Una guía es algo útil para un viajero que llega a un sitio por primera vez. Indispensable que lleve un plano del lugar, unas recomendaciones para dónde comer, dormir, qué visitar, y en una escala de precios. Recomendaciones eso sí de gente que se presupone estuvieron allí y conocen bien el lugar. Todo ello lo reúne las guías Lonely Planet. Bueno, no todas las guías Lonely Planet: muchas reúnen sandeces ( “Andalucía es la región menos europea de Europa“, dice la guía dedicada a nuestra sureña comunidad autónoma) y otras, al menos las realizadas por Thomas Kohnstamm, están hechas por gente que no estuvieron en los lugares que recomienda. Así lo confiesa Kohnstamm en el libro Do Travel Writers Go To Hell? ( ‘Van los escritores de guías al infierno?’ en román paladino) que él ha escrito sobre sitios dónde nunca estuvo y que aceptó invitaciones de los locales que luego recomendaba, algo que como es lógico contraviene la política de los editores de las famosas guías.
En su página web Thomas (también puedes hacerte amigo suyo en Facebook y en MySpace) se describe como un “profesional hedonista”, “con una ética cuestionable”…y se fotografía al mando de una avioneta, con la mochila a la espalda, bebiendo una birra y fumando ¿un porro? en una playa que parece situada en el Caribe. Ahora, además, venderá libros, diciendo que no ha sido un profesional. Sí señor: ¡qué le quiten lo bailaoooo! Además si encima te saca NYT en un artículo tituladoUn trabajo con viajes pero sin vacaciones, pues ya ríete de todos… Y lo mejor que ahora se hinchará a hacer guías de viaje…tiempo al tiempo…
Entre l0s 20 premios, el más visual es el de la mejor fotografía, este año concedida a esta instantánea de Adrees Latif de la agencia Reuters, que tomó segundos antes de que el reportero japonés muriera por disparos de la policía de Myanmar.
Lo acabo de oír en La Ventana, de la Cadena SER: Un blindado del Ejército, en la misión en Kosovo, con el conejito de Play Boy, en una foto que hoy publica EL PAÍS:
La serie empezaba así: In 1972 a crack commando unit was sent to prison by a military court for a crime they didn’t commit. These men promptly escaped from a maximum security stockade to the Los Angeles underground. Today, still wanted by the government, they survive as soldiers of fortune. If you have a problem, if no one else can help, and if you can find them, maybe you can hire the A-Team.
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EE UU ha derribado esta noche el satélite espía. Ha sido un derribo por entregas. Leo en EL PAÍS: “La operación tiene dos finalidades: destruir el satélite, por un lado, e ir perfeccionando los sistemas antimisiles por el otro”, comentó Luis Ruiz de Gopegui, ingeniero y ex director de la NASA en España. Y cuesta entre 40 y 60 millones de dólares (entre 27 y 41 millones de euros). No está mal. El Gráfico del derribo, también en EL PAÍS.
Pero no hay que ser catastrofistas. La inmensa mayoría de los kosovares estarán felices, lo contrario que la pequeña minoría de serbios que vive en ese territorio, y que son el problema que queda por resolver. Yugoslavia hoy ha quedado liquidada ya del todo. Serbia ha quedado reducida. El siguiente paso será abrirles la puerta a la UE y así dar por zanjado todo. Parece fácil, pero tal vez no lo sea. Pero no seamos catastrofistas…
Italia se encamina de nuevo a una crisis política, con la dimisión de professore Prodi como jefe del Gobierno. El Senado italiano ha decidido no dar la confianza a Prodi, y este ha presentado la dimisión al Presidente.
Durante la sesión se ha vivido un momento un tanto tenso, con insultos – tan italianos como stronzo di merda – por parte del senador Tommaso Barbato a su colega Cusumano, que decidió, siendo de una formación de derechas, votar a la siniestra. En este vídeo de la Rai, el momento en el que Cusumano anuncia su voto:
Y en este combo de imágenes. vemos lo que no ha recogido el vídeo: los compañeros de Barbato le tapan la boca para que no diga más insultos, como cornudo, lo peor que se le puede decir a un italiano. El espectáculo termina con el desmayo de Cosumano.
Por cierto, nada que ver estas peleas de los señores senadores con lo que ocurre en el parlmanto de Korea:
En la Duma (Rusia):
En la India:
En Sri Lanka:
Y en Taiwan, donde no es raro que sus sesiones terminan a puñetazo limpio:
“Solo los muertos han visto el fin de la guerra”, reza una frase atribuida a Platón. La guerra no termina en el campo de batalla, y acompaña al combatiente hasta el final de sus días.
Richard Davis, el soldado de 19 años en cuyo asesinato está basada ‘En el Valle de Elah’
A partir de esta historia, Haggis monta una especie de thriller sin mucha chicha, alegato en contra de la guerra y viaje al EE UU profundo, donde no faltan los bares de striptease con tetas al vuelo, las biblias en los cajones, armerías con recortadas en las vitrinas y las cafeterías de carretera, aunque por fin no hay ninguna camarera que se acerque al cliente para ofrecerle, cafetera en mano, un poco mas de agua con aspecto de café.
El director cuenta con tres pedazos de actores que hacen un papel soberbio: Tommy Lee Jones encarna el papel de padre, veterano del ejército – sirvió en la Policía Militar – que recorre varios estados en su pick up para ir a buscar a su hijo, desaparecido; Susan Sarandon interpreta a la madre atormentada que ve como sus hijos, siguiendo los pasos del padre se han alistado a servir en el ejército, y este papel – que la militante antiguerra de Irak borda – ya lo encarnó, si no me falla la memoria, en un corto en el que interpretaba a la madre de un soldados que esperaba noticias de él tras un atentado en la base de EE UU en Arabia Saudí donde estaba destinado; y la gran y bella Charlize Theron que vuelve a su moreno natural y su tez sin maquillaje para encarnar a una policía de la localidad donde está la base.
El viaje que realiza el padre no es solo en búsqueda de su hijo y consiguiente investigación criminal, sin que aparecezcan los chicos del CSI, otro cliché de los últimos tiempos. Es también un viaje a la debilidad del ensimismamiento estadounidense, que nada se cuestiona y todo se lo cree, que para ellos esa guerra solo existe en forma de noticias breves y análisis vistos y oídos a través de una televisión de los años 70, a través de la cual Bush y sus acólitos no paran de decir que lo que quieren es llevar la democracia a Irak y vencer al Mal con mayúsucula . El padre se cree lo que ve en esa televisión de viejos botones, y pasa de las lágrimas de su hijo que le llama desconsolado desde un lejano campamento.
Pero el infierno que vivió el hijo en la guerra queda recogido por los trozos de vídeos y fotografías recuperados de un teléfono “abrasado por el calor iraquí”, y que como en casos reales, se convierten en un transmisor de la realidad que ha visto el soldado, y que el padre ve con horror y arrepentimiento de no haberse dado cuenta antes de que su hijo no iba a ser un héroe y que lo que había vivido lo deshumanizó.
Todo ello concluye en un primer final esperado, con un patriotismo de rebeldía, en forma de bandera invertida, pero patriotismo al fin y al cabo: “esta nación necesita ayuda”. Y es un primer final, porque hay un segundo después de los créditos, que curiosamente es el único momento de alegato serio contra la guerra desde la perspectiva de las víctimas iraquíes, y no del trauma psicológico que viven estos chicos tras volver del infierno, que justifica en parte sus salvajadas por lo dura que es la guerra, las drogas y la tensión acumulada . Tendría el cine estadounidense también que ahondar más en sacudir las conciencias desde ese aspecto: el de las víctimas de esta guerra que han visto su país invadido y destrozado en pro de la democracia, y como se han cometido auténticas salvajadas por parte de la tropa estadounidense . Pero seamos realistas: les importa sus chicos y no a los que han torturado y asesinado. Esos han visto otro final de la guerra, adelantado, y sin posibilidad de narcotizarse y alcoholizarse para olvidar.
Un par de críticas: el guión falla en algunos aspectos, como los interrogatorios en los que el padre está presente. Hay un par de diálogos absurdos- “le dije que no comprara esos calcetines”-. A la película le sobran unos 15 minutos, porque una vez que se resuelve el caso en cinco minutos podía haber montado el show final. Y el título de la película – En el Valle de Elah, donde se enfrentaron David y Goliat -, tendría que haberse traducido como En el valle del Terebinto, para que sonora un poco más.
PS: no os perdáis la crítica de Tormento en Chiquiworld. Me la he leído una vez escrita ésta, para que no “contamine” mis opiniones. Y no puedo estar más de acuerdo.