Robert Denard murió el pasado sábado a los 78 años en su cama . El Alhzeimer que le fue diagnosticado hace unos años, borró parte de sus memorias de guerra. Porque el comandante Bob, el Viejo Bob o Said Mustapha Mahdjoub (todos ellos apodos de guerra, sin contar con los numerosos nombre falsos que usó) vivió de la guerra y para la guerra: Denard era un dog of war, un perro de guerra, un mercenario, que sirvió como inspiración para el personaje de Forsyth, Cat Shannon.
En su ficha de combate cuenta con numerosos golpes de Estado en el continente africano y la península Arábiga, con intervenciones en Zimbabwe (la antigua Rodhesia), Nigeria, Benin, Yemen, Angola, Gabon, el antiguo Zaire, un largo etcétera y sobre todo Comoras.
El viejo Bob nació en Francia en 1929. Su padre era un militar que desarrolló su carrera en las colonias. Con 16 años, se unió a la resistencia durante la II Guerra Mundial; luego Denard se fue como voluntario a Indochina, a luchar contra el comunismo, su primera batalla, porque él se declaraba ante todo anticomunista.
Hasta 1952 estuvo enrolado en el ejército francés; luego se trasladó a Marruecos, formando parte de la Policía del protectarado hasta la independecia del país. Denard dejaba los uniformes y se convertía en un perro de guerra.
El comandante Bob vivió en los procesos de descolonización, en plena Guerra Fría. Había que parar al comunismo en África, y mantener los intereses de Francia, pero respetando siempre las apariencias de no ingerencia. Para eso les services de renseignement tenía a tipos como Denard.
Si hubo un destino y un objetivo predilecto para el viejo Bob ese era Comoras. Hasta cinco golpes de Estado protagonizó Denard y sus chicos en el pequeño país desde 1975.
En 1995, el comandante Bob, salió de su retiro, y al frente de un grupo de treinta combatientes (todos ellos europeos), derrocó al presidente Said Mohamed Yoharr. Bob y sus chicos (sobre todo Dominique Malacrino) saltaron a las páginas de todos los periódicos.
Yohar, a quien Bob había llevado al poder tras asesinar en 1989 al anterior presidente (también ayudado por Denard, con guardia pretoriana incluída), fue hecho prisionero. Era el aparante seguro del comandante, ya que, pese a que todo señalaba que detrás del golpe estaban los servicios secretos galos, Francia se lavó las manos y decidió intervenir, enviando a 1.000 efectivos a los que Denard y sus chicos se rindieron. “No comprendo lo que ha pasado. Seguramente me neutralizarán para que no hable. Tengo enfrente, como enemigos, a compañeros de armas. Estoy descorazonado. Los servicios secretos no están envueltos en esto. Por eso se ha formado este lío”, decía Denard en declaraciones recogidas por El País el 5 de octubre de 1995.
Francia mandó al presidente Yohar al exterior para que se recuperara del susto, pero luego no le dejó volver. Denard había cumplido su misión, en el siempre teatro de falsedades y apariencias.
En febrero del 2006, el teatro de las apariencias llegaba a los tribunales: Denard, ya enfermo, era juzgado en Absentia por este último golpe de Estado. La sentencia se conoció el pasado mes de julio: cuatro años de prisión que nunca iba a cumplir. En proceso, con documentos, entrevistas y demás, en Comores95.