Japón y los crímenes sexuales de la II Guerra Mundial
Moeh Atitar de la Fuente - Wednesday 7 de March de 2007
El primer ministro japonés, Shinzo Abe, ha asegurado que Japón no va a volver a pedir perdón por estas prácticas del pasado. Se calcula que unas 200.000 mujeres fueron explotadas sexualmente por Japón durante la Segunda Guerra Mundial.
Un informe sobre estas prácticas
Esa explotación fue sufrida básicamente por ciudadanas chinas y coreanas. Fue una explotación sistemática, pensada y reglada. Algunas de las llamadas “chicas de confort” trabajaban ya en el mundo de la prostitución, y las mafias hicieron su “agosto” con la presencia del ejército japonés.
Otras, fueron engañadas y enviadas a otros frentes, firmando un contrato por el que se ponían “al servicio del señor de la casa”, que no era otra cosa que, con el perdón, el chulo de turno. A las coreanas y chinas, junto a otras nacionalidades, según obra en un informe redactado por militares estadounidenses después de la guerra, se les prometió que iban a trabajar como enfermeras. Se puede hablar, por tanto, de esclavas sexuales:
Muy temprano, en mayo de 1942, agentes japoneses llegaron a Corea con el propósito de enlistar chicas coreanas para el “servicio de confort” en los nuevos territorios japoneses conquistados en el Sureste Asiático. La naturaleza de este “servicio” no era especificado pero se presumía que sería un trabajo relacionado con la visita de heridos en los hospitales, poniendo vendajes y en general haciendo que los soldados se sintieran felices. La inducción usada por estos agentes comprendía gran cantidad de dinero, una oportunidad para pagar las deudas familiares, trabajo fácil y el prospecto de una nueva vida en una nueva tierra, Singapur. Sobre la base de esa falsa presentación muchas chicas se enlistaron para el trabajo en ultramar siendo premiadas con un adelanto de varios cientos de yenes.La mayoría de las chicas eran ignorantes y sin educación, aunque algunas estuvieron relacionadas antes con “la profesión más antigua de la tierra.” El contrato que firmaban las ligaba a los reglamentos del Ejército y a luchar por el “señor de la casa” por un período de seis meses a un año dependiendo de la deuda de la familia, por la cual habían recibido un adelanto…Aproximadamente 800 de esas chicas fueron reclutadas de esa manera y desembarcaron con el “señor de la casa” en Rangún a medidos del 20 de agosto de 1942. Llegaron en grupos de ocho a veintidós. De ese lugar fueron distribuidas en varios lugares de Birmania, generalmente en pueblos de buen tamaño cerca a los campamentos del Ejército Japonés.
Eventualmente cuatro de esas chicas llegaron a Myitkyina. Ellas fueron Kyoei, Kinsui, Bakushinro, y Momoya. La casa Kyoei fue llamada “Maruyama Club”, pero fue cambiado cuando las chicas llegaron a Myitkyina dado que el comandante de la defensa de Myitkyina Coronel Maruyama, objetó el nombre.
El sistema de organización de las meretrices – con independencia de que fueran forzadas o no – era el que se siguió en otras guerras, y el que se sigue y seguirá en las guerras de hoy. Las meretrices se dividían en categorías, para los soldados y oficiales de distinto rango.
Además, era importante mantener un sistema sanitario paralelo de control sobre las meretrices, para evitar el contagio de enfermedades venéreas e infeccione, ya que el peor soldado es el muerto, seguido del que deserta, y terminando por el que está enfermo.
“Las chicas del confort” no hacían el trabajo gratis, sino que el sistema estaba montado para que los soldados pagaran al “señor de la casa” por cada servicio. El dinero podía o no revertir en la meretriz, dependiendo del grado de explotación que sufría.
Una práctica generalizada
La violencia sexual es algo que acompaña al intrínseco horror de las guerras. Algunos ejércitos sistematizan estos “servicios” al entenderlos como una necesidad intrínseca al soldado, “contratando” y “controlando sanitariamente” a las prostitutas.
Otros ejércitos optan por raptar y esclavizar a las víctimas de la guerra, algo común en muchas guerras africanas. Y a ello añadir como las mafias que controlan la prostitución en los territorios cercanos al frente – o en la lejana retaguardia – se nutren de ésta circunstancia.
Como ejemplo, en la guerra de ex-Yugoslavia, uno de estos chulos iba con una furgoneta que se aparcaba a la puerta de los cuarteles de las tropas internacionales. En la parte trasera, la prostituta hacía sus servicios, con los mandos, mirando para otro lado.
Las visitadoras
Por último quiero recomendar una novela, sobre esa sistematización de la prostitución en la guerra: Pantaleón y las visitadoras, de Mario Vargas Llosa – inminente, espero, y merecido premio Nobel de literatura.
Es una novela brillante, realizada en muchos fragmentos a golpe de informes, telegramas y correspondencia de un joven oficial, Pantaleón Pantoja, al que sus superiores le mandan poner en funcionamiento un servicio de meretrices o “visitadoras”.
El capitán Pantoja, se lo toma tan en serio, que establece un sistema científico para saber cuantos servicios demandarían cada uno de los soldados, haciéndoles un test de situación.
La novela puede parecer exagerada – por las dosis de humor con las que se trata el tema -, pero es sabido que casos como este existieron, existen y existirán en las guerras
Los más débiles son los que más sufren en las guerras…pobrecillas…el perdón solo sirve si hay voluntad de que no vuelva a suceder…
¿Pidió perdón USA por las bombas de Hiroshima y Nagasaki?..
Moeh:
Si alguien hubiera visionado el The World at War, de 1971, emitido por la BBC en la fecha, y por TVE en 1978,sabría de qué va el baile.
Todas las malditas guerras incluyen estos crímenes en menor o mayor medida.
La prueba del nueve para un ejército es, precisamente, la que señala cuantos crímenes de ese tenor se cometen. Y no se diga que los que no los cometen son racistas.
Un abrazo Jorge
Magnífica recomendación Jorge. Yo la tengo en DVD, aunque jamás me expliqué porqué no incluyeron en el audio la versión original.
Ana, lo de las bombas siempre ha sido vendido como un mal necesario para evitar más muertes. La tesis que más me convence es que veían a los rusos demasiado cerca de Japón como para permitirlo. Con las bombas lanzaron dos mensajes: tenemos una arma invencible y Japón es nuestro, ni lo toquéis.
No sé cuantas veces ha pedido perdón Japón por las múltiples atrocidades cometidas por sus tropas entre 1937 y 1945. Pero si no voy equivocado creo que jamás ha pagado un yen de indemnización a ninguna de las víctimas de dichas atrocidades.
Es verdad que en todas las guerras se producen esta clase de hechos, pero unos estados, y ejércitos, van mucho más lejos que otros. Y en los últimos años, algunos altos dignatarios japoneses no tienen empacho en “reivindicar” la memoria de notorios criminales de guerra.
La barbarie de Hiroshima y Nagasaki no debería servir para ocultar la responsabilidad de Japón en la guerra inicia en 1937 en China y extendida al Pacífico en 1941, ni en el comportamiento de sus unidades militares en ambos frentes.
Fue el primer libro de Vargas Llosa que leí. Y me lo dió mi madre… Probablemente fue demasiado pronto. He de confesar que hasta que no leí “La ciudad y los perros”, páginas que aún hoy me parecen lo mejor que me he podido tirar a la cara de este autor, no le supe apreciar. De hecho, bastante de lo que también comenta en esa obra encaja con tu entrada.
Saludos,
Daniel