Guerra y Paz

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Moeh Atitar de la Fuente

Periodista, fotógrafo y blogger. Más sobre el autor.

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Reino Unido – Irán: repaso a la crisis de los 15 marines

Moeh Atitar de la Fuente - Thursday 5 de April de 2007

Este post pretende ser un repaso de los 13 días de crisis entre Reino Unido y Irán, tras el apresamiento de 15 marines de la Royal Navy por parte de Guardianes de la Revolución iraní. El repaso – o cronología no exhaustiva – se centra sobre todo en el aspecto mediático. Quien pretenda encontrar un post breve, tal y cómo mandan los cánones, siento defraudarle.

Los marines británicos despidiéndose en el palacio presidencial en Irán

“Al pueblo iraní -continuó- le diré simplemente esto: No os guardamos ningún rencor. Por el contrario, respetamos a Irán como una civilización antigua y como una nación con una historia orgullosa y digna.
“Los desacuerdos que tengamos con vuestro Gobierno, deseamos resolverlos de manera pacífica, mediante el diálogo”.

Estas palabras fueron pronunciadas ayer por el Premier británico, Tony Blair, dando por zanjada la crisis de 13 días que enfrentaba a Londres y Teherán por el apresamiento de 15 marines británicos que pertencían a la tripulación del HMS Cornwall.

La crisis ha tenido una vertiente diplomática, donde el secretismo y los contactos a todos los niveles – con intermediarios de terceros países – han tenido lugar. No podemos ir más allá en esta vertiente que, sin duda, es la más apasionante.

Sin embargo, esta crisis ha tenido una vertiente mediática. Ya sosteníamos en este espacio que Irán y los que se oponen a su plan atómico mantenían un diálogo a través de los medios. Podemos interpretar esta crisis conclusa como una continuación de la misma.

Irán ha usado de forma medida a los 15 marines, acelerando y frenando los tiempos de la crisis usando lo que tenía para hacer ruido: la televisión.

El apresamiento tuvo lugar el 23 de marzo por parte de unidades de Sepah-e Pasdaran, guardianes de la Revolución Islámica de Irán, un cuerpo militar, con sus tres armas y estructura separada del ejército iraní, lo que implicaba ya un mensaje en sí mismo.

El 23 de marzo no era una fecha baladí: al día siguiente, el Consejo de Seguridad se reunía para imponer nuevas sancione a Irán por la persistencia en mantener sus pretensiones nucleares. Ahmadinejad, presidente iraní, solicitó visado a EE.UU para asistir a la reunión de Nueva York. Posiblemente buscaba que Washington le denegara el visado, pero con los 15 marines en Irán, montar ese ruido ya no era necesario, y anunció que no acudía a la reunión, donde se le impusieron finalmente nuevas naciones.

El Reino Unido sitúo la crisis en un plano diplomático: “Estamos tratando este asunto con las autoridades iraníes al más alto nivel y, siguiendo las instrucciones de la ministra de Exteriores, el embajador iraní ha sido convocado al Ministerio de Exteriores”, decía un comunicado hecho público por el Foreign & Commonwealth Office.

El primer mensaje de Irán, va a ser un constante en la crisis: “Estaban en aguas iraníes”. Lo sorprendente es que quien se adelanta a la estrategia iraní es Estados Unidos, a través de un portavoz de la Quinta Flota. Razones: contrarrestar y adelantarse a lo que, sin duda, iba a decir Irán.

Teherán solo tenía que confirmarlo: “los marines han confesado que entraron en aguas iraníes”, creando una gran expectación mediática, y usando el término interrogatorio, algo que no transmite precisamente mucha serenidad. “Los militares británicos están siendo actualmente interrogados y deben aclarar si han entrado voluntariamente o por error en las aguas territoriales iraníes. Cuando esto se aclare tomaremos una decisión”, era la respuesta de Irán, en boca del viceministro de Asuntos Exteriores.

Con las nuevas sanciones, Teherán anunciaba que limitaba la colaboración de con el Organismo Internacional de Energía Atómica. Blair, por su parte hacía la primera declaración con respecto a los 15 marines: “Esta es una situación muy grave y no hay duda de que todas estas personas fueron capturadas de un barco (que estaba) en aguas iraquíes (…) Espero que el Gobierno iraní entienda lo fundamental que es este asunto para nosotros”. Blair había tardado 48 horas en hacer declaraciones, y eligió un escenario europeo – las declaraciones las hizo en Berlín mientras los mandatarios europeos celebrar el 50 aniversario del tratado de Roma – para arrancar el apoyo, lógico y esperado de la UE.

El martes, los medios se fijaban en un aspecto sensiblero de la crisis, sin duda promovido por Londres: entre los 15 marines había una mujer, madre de un hijo. La fotografía de la soldado Faye Turney dio la vuelta al mundo. En paralelo, Blair amenazaba con sutiles palabras, pero sin amenazas directas: “Nuestra principal preocupación es su bienestar (la de los militares) y que se les deje en libertad tan pronto como sea posible (…) el Gobierno iraní tiene que entender que esta gente debe ser liberada y que no hay justificación alguna para retenerlos (…) Espero que (Irán) se dé cuenta de que tiene que ponerlos en libertad. Si no, entonces pasaremos a una nueva fase“. Londres, además, intentaba contrarrestar la tesis iraní haciendo públicas unas fotos en las que aseguraba probar que estaban en aguas iraquíes.

Irán respondía de manera magistral: anunciaba que iba a liberar a la mujer, para luego mostrarla en un vídeo donde confesaba que habían sido apresados en aguas iraníes. Si Londres usaba mediáticamente a la marine para presionar a Teherán, este hacía lo mismo pero para contrarrestar las tesis de su rival en la crisis.

Si las imágenes valen más que mil palabras, Irán tampoco iba a denostar las palabras: durante la crisis hizo públicas tres cartas de la marine, ya convertida en el rostro humano de la crisis, en las que aseguraba que habían entrado en aguas iraníes, y luego reconocía que los iraníes les trataban muy bien. Irán se ha afanado precisamente en mostrar su lado humano, y lo más seguro es que trataran de manera exquisita a sus “huéspedes”. De hecho llegó a decir que permitiría la visita de una delegación británica para que visitara a los marines.

En la segunda de ellas, la marine – o tal vez lo que los iraníes que le dictaban – le daba un buen revés a Blair: “¿No es hora de que empecemos a retirar nuestras fuerzas de Irak y les dejemos determinar su propio futuro?, para añadir: “Los iraníes son amables, considerados, cariñosos, compasivos y muy hospitalarios (…) A pesar de que hemos obrado mal, ellos (los iraníes) nos han tratado bien y humanamente, por lo que estoy y estaré siempre eternamente agradecida”.

Si todo eran buenas palabras y buenos gestos, hacia el interior, Teherán mandaba un mensaje distinto: un grupo de manifestantes pedía frente al ministerio de Asuntos Exteriores iraní la ejecución de los espías. Sin dejar de ser para consumo interno, también mandaba el mensaje a Londres: “Londres tiene que pedir perdón”.

Después de una semana de crisis, Irán viraba y retiraba la oferta de liberar a la marine, por una “actitud incorrecta” de Reino Unido, al tiempo que el embajador iraní en Rusia aseguraba que los marines podía ser juzgados. Quizá sea este momento el álgido en la crisis. La reacción de Reino Unido era contundente, tildando los vídeos de propagandísticos, y recibiendo el apoyo de la UE.

Los dos países mantenían una comunicación epistolar, mediante notas diplomáticas, instrumento que sigue siendo usado, pese a que suena anacrónico.

¿Y la opinión pública que opinaba de la crisis? El 26 % de los votantes se inclinaba a que Reino Unido pidiera perdón por violar las aguas iraníes, cantidad significativa que muestra la eficacia de los mensajes lanzados desde Teherán y el uso propagandístico de los 15 marines.

Nos acercamos a las últimas 48 horas de la crisis, en las que Irán permaneció con su estrategia de mostrar a los marines confesando.

“No estamos buscando un enfrentamiento sobre esto, y de hecho lo más importante es traerles a casa sanos y salvos, y si quieren resolver esto de un modo diplomático, la puerta está abierta (…)Las próximas 48 horas serán bastante decisivas”, declaraba Blair 24 horas antes de que la crisis fuera resuelta. Podemos interpretar, sin arriesgo de equivocarnos mucho y a toro bien pasado, que Blair preparaba a la opinión pública para la liberación, mientras que, de nuevo, Irán usaban lo que le había servido – mostrar nuevas imágenes de los cautivos – , y se mostraba conciliador recalcando que la solución pasaba por una disculpa de Londres. Las dos partes, apostaban por tanto por una solución diplomática y hablaban del mismo modo.

La traca final la iba a protagonizar Ahmadineyad, que primero condecoraba a los guardias de la Revolución que habían apresado a los marines, para luego anunciar en rueda de prensa que iba a liberarlos ese mismo día como “regalo al pueblo británico”.

Pero Ahmadineyad no iba a dejar de hacerse unas cuantas fotos con los 15 marines sonrientes despidiéndose de él a las puertas del palacio presidencial, y con entrega de regalos en el aeropuerto. Solo faltaba un “volved cuando queráis”.

Y así se cierra este repaso de esta crisis con las declaraciones de Blair con las que habría el post.

Quizá haya nuevos episodios, como la revelación hecha por la cadena británica Skynews, que acompañó a la misma tripulación cinco días antes de su apresamiento, y a la que el Capitán Chris Air aseguró que su misión era espiar las actividades iraníes.

De momento nos quedamos con lo que el Reino Unido no termina de repetir: “no ha habido trato con Irán“. Por su parte, Irán asegura que Reino Unido se disculpó en una carta enviada el martes.

No sabemos qué ha conseguido Irán a cambio de la liberación; quizá la liberación del diplomático iraní apresado en Iraq hace dos meses; posiblemente lavar algo su imagen; o tal vez un contacto más fluido con Reino Unido para resolver la gran crisis: el desafío nuclear iraní.