Guerra y Paz

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Moeh Atitar de la Fuente

Periodista, fotógrafo y blogger. Más sobre el autor.

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Las acusaciones de Simon Mann

Moeh Atitar de la Fuente - Thursday 19 de June de 2008

Simon Mann podría pasar perfectamente por un ingeniero, un cooperante o un intelectual que viaja buscando respuestas por Áfica. Nadie diría por su aspecto que nos encontramos ante uno de los mayores merecenarios de la década de los 90. Mann no era solo un antiguo oficial británico de los cuerpos de élite; Mann, junto a su socio Tony Bunckingham, se metieron en negocios en Ángola: el Block 4 fue una de las primeras concesiones, en un lugar que terminó controlando el grupo guerrillero y criminal UNITA, metido en el tráfico de diamantes. Bunckingham tenía que pagar 20.000 dólares al día para seguir sus actividades a este grupúsculo, al que el Ejército angoleño no podía ni toser.

 

Así que Mann contactó con la empresa de mercenarios, Executive Outcomes, y allí empezó el otro negocio : manejar las guerras en el continente africano, para así poder controlar recursos como el petroleo, el diamente, el coltán… La historia la cuenta Robert Young Pleton en su imprescindible libro sobre mercenarios, Licensed to Kill.

Tras varias aventuras empresariales, siempre relacionadas con el mundo mercenario, Mann es detenido en Zimbabue junto a otros 69 mercenarios que iban a bordo de un Boing 727. Además de ser acusados de violar las leyes de inmigración de Zimbabue, se acusa a todos esos hombres de estar preparando un golpe de estado en Guinea Ecuatorial. Allí, otros 18 mercenarios, señalados como avanzadilla, son detenidos.

En Zimbabue, Mann es condenado a siete años .Extraditado a Guinea Ecuatorial, ahora el jefe de los mercenarios se enfrenta a 30 años de prisión. Ayer, en su primera comparecencia ante el tribunal, Mann aseguró que España y Sudáfrica conocían y estaban detrás del intento de golpe de estado. Nada nuevo: es la misma versión que va circulando desde el principio, en la que se asegura que el Gobierno de Aznar estaba involucrado en esta operación para derrocar a Obiang y poner de presidente a Severo Moto, hoy detenido en España acusado de tráfico de armas. El jefe de toda esta maraña, según el propio Mann, el “jefe” de esta operación era un empresario libanés afincado en Londres, que contó con el hijo de Tatcher para montar la operación (en la versión de la BBC de ayer contaban estos dos aspectos. En la actualización de las 8 de la mañana, las alusiones al hijo de Tatcher y a este misterioso libanés, han desapercido).

Sudáfrica ha negado cualquier implicación en el complot, urdido en gran parte en su territorio, que ha sido fuente de mercenarios y base de la retaguardia de estas llamadas empresas de seguridad privada. Algunos señalan que su cooperación se debe a que así consigue el petroleo de la ex colonia española. Van más lejos y aseguran que el país africano desveló toda la trama para ganarse esa confianza.

Con otro gobierno, España niega cualquier vinculación con este plan. Ahora, el acceso a los 2.000 millones de barriles de petroleo que tiene la ex colonia española se intentan conseguir no molestando en exceso a la dictadura guieno ecuatoriana. Mientras Mann seguirá acusando a España, a Sudáfrica y al hijo de Tatcher, pero nunca a su país, el Reino Unido. Todo es posible. Y en este episodio retumba una frase con la que Ramón Lobo terminaba una crónica sobre este asunto: “Simon Mann sólo trabaja para los grandes.”