DiCaprio lleva dos películas seguidas sorprendiéndome. Aquí borda el papel ,salvo por el guión y el director que alargan demasiado ciertas escenas lacrimógenas, tal vez para compensar por el metraje salpicado de sangre y alguna que otra amputación. Su compañero de reparto, Djimon Hounsou, le va a la par. Por si fuera poco nos ponen a unos imponentes ojos azules –
Jennifer Connelly – haciendo de periodista.
La película está ambientada en la guerra de Sierra Leona, año 1999, donde el donante fue precisamente el control de las minas diamantes, con protagonismo de mercenarios extranjeros y combatientes sin escrúpulos que dejaron un país con miles de amputados a golpe de machetes.
Diamantes de sangre es una película en la línea de Syriana o el Señor de la Guerra, ese cine que pretende mover algo conciencias, mostrando lo más podrido de lo que consumios y en parte somos. Sin embargo, Diamantes de sangre quiere dejar claro quienes son los malos desde el principio, dos personajes que se mueven en la City londinense, que solo desfilan al principio y al final de la cinta. Es curioso, pero tras ver tanta muerte y destrucción, el castigo que se llevan los malos malísimos es un escarnio público – reportaje periodístico mediante – y consabidas protestas de grupos con estética antiglobalización a las puertas de sus empresas. El espectador tiene que quedarse conforme con esta justicia tan asimétrica, y sale del cine pensando que los malos malísimos se han llevado la peor pena para ellos: el descrédito público. Nos autoabsolvemos, porque resulta que al final nadie compra diamantes, ni su coche usa gasolina ni su PC necesita un mineral que solo se encuentra en determinadas regiones de África que da la casualidad que es donde más guerras hay. Lo mismo harán las actrices que luzcan preciosos diamantes en sus cuellos, la noche de los Oscar, donde Di Caprio ha sido nominado por su interpretación de traficante de diamantes y soldado de fortuna.
Toca la película muy de lleno el tema de los niños soldados, esos pífanos del siglo XXI al que aquí me refería tan solo hace unas horas. El proceso de captación y adiestramiento es simplemente estremecedor.
Hay escena que no me resisto a contar: los dos protagonistas entran a un poblado que acaba de ser arrasado por los rebeldes y entablan conversación con un anciano desquiciado que se ha salvado de la jauría. El anciano, en medio de un país asolado y destruido, suelta una frase brillante: “si encuentran petróleo aquí, entonces si que estaremos perdidos.”
Enlaces de interés:
Entrevista a DiCaprio en La Vanguardia
Documental sobre la posguerra en Sierra Leona, siguiendo al fotógrafo Pep Bonet