Guerra y Paz

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Moeh Atitar de la Fuente

Periodista, fotógrafo y blogger. Más sobre el autor.

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Archive for the ‘Cultura’ Categora

Artsy, una red social para el arte

Saturday, January 3rd, 2015

Hace unos días recibí un correo de esos que uno sospecha, al ver el asunto, que acabará en la papelera (‘reaching out about guerraypaz.com’). Lo abrí y lo que empecé a leer me gustó. El tipo que me escribía trabajaba en ‘Artsy‘, una suerte de red social que conecta a artistas, galerías, coleccionistas, educadores, estudiantes y consumidores de arte. Habían localizado un post mío de 2010 sobre el artista JR (en el correo me hace la pelota y me dice que es fantástico, aunque sospecho que no se lo ha leído bien del todo) y proponían que incluyera un enlace a su perfil en esta suerte de repositorio de artistas. Su lema: “Haciendo el mundo del arte accesible a cualquiera que tenga una conexión a internet”.

Artsy ofrece a galerías y artistas poder mostrar sus trabajos. Fotógrafos como Martin Schoeller o Vee Speers ya tienen perfil en esta red social del arte.

 

Perfil de Martin Schoeller en Artsy.

Perfil de Martin Schoeller en Artsy.

 

Como mero usuario sin pretensiones (te puedes hacer un perfil y conectarlo con otras redes sociales como Twitter o Facebook), uno sigue a artistas o temáticas, cómo esta de “retratos contemporáneos“. También tiene una sección para el sector educativo, con artículos algo básicos destinados más bien a estudiantes de instituto.

Artsy también ofrece contenido específico sobre artistas, como este post delicioso sobre el estudio del artista JR.

Si uno ve quién está detrás de Artsy (grandes coleccionistas, mecenas, profesionales del arte como galeristas o curadores, millonarios como la ex del magnate Murdoch, o el fundador de Google, Eric Schmidt, el de Twitter Jack Dorsey…) verá que esta web creada en 201o tiene un gran potencial, con unos 20.000 artistas. Su negocio radica en poner en contacto a artistas, galerías y compradores, con una comisión por las ventas.

Crímenes de Von Schirach

Thursday, April 17th, 2014

Puedes ahorrarte leer todo esto que sigue. Son solo palabrejas para recomendarte que leas ‘Crimenes’ de Ferndinand von Schirach.

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La novela negra nos invade; también lo hace también la novela erótica de dudosa calidad literario; nos lo deberíamos de hacer mirar. O no.

Si quieres dedicarte a la literatura tienes que escribir una novela negra. De policías, ladrones y/o criminales. Vale también las de espías, como lector, mis preferidas. El protagonista puede ser un periodista veterano. Allí está el difunto Stieg Larsson y su trilogía Millenium. El modelo lo han perpetuado muchos otros. Es importante meter a un joven que sepa de ordenadores y que sea el contrapunto del veterano, que todo lo sabe, salvo buscar el Google, cómo si eso fuera lo complicado. Algunos parecen que cargan no solo su frustración personal del trabajo inútil de oficina en la que se ha ido convirtiendo el periodismo, sino también el de sus compañeros dedicados enteramente al tema de sucesos. No explican en sus novelas que gran parte del trabajo proviene de chivatazos de policías, porque normalmente los criminales, terroristas y los malos en general no tienen gabinetes de prensa ni ‘community manager’. La policía sí. En la mayoría de los casos no hay detrás investigación periodística alguna. Solo repiten los que les han dicho y parece verosímil. “Fuentes cercanas al caso aseguran” y a correr. No todos, pero sí muchos. En la novela negra protagonizada por periodistas tiene que triunfar la verdad que un poderoso quiere ocultar. David contra Goliat, pero con teclado y solo en la ficción.

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Llegué a ‘Crímenes’ de Ferndinand von Schirach a través de Eduardo Gómez Cuadrado. No conocía a este abogado hasta que alguien retuiteó este artículo de Vice: “No declares en comisaría“, una máxima que me parecía obvia, pero que al parecer  muchos desconocen. Si te detienen, amablemente, diles que ya declaras lo que sea ante el juez. Gómez Cuadrado recomendaba en su twitter la lectura de ‘Crímenes’. Me interesó la perspectiva: un abogado penalista contando casos de su carrera, a modo de relatos cortos. Llegué a este recopilatorio de citas, y en concreto a esta:

Los abogados, en cambio, tratan de buscar una brecha en el edificio de pruebas erigido por la acusación pública. Sus aliados son el azar y la casualidad; su misión, impedir que arraigue prematuramente una verdad sólo aparente. Un agente de policía le dijo una vez a un magistrado de la Corte Federal que los defensores no son más que frenos en el coche de la Justicia. El juez respondió que un coche sin frenos no sirve para nada. Un proceso penal funciona solamente en el marco de este juego de fuerzas.

No volví a acordarme de Crímenes hasta unos días más tarde cuando acompañé a un gran amigo, abogado laboralista, situado más bien en el lado de la empresa, a comprar un libro de legislación sobre el despido, a una de las librerías que hay detrás del Supremo. Y allí estaba Crímenes, nada más entrar, en la única estantería que no era de leyes puras y duras, y que estaba repleta de libros para la distracción de los juristas entre tanto texto plomizo y objetivo. Mi amigo, entusiasmado con que fuera a leer algo sobre abogados, decidió regalármelo.

Me leí el libro en una mañana. Cada capítulo es un caso concreto en la que el abogado solo se limita a contar, sin casi adjetivos, algo que se agradece entre tanta metáfora que inunda los periódicos. Tampoco aparece ni un solo periodista. Sin metáforas ni periodistas en busca de la verdad.  Una máxima, que arranca desde el prólogo, recorre toda la obra: “La mayoría de los cosas son complicadas, y la culpabilidad es siempre un asunto peliagudo”. Cada final te deja mal cuerpo.

Le transmití a mi amigo el entusiasmo que me había causado el libro. “¿Por qué no te hiciste penalista?”, le pregunté.  “Demasiado duro. Demasiado duro.”, me respondió.

Sebastião Salgado: el empacho de la perfección

Monday, January 27th, 2014

Sebastião Salgado es uno de los más reputados fotógrafos actuales, un genio de esta disciplina. Su último gran trabajo, ‘Génesis’, se puede ver hasta el 4 de mayo en el Caixa Forum de Madrid. Será una de las grandes exposiciones fotográficas de este año en Madrid. El fotógrafo brasileño, que roza ya los 70 años, ha contado con una amplia cobertura mediática, acorde con su papel de estrella mundial de la fotografía.

Salgado pertenece a esa escuela que quiere controlar todo lo que le rodea con el único objetivo de tener la foto perfecta, en un perfecto blanco y negro que le caracteriza. No se ha desviado de esa línea, ni en ‘Trabajadores’, ni en ‘Éxodos’, sus dos anteriores grandes trabajos. Pero quizá en Génesis es donde más patente se hace ese control de la realidad: grandes paisajes que parecen hechos a encargo, en tomas espectaculares que solo son posibles con medios aéreos, ya sea en desiertos, selvas o parajes helados. Toda una belleza muy parecida, épica, espectacular.  Todos los medios al servicio de la fotografía bella, perfecta. “La fotografía es para mí la materialización de las ideas de cada uno”, contestaba en una entrevista muy recomendable en ABC . Y Salgado materializa sus fotografías controlando la naturaleza como nadie.

 

En este vídeo Salgado explica ‘Genesis’, el libro de la exposición publicado por Taschen.

Ha subido montañas, ha recorrido kilómetros a pie… Es la épica del cazador de la belleza, aunque mejor no contemos la trastienda de cada foto, del despliegue para controlar toda la belleza que el mundo da. Uno prefiere sus retratos dentro de ‘Génesis’, donde hay una mirada, la del retratado, que Salgado no puede controlar del todo, que esa manada de ganado llevada por la nieve por un esquimal, y que parece más una coreografía reglada al servicio de la perfecta composición. Aunque parezca paradójico, uno sale con la sensación de que Salgado controla más la improvisación de una montaña que la de un esquimal retratado de frente.

La clave de Salgado, como la de todo fotógrafo, es el posicionamiento frente al mundo. Y a uno le puede gustar más o menos, convencerle, parecerle más o menos ético, quitarle o ponerle el valor documental, pero hay que reconocer que en esta línea de la perfección, de controlar la realidad al servicio de la belleza, el brasileño es el mejor.

“¡Qué bonito! ¡Impresionante! ¡Qué belleza! ¡Parece un cuadro!”, eran los epítetos que uno escuchaba un jueves por la tarde, en una sala bastante llena, con gente de esa que se acerca demasiado y que se interpone en cada obra, como si fueran transparentes. La belleza siempre gusta. Por eso hay que ir a ver la exposición de Salgado, a colmarse de belleza, a intoxicarse de la perfección, aunque les aviso que no va a sufrir un ‘síndrome de Stendhal‘, porque no es para tanto. Quizá solo vean el mundo más bonito durante unos minutos tras abandonar la sala, pero ese síntoma se pasa a la hora. Yo estoy un poco más cómodo con la imperfección intrínseca al mundo.

El alma del mundo

Thursday, May 9th, 2013

Confieso que pocas exposiciones de fotografía me entusiasman cómo para volver, remirar. Pocas me generan esa envidia sana que te hace declamar para dentro un ‘¡Qué cabrón!’. Esa envidia, ese ‘cabrón’, es el reconocimiento al trabajo fotográfico, que eleva una imagen para abandonar la simple anécdota.

Conocía el trabajo ‘El alma del mundo’ porque conozco a Nuria Tesón, coautora del proyecto junto al fotógrafo Miguel Ángel Sánchez. Los tres hablamos en un encuentro casual en la plaza del 2 de mayo, la víspera de que Tesón y Sánchez cogieran los bártulos hacia El Cairo. Me parecieron valientes y grandes apostadores.

Retrato de Miguel Ángel Sánchez

Mi primer contacto con ‘El alma del mundo’ fue en forma de libro, y me fascinó la coherencia, el manejo preciso de la luz, pero sobre todo la profundidad de cada retrato. No se caía ninguno del proyecto. Para mi el retrato es el género supremo en fotografía y el más complejo. Todas las sensaciones que me trasmitió el libro se multiplicaron en la exposición del Conde Duque, con 70 retratos a gran tamaño y una calidad excelente en la impresión.

Hablé con Miguel Ángel Sánchez un rato durante la inauguración de la muestra. Me explicó su manera de trabajar, cómo montó su estudio, sus referencias pictóricas… pero sobre todo cómo había accedido a cada persona de la cual se sabía gran parte de su biografía. Y eso es lo más complicado: ganarse al retratado para que te deje ir más allá de su foto. Una vez logrado ese objetivo la mayoría de los fotógrafos desaparece de la vida del sujeto atrapado. Miguel y Nuria son de los que luego se interesan por mucho de los fotografiados, porque no solo les interesa esa foto lograda. No me sorprendería nada volver a ver estos mismos retratados pasados unos años en una segunda parte de esta serie.

La exposición ‘El alma del Mundo’ son 70 retratos de egipcios. El proyecto, iniciado en 2009, se topó con la revolución de 2011. El trabajo se podía haber llenado de revolucionarios, de manifestantes, de egipcios ansiosos de libertad, y sobre todo haber acudido al aquí ‘te pillo aquí te mato’ fotográfico (vulgar foto de prensa, dirán algunos, como si eso fuera lo fácil). Sin embargo optaron por incorporar la revolución al proyecto sin desvirtuar ni lo uno ni lo otro. Por eso sobran los pies de foto y ganan los textos de Nuria Tesón, algo para leer con calma, para digerir con cada foto, porque se alejan del dato, porque quizá el alma no entienda de edades y de historias mundanas (vulgar texto de prensa, dirán algunos, como si eso fuera lo fácil). Porque cualquier retratado podría salir de las páginas de Naguib Mahfuz o podrían ser uno de los vecinos del Edificio Yacobian de Alaa Al Aswany.

España trata mal a sus fotógrafos. Es cuanto menos curioso que hayamos tardado tanto en ver esta exposición, que hubiera pasado antes por París, y que un medio como el The New York Times se hubiera fijado en él mucho antes que cualquier otro medio español. Se nos debería de caer la cara de vergüenza que se nos descubra fuera lo que tenemos delante de nuestras narices, pero nos sobra prepotencia y falta de consideración por el trabajo de los demás para que eso no suceda.

La exposición El Alma del Mundo estará en el Conde Duque hasta el próximo 1 de septiembre. 

Viñeta: Los Oscar contra los Goya

Tuesday, January 25th, 2011

Los Oscar contra los Goya
Una viñeta de Afiches

Una de cine: Celda 211

Monday, November 9th, 2009

Lo bueno. Una historia de buenos y malos, en una cárcel, donde un motín deja a un recién llegado funcionario de prisiones (Alberto Ammann) en medio del jaleo. Hábilmente se hace pasar por un preso y seduce a Malamadre, el líder del levantamiento, interpretado por un soberbio Luis Tosar. El guión tiene bastantes giros acertados y los diálogos hace que la historia fluya.

 Fotograma de la película con Alberto Ammann y Luis Tosar.

Lo malo. Nadie se puede creer determinados momentos de la historia, en la que la situación se ve muy forzada para llevar al personaje de Ammann al extremo. Este responde muy bien con su interpretación. Por cierto, es un clon bien hecho (y mejorado) de Eduardo Noriega, otro guaperas del cine español. Algunos de los personajes de las cárceles son muy exagerados en su caracterización: no son solo malos, tienen defectos físicos exagerados, tatuajes por todas partes, extranjeros, minorías… lo que viene a ser un malo en el “ideario colectivo”.

Y puestos a apelar a la imagen de cliché, deja por el suelo a los maderos, a los funcionarios de prisiones, que reparten tortas a mansalva y a las cárceles como instrumento de inserción en la sociedad. Los amotinados parecen condenados a perpetuidad y a pudrirse en una celda oscura y húmeda. Flaco favor si el espectador no tiene en mente que es tan solo una película que exagera la realidad.

En resumen, una película entretenida, bien hecha, que no es una ‘españolada’, con momentos buenos, con algunos fallos si uno se pone rigorista, pero que se salva para ser vista.

Colmándonos de Woodstock

Sunday, August 16th, 2009

No estuve allí; no fui parte del medio millón de personas que fliparon con la música durante tres días; tampoco entre los muchos que se pusieron hasta arriba de LSD y porros, y gritaban algo así como “haz el amor y no la guerra”, sin ser conscientes que las drogas no son muy buenas amigas de las artes amatorias; ni siquiera había nacido. Pero llevo unos días que estoy hasta la coronilla del festival en el que unos cuantos desbordaron las expectativas de los organizadores, y se colaron sin pagar al campo.

Asómense a cualquier dominical, a cualquier portal digital de un medio de comunicación, y se encontraran a los melenudos de turno (recomiendo las galerías de LIFE 1, 2, 3, 4 y el especial de ABC News). Nada contra los melenudos; la culpa es del hartazgo que generan estos aniversarios al público que ni le va ni le viene. Entiendo que a un loco del rock, de la música en general, le estimule los miles de clichés, pero estoy convencido de que estos, las cosas que cuentan los medios, ya las sabe.

Yo reconozco mi casi total ignorancia en esta materia del “padre de todos los festivales” que se celebró “el mismo año que el hombre llegó a la luna”, por una generación “que se revelaba contra la guerra del Vietnam”. Todos estos entrecomillados los he leído en más de una crónica al respecto del cuarenta aniversario.

Yo, de todo esto, me quedo con una anécdota que leí en la Wikipedia. Barnard Collier fue el reportero que mandó The New York Times al festival. Una vez allí, los editores desde sus cómodos despachos le pedían crónicas sobre los atascos, el abuso de las drogas y el sexo desenfrenado protagonizado por jóvenes peligrosos. Collier se mantuvo en sus trece, y tras numerosas “llamadas enconadas”, logró que su crónica, con el “énfasis en la paz y el amor”, logrará publicarse sin retoques exagerados desde la Gran Manzana. Si alguien no se ha colmado con tanto Woodstock tiene la opción de leer los artículos del NYT antes, durante y después del “mítico festival”, expresión que tampoco puede faltar en este recuerdo cuarenta años más tarde. ¡Fliparemos dentro de 10 cuando se cumplan los 50 !

Una de cine, una mala adaptación

Sunday, May 31st, 2009

Un productor tiene medio camino recorrido cuando decide adaptar un libro de éxito (comúnmente llamados bestseller) a las pantallas; los lectores irán a ver al cine, y arrastrarán a algún que otro perezoso de pasar las páginas. El otro medio camino es hacer una buena película.

Los hombres que no amaban a las mujeres (adaptación del exitoso libro de Larsson), se queda en el medio camino: cosechará el éxito de los lectores que tienen curiosidad de ver cómo se adaptado la novela, porque la película es sencillamente mala.

Confieso que me sedujo la imagen previa de la protagonista Lisbeth Salander: los pircings, tatuajes, aspecto rebelde…la actriz Noomi Rapace parecía haber clavado el personaje de la novela. Pero uno llega al cine, en versión doblada (ante la imposibilidad de entender sueco) y ve que a la actriz le han plantado una voz repelente que te dan ganas de decirle: “chata, mejor comunícate por gestos”.

Del resto de actores decir que están mal maquillados, con granos y cicatrices en la piel, y que su interpretación no es poco creíble. Quizá porque sean demasiado suecos, con gestos nórdicos incomprensibles para una mente mediterránea. La película dura demasiado, y eso que acelera la trama dejando en el camino detalles interesantes del libro.

La mejor crítica queda resumida en un diálogo oído al final de la proyección: “El libro es mucho mejor”, le dice una espectadora a otra. “¡Dónde va ir a parar!”, asiente la otra. Mi recomendación para los ya iniciados en el universo Millenium es que, si pueden esperar, esperen al DVD para saciar la curiosidad de ver por ojos propios si está bien adaptada; para los vírgenes en este menester, tienen tiempo para leer el libro antes de que puedan hacerse con una copia. En todo caso, tal y cómo esta la economía, gastarse la entrada en esta adaptación es irresponsable.

No tan al margen:Alguien que parecía amar a las mujeres fue el fotógrafo Helmut Newton. Es uno de los mejores retratistas de mujeres, con un erotismo exquisito que emana de sus fotografías. La editorial Taschen ha decidido sacar una versión económica (100 euros, nada más, nada menos) de Sumo, un libro cuyo original pesa 35 kilogramos.

Sin Benedetti

Monday, May 18th, 2009

Murió Mario Benedetti. Sobra decir que fue grande, que sus poemas, como los de Machado, Neruda, Cernuda o García Montero, me ayudaron a ver que hay sentimientos que todo el mundo tiene, que todo el mundo comparte, y que solo unos pocos saben darle forma con palabras, y que de esos los menos aciertan ordenándolas en versos.

Todos los años esperaba que a Benedetti le dieran el premio Cervantes; sonaba en casi todas las quinielas, pero se fue sin recibirlo. Una lástima para ese premio, porque a él no le hacía falta. Nos quedan todos sus poemas, su prosa, su mordaz ironía, su sentido del humor, su desgarro político, y sobre todo el amor que transmitía cuando hablaba sobre todo de amor.

He recordado en su muerte una anécdota. Un día, en un coche con unos jóvenes políticos argentinos que habían venido a hacer unos cursos, nos pusimos a hablar de literatura. Borges, Mario Vargas Llosa, García Márquez, Benedetti… “un gran poeta argentino, desde luego”, dijo uno de ellos. “Pero si no es argentino, es uruguayo”, corregí. “Sí, claro, uruguayo, de la provincia díscola”, sentenció entre carcajadas.

“La vida es una máquina / para la que no hay respuestas / ni repuestos”, escribió Don Mario en su último libro. Y sin embargo en él yo solo leía respuestas.

En Cervantes Virtual se puede escuchar una gran selección de poemas recitados por el propio Benedetti. De los mejores, “Táctica y Estrategia“.

Antonio Vega

Tuesday, May 12th, 2009

Antonio Vega ha sido uno de los músicos que ha formado parte de la banda sonora de muchos en los últimos años. La chica de ayer, Lucha de gigantes, A trabajos forzados, Se dejaba llevar por tíHoy ha muerto, y en la muerte hay gente que deja un largo legado detrás.

He recordado esta grabación de TVE en un programa con Miguel Bosé donde al final de la actuación habla de esta canción, El sitio de mi recreo, una de las mejores, pero también más estremecedoras, porque habla de su tormento. Aquí una grabación de hace bastantes años en Telemadrid:

Descanse en paz.