El factor barba, por Wojciech Jagielski
Moeh Atitar de la Fuente - Sunday 29 de March de 2009
Es curioso que, en cuanto estalla una revolución, los hombres dejan de afeitarse. No es solo cuestión de comodidad o que lo impongan las condiciones. En los ejércitos regulares, los soldados se afeitan incluso en el frente; los guerrilleros nunca, o raramente. La barba es un símbolo de la revolución. Suele ocurrir que los defensores del viejo orden van perfectamente afeitados mientras que os rebeldes se dejan barba. Larga o corta, la barba en el rostro del guerrillero constituye una especie de mensaje, el cual viene a decir que en ese momento solo importa la lucha, la causa, y que concentra todas sus energías en un objetivo de rango superior. Todo lo demás ha de quedar a un lado.
La barba de Dzhaba Ioseliani era para mí el barómetro de la atmósfera política de Georgia. La cara bien afeitada de Dzhaba significaba que la situación se encontraba relativamente estable; pero cuando se dejaba ver con su barba canosa creciendo en las mejillas, entonces uno podía tranquilamente escribir en las crónicas que en Georgia se avecinaba una nueva guerra.
Wojciech Jagielski es un corresponsal de guerra polaco que trabaja para el Gazeta Wyborcza (lástima no entender polaco). Éste fragmento pertenece al libro Un buen lugar para morir. Historias de Cáucaso (Editorial Debate), prologado por Ryszard Kapuscinski, de quien hereda la tradición del corresponsal que cuenta lo que ve, pero que , a mi juicio, le llega a superar. En español sólo hay dos libros traducidos: éste aquí recogido, y Una oración por la lluvia. Historias de Afganistán. La estructura y el estilo es muy parecido en ambos libros: a partir de historias cotidianas de personajes (con trascendencia histórica o sin ella), explica el contexto de conflictos difíciles de explicar. No renuncia a la Historía con mayúscula, pero el objetivo son siempre las personas.