Un héroe no nace, se hace. Más bien lo hacen. Es lo que le ha pasado al periodista iraquí Muntadhar Al Zaidi que el domingo le tiró dos zapatos a la cara a Bush. Ese gesto ha sido intepretado en todo el mundo como un auténtico gesto de valentía, heroismo, ya no solo en el mundo árabe.
La heroicidad se mide por el reconocimiento, y el reconocimiento por la reacción de los otros. Los iraquíes han salido a la calle para protestar por la detención del héroe. Pero lo han hecho con zapatos en la mano y pidiendo de paso la salida de las tropas estadounidenses. Ya hablan de que el incidente del zapato a derivado en la revuelta del zapato. Esta tesis señala que los iraquíes — anestesiados o más bien desesperados por la situación — han vuelto a salir a la calle. El gesto del héroe solo ha sido el disparador de todo el nacionalismo que tenían dentro contra los ocupantes.
El reconocimiento ya no solo se mide en las manifestaciones carnales. Ahora, cualquier gesto heróico tiene que ser reconocido en la Red. Pásense por cualquier red social, empezando por Facebook, o Flickr donde puedes mandar la foto con los zapatos que te gustaría tirarle a la cara a Bush . Le podemos añadir también la cantidad de videojuegos en el que puedes tomar partido por la parte que más te resulte simpática: tirarle a Bush unos zapatos, o convertirte en el mismo presidente de los EE UU y ponerte a sortear la lluvia de calzado.
El reconocimiento reclama conocimiento. El periodista héroe ya tiene entradas en distintos idiomas en la Wikipedia. Porque hoy no eres un héroe sino tienes una entrada en la Wikipedia.
El caso de Al Zaidi no es desde luego el primero, ni el último. Además, lo mejor de esta virtualidad es que hasta los anti héroes tienen su reconocimiento: el presunto chorizo francés Jérôme Kerviel, se convirtió en una estrella en miles de grupos por Internet que jaleaban su acción: birarle a su banco unos 5.000 millones de euros.
Pero ¿sirve de algo ser héroe? No lo parece. El hermano del lanzador de zapatos ha denunciado que está ingresado en un hospital tras recibir una buena tunda. Dice que tienen una pierna partida. No podía ser otra parte del cuerpo sino de la que procedía el arma del crimen. Y sigue detenido, pese a la presión de una asociación de abogados árabes que le han recordado al gobierno iraquí y al estadounidense que son los responsables de la salud de detenido.
Las armas del héroe fueron dos zapatos. Son las pruebas del hecho. Pero hay quien las quiere, que espera adorar al fetiche. El ex seleccionador de fútbol iraquí Adnan Hamad ha puesto encima de la mesa 100.000 dólares para quedarse con el calzado. Hamad es otro héroe: llevó a su selección al estrellato al ganar el campeonato de Asia. El héroe pasado quiere el arma del héroe presente, por si tuviera un poder mágico. Suena mitológico. Pero a Hamad le ha salido un duro competidor: dicen que un multimillonario saudi ha ofrecido 10 millones de dólares por los zapatos. De fraguarse la venta, serían los zapatos más caros de la historia.
Pero casi nunca un héroe lo es por unanimidad. Siempre hay alguno que saca la postilla, que cree que el hecho que ha convertido al hombre en héroe es un gesto vil, rastrero, y por tanto que nada tiene que ver con la heroicidad. En este caso quiero resaltar una crítica que viene de cerca: Tariq Alhomayed es editor del periódico saudí Sharq Al Awsat. Por tanto no es un tertuliano de la Fox o del New York Post. Su tesis se la he oído a otros: un periodista no debe de actuar así. Sus armas no son unos zapatos sino la palabra, la pregunta cabrona, pero nunca la violencia. La democracia iraquí le da la posiblidad de usar la palabra, señala. La profesionalidad queda por lo suelos con estos comportamientos se lamenta Alhomayed. Pero se olvida de algo importante: en la democracia iraquí han muerto unos 300 periodistas iraquíes en estos últimos años. Por abrir la boca, nada más y nada menos. Ni una línea en las palabras de Alhomayed para esos héroes tan anónimos como muertos.
A los héroes les persigue el castigo por su acción. Dicen que Al Zaidi le pueden caer entre siete y 15 años de prisión por el gesto heróico. Propongo un post para alguien experto en derecho comparado: ¿qué pena de cárcel le puede caer a un periodista por tirarle unos zapatos a su presidente en una rueda de prensa en España, Francia, EE UU, Reino Unido, Rusia…? Sería divertido ver a los líderes aparecer con casco ante los periodistas, ante la ameneza de una lluvia de zapatos. A veces se lo merecen, pero reconozcamos que no son las formas [Por cierto, la única lesionada por el incidente ha sido Dana Perino, la portavoz de la Casa Blanca, a la cual golpeó en un ojo un micrófono que salió propulsado al recibir el impacto de uno de los zapatos. Ella — que se ve mujer de potingues — no ha usado esta vez maquillaje para taparse el moratón. Que se note la herida de guerra].
Esta construcción del héroe actual no ha acabado. Falta el culmen: una entrevista televisada en la que explique todos los detalles. Espero que no sea tonto y que cobre una buena suma. Después de todo el héroe también tiene que generar algo de envidia.
No tan al margen:
Dan Perino — la portavoz de la Casa Blanca con el ojo morado — se las tuvo que ver con los periodistas sobre el inicidente del zapato. A los periodistas de la Casa Blanca no les hace falta zapatos para hacer daño…