguien que no estuvo allí

Monday, April 14th, 2008

Una guía es algo útil para un viajero que llega a un sitio por primera vez. Indispensable que lleve un plano del lugar, unas recomendaciones para dónde comer, dormir, qué visitar, y en una escala de precios. Recomendaciones eso sí de gente que se presupone estuvieron allí y conocen bien el lugar. Todo ello lo reúne las guías Lonely Planet. Bueno, no todas las guías Lonely Planet: muchas reúnen sandeces ( “Andalucía es la región menos europea de Europa“, dice la guía dedicada a nuestra sureña comunidad autónoma) y otras, al menos las realizadas por Thomas Kohnstamm, están hechas por gente que no estuvieron en los lugares que recomienda. Así lo confiesa Kohnstamm en el libro Do Travel Writers Go To Hell? ( ‘Van los escritores de guías al infierno?’ en román paladino) que él ha escrito sobre sitios dónde nunca estuvo y que aceptó invitaciones de los locales que luego recomendaba, algo que como es lógico contraviene la política de los editores de las famosas guías.

En su página web Thomas (también puedes hacerte amigo suyo en Facebook y en MySpace) se describe como un “profesional hedonista”, “con una ética cuestionable”…y se fotografía al mando de una avioneta, con la mochila a la espalda, bebiendo una birra y fumando ¿un porro? en una playa que parece situada en el Caribe. Ahora, además, venderá libros, diciendo que no ha sido un profesional. Sí señor: ¡qué le quiten lo bailaoooo! Además si encima te saca NYT en un artículo titulado Un trabajo con viajes pero sin vacaciones, pues ya ríete de todos… Y lo mejor que ahora se hinchará a hacer guías de viaje…tiempo al tiempo…

PS: Yo recomiendo las miniguías de Albert en ChiquiWorld, que es si estuvo allí…

Billetes de dólar con las caras de superhéroes

Sunday, April 13th, 2008

El George Washington se convierte en Spiderman y el Andrew Jackson en un combatiente de Sparta:

Vía | Film, blogging the Reel World

Aniversario Karajan

Saturday, April 5th, 2008

Loas centenarios de los nacimientos de un personaje histórico sirven para que se le dé estopa o se le preste veneración. Hay personajes como Karajan que merece lo uno y lo otro al mismo tiempo.

He disfrutado mucho al Karajan interpretando a Beethoven o Dvorak, compositores de cabecera; son interpretaciones perfectas, ¿quizás por ello artificiales.?”Su hegemonía no dio resquicio a las contradicciones. Aplastó la independencia y la creatividad”, dice Norman Lebrecht en Babelia. Ruíz Mantilla, en el perfil que esboza también en Babelia, recuerda lo que el propio Karajan dijo de su paso por el partido nazi: “Delante tenía ese papel. Se alzaba entre mí y un poder ilimitado, con un presupuesto para la orquesta, tantos conciertos y giras como quisiera. Dije: ‘¡Al diablo!’. Y firmé. Tenía una secretaria, una oficina. Era el paraíso a cambio de, quizás, dar un concierto para ellos de vez en cuando”.

A mi me emociona escuchar el vigor, por ejemplo de la sinfonía número 9, primer movimiento, de Dvorak.

‘El acento’ de Bond

Friday, March 28th, 2008

Una mañana de 1953 el escritor y periodista de fortuna Ian Fleming se despertó convertido en James Bond. Pero, a diferencia de la metamorfosis de Gregor Samsa, la del muy británico Fleming se veía venir. Educado en Eton, pulimentado en la academia militar de Sandhurst, obsesionado con el Foreign Office -donde no fue admitido-, curtido como periodista en Reuters y engolfado con una cuadrilla de colegas escritores afiliados a la disipación -como Noel Coward- era de esperar que fabricara un personaje como 007. Fleming no fue un gran escritor; ni siquiera un buen escritor. Pero no es necesario el talento para construir un personaje de masas, como se decía cuando Umberto Eco empezaba a estudiar los entresijos de la cultura popular. Para crear a James Bond le bastó con sublimar sus carencias. En lugar del rostro franco y bonachón del escritor, calcado de Leslie Howard, Fleming dibujó un atleta de pelo oscuro, sonrisa cruel y una lívida cicatriz; y en vez de un corresponsal fatigado, apareció en sus novelas un asesino despiadado, mujeriego y adicto al martini con vodka y al black jack. Bond estaba hecho.

Seguir leyendo en El hombre que quiso ser Bond, el Acento de EL PAÍS.

El próximo 28 de mayo se cumple 100 años del nacimiento de Ian Fleming, el creador de James Bond, nombre que cogió tomado de un ornitólogo estadounidense. Con los aniversarios siempre coinciden noticias como la subasta de objetos relacionados con el personaje en cuestión, en este caso la subasta de las cartas entre Ian y su Moneypenny.

La Vaquilla para empezar el día

Wednesday, March 26th, 2008

Hace unos días unos amigos nos pusimos a recomendar películas españolas para unos italianos, amigos a su vez de una amiga: El verdugo, El pisito, Plácido, La Vaquilla, La Escopeta Nacional, Belle Epoque o La Lengua de las Mariposas, estaban en la lista, todas ellas de Rafael Azcona, fallecido ayer.

Hoy el día, en lugar de la música de primera hora, Toño ha elegido este fragmento de La Vaquilla, escena mítica de una película mítica sobre la Guerra Civil.

  

Dos recomendaciones:

El guión era un arte, por Carlos Boyero

Rafael, por Elvira Lindo.