Las tropas de la OTAN desplegadas en Afganistán han sufrido dos ataques consecutivos bastante serios en las últimas 48 horas. Y se han producido en la retaguardia, donde un ejército no puede fallar: los talibanes han atacado camiones apostados en Pakistán con aprovisionamiento para las fuerzas de la ISAF y de EE UU desplegadas en Afganistán, que entran a través del paso de Khyber.
La historia le da al hombre lecciones que se empeña en no aprender: los británicos sufrieron constantes ataques en este valle en las tres guerras de invasión a Afganistán durante finales el siglo XIX y principios del XX desde el territorio británico indio. Durante la invasión soviética, el paso fue clave para hacer llegar refuerzos a los mujahidenes, primero contra los rusos, luego contra el gobierno de Najibullah.
Camiones calcinados tras el ataque talibán en territorio paquistaní. 150 vehículos Humvee fueron destruidos. Las tropas desplegadas en Afganistán dependen del exterior hasta para abastecerse de combustible.
Los ataques han sido minimizados desde Washington, aunque los datos hablan por si solos: en la actualidad el 75% de los suministros de las fuerzas desplegadas en Afganistán llegan a través de éste paso: primero llegan a Pakistán por el Índico al puerto de Karachi. De allí, los suministras llegan por carretera hasta Peshawar, cerca de donde se han producido estos ataques.
El ataque no puede llegar en peor momento: antes de la llegada del general invierno, que juega a favor de los talibanes, ya que la llegada de suministros se hace más difícil. Estos dos ataque vienen un mes antes de que EE UU comience a desplegar unos 3.500 efectivos, avanzadilla para dar respuesta a la presencia de los talibanes en las rutas que unen la capital Kabul con las principales ciudades afganas. La destrucción de suministros puede poner en riesgo el aumento de tropas que quiere llevar a cabo el presidente electo Barack Obama. Con estos ataques los talibanes pretenden así cortar la ruta más barata poco antes de que comience el gran despliegue. Se calcula que el aumento de tropas en Afganistán necesita el transporte de 70.000 contenedores con suministros al año.
Hay quien intenta hacer paralelismos entre el éxito del aumento de las tropas de EE UU en Irak — conocido como the surge — y éste despliegue que está aún por llegar. En muchos extremos la situación difiere, pero en el tema del abastecimiento es diametral : EE UU ha podido contar con los suministros llegados a Irak a través de Kuwait sin ningún tipo de problema considerable. La situación, como vemos, no pinta igual en Afganistán.
Las otras alternativas que está estudiando la OTAN para hacer llegar estos contenedores según The Guardian son las rutas a través de Turkmenistan, Uzbekistan y Tajikistan, que elevarían sin duda el precio de este despliegue, sumado a acuerdos con Rusia . El coste se incrementaría de igual manera si se apuesta por el aprovisionamiento aéreo, teniendo además en cuenta que pocas bases afganas tienen pistas de aterrizaje preparadas para aviones de transporte como los C-130, según un artículo publicado en Army Logistician, que da bastantes pistas sobre como se puede combinar distintas opciones.
Pero no solo las armas, los vehículos militares y demás logística es la que se ha visto amenezada por estos dos ataques: la ONU ha decido suspender el paso de ayuda humanitaria por este paso. La falta de ayuda humanitaria junto a los bombardeos de la OTAN en la que liquidan a inocentes puede ser el mejor combustible para el movimiento de los talibanes, que según un reciente informe están presentes en más del 70% del territorio . Y, sin más tropas sobre el terreno, la única opción que le queda a la tropas de la OTAN son esos nefastos bombardeos en los que fallan y matan a inocentes más que otra cosa, con lo que se cierra el círculo: más combustible para los talibanes.
Cualquier solución al problema de Aganistán no puede ser solo militar, porque está destinado al fracaso. Como en el Gran Juego. Si en el siglo XIX era una partida de dos — los imperios británico y ruso –, hoy se ha convertido en una liga donde juegan muchos. Tal y como señalan Barnett R. Rubin y Ahmed Rashid en Del Gran Juego al Gran Acuerdo , lo imperativo es conciliar los intereses de todos los países fronterizos, pero especialmente de Pakistan y la India. Islamabad ve con recelo el aumento de la influencia india en Afganistán, y, jugando con un boomerang que se empieza a volver contra él, no ha cortado el paso a una insurgencia talibán en su propio territorio. Y Nueva Delhi pretende desplazar a Pakistán de una zona de influencia que éste considera propia. Los dos países actúan en Afganistán para arrinconar al otro en sus conflictos fronterizos jamás resueltos.
Puede que Afganistán mejore cuando la India y Pakistán comiencen a entenderse. Ese es el gran reto.