El domingo solo asistí a la primera sesión; el despropósito nos hizo saltar de las sillas a
Cosas de la Diplomacia y a mí: “Lo que ocurrió el 7 de julio en Londres no es terrorismo, si hablamos de terrorismo debemos hablar de Irak”, dijo uno de los asistentes.
Antes el debate se había centrado en unas conclusiones previamente redactadas, que no sé cómo habrán quedado. De allí se saltó al
eslogan (grito de guerra), y se decidió usar el “we’re not afraid”, con lo que se vendió el proyecto ya establecido. Pero también estaba allí gente más lúcida: “a mi no me gusta esa frase, porque no sé ustedes, yo entiendo que haya gente que tenga miedo cada vez que se suba a un avión”, dijo el representante de
las victimas del 11 de septiembre, gente centrada en su misión, y que demostraron lo que hacían por las víctimas. No sé como se debieron de sentir ellos al escuchar que el terrorismo es lo que hay en Bagdad.
Se propuso una sola palabra, en árabe preferiblemente; como si fuera espontáneo, se propuso la palabra
Sawa; pegué otro salto que casi me doy con el techo: proponían usar la misma palabra que había tomado la radio de los EE.UU. para proyectarse sobre el mundo árabe,
Radio Sawa. Menos mal que alguien corrigió el despropósito, y me sorprendió que tanto LSE no hubiera caído antes.
Había empezado bien la cosa, usando lo de Ciudadanos en contra del terror, pero luego derivo en lo que derivo. David (el título lo dice todo:
CAT:cómo hacer mal una gran idea)y
Paco lo resumen de manera genial. Entenderéis el puzle leyéndolos a ellos.
Salvo David y Narcis Serra, nadie se refirió a la tregua de ETA. Los medios de comunicación, escasos y solo españoles (¿será para no airearlo demasiado?) preguntaban a David, el único que atendía a los periodistas, puesto que era el único español, sobre la tregua y qué se decía en el encuentro: “Nada, respondía David, porque no han traído a nadie experto en el terrorismo de ETA”.
La perspectiva era solo británica; solo salía las voces de Yuri Dzhibladze (representante de Centre for the Development of Democracy and Human Rights), y de Kumi Naidoo, representante de
CIVICUS, que recordaba que cada día en África había dos 11 de septiembre. Ni se les ocurrió traer a asociaciones españolas de víctimas, ni a expertos en terrorismo españoles; era todo legitimar una idea ya previamente construida.
El problema del terror es global. Exige integrar la mayoría de perspectivas que existen; todas sería imposible, pero desde luego con una estrechez de miras tan grande no se llega lejos. Espero que de ello se den cuenta.
De todo esto se aprende, y se conoce a gente encantadora, como las personas que trabajan en el
CIDOB (Berta, Rosa y Alex) espléndidos anfitriones y a los organizadores británicos, encantadores en el trato personal. Conoces a
gente con la que compartes nuevos proyectos, y que solo conocías por el Skype. Incluso conoces a activistas como la casi periodista Salima Ahmadou, del Foro Marroquí para las Alternativas, o a Asia Mishina, del Centre for the Development of Democracy and Human Rights. Y desde luego la compañía, las charlas y el viaje con
María,
Iman y
David.