“Nos hemos reunido hoy para conmemorar a una comunidad milinaria, sus problemas y su futuro. Es una comunidad milenaria, sus problema y su futuro. Es una comunidad de tradición moral, que en momentos de tribulación demostró siempre su fortaleza y su amor a la vida. De ella han salido hombres que encarnaron la conciencia del mundo occidental, y que difundieron la dignidad humana y la justicia.
Mientras esta comunidad nos importe, se perpetuará para la salud de la humanidad, aunque su organización no sea formal. Hace algunas décadas hombres de claro entendimiento, como Herzl, pensaron que teníams necesidad de un centro espiritual desde el cual mantener el sentimeinto de solidaridad en los tiempos más difíciles. De allí surgió la idea sionista y la obra de asentarse en Palestina, cuya realización, o al menos cuyo prometedor comienzo está ante los ojos.
He visto con satisfacción y alegría hasta que punto ella contribuye al saneamiento del pueblo judía. Minoritario dentro de las naciones que habita, éste está expuesto no solo a las dificultades externas sino a peligros íntimos de tipo psicológico.
Durante los últimos años la obra de construcción conoció una crisis que pesó gravemente sobre todos, y todavía no ha sido superada. Pero las últimas noticias demuestan que el mundo, y en particular el gobierno inglés, están dispuestos a reconocer lo que significa nuestra meta sionista. En este mismo momento, tenemos un pensamiento de gratitud hacia Weizmann, que ha permitido el éxito de la causa por una devoción y una prudencia totales.
Las dificultades tuvieron también consecuencias benéficas. Han ratificado el poder de los lazos que unen a los judíos de todos los países, sobre todo en cuanto concierne a nuestro destino. Han aclarado nuestro modo de ver el problema palestino, limpiándolo de las impurezas de una ideología nacionalista. Quedó claramente proclamado que nuestro objetivo no es la creación de una comunidad política, sino que conforme a la tradición del judaísmo, es una meta cultural en el sentido más amplío de la palabra. Para lograrlo debemos resolver con nobleza, abierta y dignamente, el problema de la convivencia con el pueblo hermano de los árabes. Es la ocasión de probar lo aprendido a través de milenios en nuestro dificultoso pasado. Si descubrimos el recto camino triunfaremos, y podremos dar un bello ejemplo a todos los pueblos.
Lo que hacemos por Palestina lo hacemos también por la dignidad y la moral de todo el pueblo judío.
(…)
Especial atención merecen nuestras relaciones con el pueblo árabe. Fomentándolas podremos evitar en el futuro la formación de tensiones peligrosas, que podrán ser utilizadas para provocar ataques de nuestros enemigos. Es una meta fácil de alcanzar ya que nuestra tarea se ha encarado de modo que favorezca también a los árabes.”
Albert Einstein, de un discurso pronunciado en Londres, en algún momento antes de la creación del estado de Israel. Recogido en Mi visión del Mundo, editado por Tusquets. Las negritas son mías.