Calidad. Nada ha cambiado cuantitativamente esta semana en los ataques por parte de piratas somalíes en aguas del Oceáno Índico: más de 200 personas continúan en manos de los piratas; en rescates se calcula que llevan cosechados en lo que va de año más de 30 millones de euros, en una tendencia al alza. Única industria que funciona, escribe Ramón Lobo en El País.
Pero cualitativamente los piratas han ido un poco más allá: el pasado miércoles secuestraban a un carguero con bandera estadounidense; el capitán Richard Phillips (también estadounidense) decidió entonces canjearse por su carguero y tripulación, lanzándose en un bote salvavidas junto a los cuatro piratas. Estos delincuentes entienden el paradigma de todo negocio: a mayor riesgo, mayor ganancia.
Uso de la fuerza. La operación de rescate fue conducida ayer por francotiradores a bordo del destructor Bainbridge, que abatieron a tres de los piratas mientras un cuarto negociaba la liberación. Los piratas demostraron de nuevo que la sesera no les funciona muy bien: un secuestro de un capitán, sin ningún apoyo de otra nave, en un bote salvavidas…Siguen siendo principiantes armados con armas baratas, lanzagranadas, barcazas con motores potentes y un GPS para no perderse mucho, pero que matan y molestan mucho.
El presidente de EE UU había autorizado el uso de la fuerza para poner fin a los secuestradores. El mensaje parece claro: a los estadounidenses no se les secuestra.
Soldados franceses conducen a los piratas en sus propias barcazas de asalto tras la operación de rescate del sábado, que saldó con la muerte del patrón del yate secuestrado y dos de sus captores (más fotografías en The Guardian)
Al modo francés. Puede fijarse EE UU en el ejemplo francés: hace justo un año apresaba a los piratas que secuestraron un yate francés; esta semana el Gobierno se enfrentaba a un episodio similar: otro yate secuestrado por piratas, y una operación de rescate que saldó con la muerte del patrón del buque de recreo (hoy, Le Monde, recoge el agradecimiento del padre del fallecido a los militares franceses). Repetición del mensaje por parte de París: si se secuestra a franceses, tampoco se negocia, se emplea la mano dura. Por si caso, el ministro de Defensa francés pedía a sus ciudadanos que se dejarán de ser aventureros y no navegarán por placer por estas aguas repletas de piratas.
Queda pendiente otro secuestro de un remolcador de bandera estadounidense, pero con tripulación en su mayoría italiana. Solo faltaba una berluscanada en el Índico. Después de estos episodios veremos si los piratas empiezan a distinguir banderas de los buques antes de decidir atacarlos.
Hipocresía mediática. ¿Y quiénes son esas más de 200 personas que están ahora en manos de delincuentes marinos? En su mayor parte son tripulantes de países que no tienen una Marina para rescatar a sus ciudadanos. El grueso de esos capturados en alta mar son filipinos (más de 90). “Los periodistas han venido aquí de todos los lados del mundo por un capitán americano ¿Qué pasa con los otros, los de Bangladesh, los de Pakistan, los de filipinas, algunos de los cuales lleven presos meses?”: la queja es de Andrew Mwangura del Programa de Asistencia del Africa Oriental.
Titulares y debates. A golpe de titulares se reabren debates. Tras el secuestro del yate francés en 2008, Sarkozy impulsó una acción internacional coordinada para patrullar el inmenso Índico: EE UU, la misma Francia, España ( ahora al mando del dispositivo), Alemania….participan en este dispositivo de seguridad que de escaso efecto disuasorio: los piratas son cada vez más osados: roban cargueros llenos de armamento procedente de Rusia, superpetroleros y hasta un capitán estadounidense. El dispositivo hace cosquillas a los piratas, salvo si se tocan a ciudadanos de ‘países de primera’.
El almirante Thad Allen, al mando de los Guarda Costas estadounidenses, pedía en el programa This Week de la ABC, una mayor coordinación internacional para llevar a los piratas capturados ante los tribunales. Cooperación internacional judicial en boca de un estadounidense.
El debate tras este episodio puede situarse en un viejo dilema: ¿se debería permitir a los buques comerciales llevar armas a bordo para repeler ataques? De momento la falta de una regulación internacional única hace impracticable armar a los buques, además de lo reacio que se muestran los propios armadores que ven una inseguridad en si misma armar a un buque comercial.
Retórica pirata o algo más. “Los franceses y los americanos se arrepentirán de haber empezado estas muertes. Nosotros no matamos, pero solo tomamos rescates. Debemos hacer algo a cualquiera que veamos como francés o americano”, dicen en tono de venganza piratas colegas de los tres fallecidos. Puede que el uso de la fuerza resulten al final contraproducente; pero toda esta historia no se resuelve enviando más buques de guerra a la zona. Se soluciona prestando atención a lo que pasa en tierra: Somalia es un país destrozado, fragmentado, dividido en clanes, con una presencia islamista con más músculo tras la intervención etíope (con el apoyo de EE UU en tiempos de Bush) que terminó tras dos años casi peor de lo que empezó.
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