Guerra y Paz

autor

Moeh Atitar de la Fuente

Periodista, fotógrafo y blogger. Más sobre el autor.

  • January 2007
    M T W T F S S
    1234567
    891011121314
    15161718192021
    22232425262728
    293031  
  • Buscar

  • CATEGORÍAS


  • ARCHIVO





  • ADMINISTRACIÓN

  • Instagram
  • Twitter

Ha muerto un maestro, ha muerto Kapuscinski

Moeh Atitar de la Fuente - Wednesday 24 de January de 2007

Recuerdos que Los cínicos no sirven para este oficio fue el primer libro serio que me compré de, sobre y para el periodismo. Estaba en primero de carrera, con todo lo bueno y malo que conlleva. Escuché hablar de él en la cafetería, a dos compañeros aparentemente mayores, que les había tocado leerse La guerra del fútbol; anoté en mi cabeza ese extraño nombre, y me fui corriendo a la librería de la primera planta. No tenía La guerra del fútbol, pero me ofreció otra de sus joyas : Los cínicos no sirven para este oficio. Hoy tengo otro ejemplar, porque ese no volvió tras ser prestado.
Me enganché a Kapuscinski, y cayeron en mis manos Ébano, una auténtica delicia y, hace bien poco, La Guerra del fútbol, además de alguna columna en prensa que hoy tengo medio perdidas por alguna caja o clasificador. Su literatura de viaje, sus reportajes, estaban llenos de una inocencia a la vez suspicaz, que quizá fue lo que le salavó de salir ileso de tantas guerras a las que asistió.
No creo que haya que encubrar a nadie a los olimpos de una profesión, salvo a aquellos que con su ejemplo nos han ayudado a creer y crecer en la profesión y a intentar hacerlo lo mejor posible. Kapuscinski y Robert Fisk, desde perspectivas y por razones distintas, son para mi esos pocos ejemplos, esos faros que todo el mundo busca cuando empieza en una profesión.
Pero ya está bien de que escriba yo, que solo digo necedades. Les dejo con el maestro Kapu?ci?ski, en una reflexión sobre lo que es ser periodista:

En nuestro oficio hay algunos elementos especificos muy importantes.
El primer elemento es una cierta disposición a aceptar el sacrificio de una parte de nosotros mismos. Es ésta una profesión muy exigente. Todas lo son, pero la nuestra de manera particular. El motivo es que nosotros convivios con ella veinticuatro horas al día. No podemos cerrar nuestra oficina a las cuatro de la tarde y ocuparnos de otras actividades. Éste es un trabajo que ocupa nuestra vida, no hay otro modo de ejercitarlo. O, al menos, de hacerlo de un modo perfecto.
Hay que decir, naturalmente, que puede desempeñarse de forma plena en dos niveles muy distintos.
A nivel artesanal, como sucede en el noventa por ciento de los periodistas, no se diferencia en nada del trabajo común de un zapatero o de un jardinero. Es el nivel más bajo.
Pero luego hay un nivel más elevado, que es el más creativo: es aquel en que, en el trabajo, ponemos un poco de nuestra individualidad y de nuestras ambiciones. Y eso requiere verdaderamente toda nuestra alma, nuestra dedicación, nuestro tiempo.
El segundo elemento de nuestra profesión es la constante profundización en nuestros conocimientos. Hay profesión para las que, normalmente, se va a la universidad, se obtiene un diploma y ahí acaba el estudio. Durante el resto de la vida se debe, simplemente, administrar lo que se ha aprendido. En el periodismo, en cambio, la actualización y el estudio constantes son la condición sine qua non. Nuestro trabajo consiste en investigar y describir el mundo contemporáneo, que está en un cambio continuo, profundo, dinámico y revolucionario. Día tras día, tenemos que estar pendientes de todo esto y en condiciones de prever el futuro. Por es necesario estudiar y aprender constantemente. Tengo muchos amigos de una gran calidad junto a los que empecé a ejercer el periodismo y que a los pocos años desaparecieron en la nada. Creían mucho en sus dotes naturales, pero esas capacidades se agotan en poco tiempo; de manera que se quedaron sin recursos y dejaron de trabajar.
Hay una tercera cualidad importante nuestra profesión, y es la de no considerarla como un medio para hacerse rico. Para eso ya hay otras profesiones que permiten ganar mucho más y más rápidamente. Al empezar, el periodismo no da muchos frutos. De hecho, casi todos los periodistas principiantes son gente pobre y durante bastantes años no gozan de una situación económica muy boyante. Se trata de una profesión con una precisa estructura feudal: se sube de nivel solo con la edad y se requiere mucho tiempo. Podemos encontrar muchos periodistas jóvenes llenos de frustraciones, porque trabajan mucho por un salario muy bajo, luego pierden su empleo y a lo mejor no consiguen encontrar otro. Todo eso forma parte de nuestra profesión. Por tanto, tened paciencia y trabajad. Nuestro lectores, oyentes, telespectadores son personas muy justas, que reconocen la calidad de nuestro trabajo y, con la misma rapidez, empiezan a asociarla a nuestro nombre; saben que de ese nombre van a recibir un buen producto. Ése es el momento en que se convierte uno en periodista estable. No será nuestro director quien lo decida, sino nuestros lectores.
Para llegar hasta aquí, sin embargo, son necearías esas cualidades de las que he hablado al principio: sacrificio y estudio.

Post de: Rosa, Alfanhui y Daniel tres compañeros de profesión de Kapuscinski.
Descanse en paz Ryszard Kapu?ci?ski.