Llevo un tiempo leyendo las acusaciones de modelos contra fotógrafos. Me aterra leer el poder que ejerce alguien con una cámara en mano. Me aterra leer la manipulación psicológica que se somete a personas con la excusa de tomar una foto, y lo que se busca llánamente es conseguir satisfacer los deseos de mentes perversas que no son otra cosa que abusadores. Moderna de Pueblo los ha bautizado, acertádamente, follófrafos. No, no quieren fotos. Quieren follar abusando del poder que le da una cámara.
Fotógrafos abusadores han existido desde el principio de los tiempos de la fotografía. Últimamente hemos leído acusaciones muy graves a
grandes fotógrafos vinculados con el mundo de la moda.
El abuso de parte del fotógrafo al modelo es una cuestión de machismo. Si bien es cierto que hay modelos masculinos que han sido abusados por parte de fotógrafos, es más que evidente que la inmensa mayoría de las víctimas son mujeres. Y la totalidad de los depredadores son hombres. No he leído aún ninguna denuncia contra una mujer fotógrafa abusadora.
También creo que el número ha aumentado por algo que podríamos llamar intrusismo: cualquiera con una cámara y un buen puñado de seguidores en redes sociales se siente fotógrafo; y cualquiera con una bella sonrisa se siente modelo.
A mí me parece fenomenal: que cada uno sea lo que quiera. Pero cuando al machismo de base se le suma que quien toma la cámara no tiene un concepto ético de su trabajo ni del poder que tiene una cámara, y que la modelo desconoce qué es la fotografía y cómo debe ser una sesión de fotos, pueden surgir situaciones en las que el primero se aprovecha de lo segundo. Y se produce el abuso.
Esta es la motivación de que me haya lanzado a escribir este post. Como fotógrafo profesional creo que es necesario que los fotógrafos profesionales expliquemos cómo debe ser una sesión de fotografía para evitar los abusos. Sobre todo porque duele que determinados abusadores procedan a explicar cómo se saca partido a un modelo, con tácticas que no tienen nada que ver con la fotografía sino, siendo algo condescendientes, la (asquerosa) baba.
Así que aquí va un decálogo sobre cómo debería ser una sesión de fotos:
1.- Antes de ir a hacer una sesión con un fotógrafo mira su estilo. Mira las fotos que hace. Si crees que no vas a responder a su estilo, que ese tipo de fotos a ti no te convencen, mejor no ir. Raramente un fotógrafo pasa de hacer unas fotos subidas de tono a unas fotos propias de la primera comunión.
2.- Si decides ir a una sesión de fotos delimita con el fotógrafo lo que se va a hacer antes de empezar. No es lo mismo que te ofrezca hacer un retrato de tus ojos, que una sesión de fotografía de desnudo. Detecto que muchos fotógrafos abusadores colocan el cebo de la sesión de fotos y a lo largo de esa sesión van ganando terreno y arrinconando a la víctima para que termine desnudándose. Creo que esto no es ético. Lo ético es decir hacia dónde quieres llegar desde el principio.
Es una relación profesional, no de ligoteo. Leo que en todas estas denuncias hay un despliegue previo de ‘conquista’ por parte del follógrafo. “Me encantan tus ojos, tu sonrisa, o qué culo más espectacular tienes…” Esta manera de dirigirse a alguien supone un abono para ir a una relación que nada tiene que ver con lo profesional. No aceptes más de un “me interesaría hacerte estas fotos concretas”. Lo demás ya entra en el terreno personal, no profesional. Si hay insistencia y no te sientes cómoda hazlo saber.
3.- Tenemos alergia supina a dejar por escrito los términos de una relación profesional. Sí, una sesión de fotos es una relación profesional. Se debe firmar un contrato entre fotógrafo y modelo antes de hacer una sesión, incluso si ninguno de los dos va a cobrar. ¿Por qué digo esto? Porque muchas acusaciones a estos follógrafos se repiten: prometen una sesión de fotos gratis y cuando no consiguen la carne que buscan quieren cobrársela monetariamente. Pues mira, no: antes de hacer una sesión entre desconocidos se establecen los términos con un contrato entre las dos partes.
4.- Ningún fotógrafo puede hacerle fotos a una persona menor sin el consentimiento expreso escrito y (yo añadiría presencial) de sus tutores. Digo esto porque muchos de estos depredadores se lanzan a acosar a menores en redes sociales para hacerles fotos. Sin el consentimiento de los padres es ilegal (porque así lo dice la ley).
5.- El fotógrafo no te tiene que tocar en ningún momento de la sesión. En todas las denuncias que he leído el follógrafo tiene las manos largas y coloca hasta los pechos. La palabra es una herramienta más que suficiente para explicar cómo colocar unos pechos, un culo o una sonrisa. Sí que hay veces en las que el fotógrafo debe retirar, por ejemplo un pelo de la cara. Allí el profesional debe avisar lo que va a hacer y nunca hacerlo de manera intimidatoria. Si te tiene que explicar una pose, una postura, que la haga él, pero no debe tocarte en ningún momento para conseguir una pose. Si en algún momento sientes que invade tu espacio de manera incómoda házselo saber.
6.- Es una sesión de fotos, no una taberna de los bajos mundos. Leo en muchas de las denuncias que los follógrafos hablan a sus víctimas con palabras degradantes. “Dámelo todo zorra” no es una expresión que vaya a conseguir nada fotográficamente. El fotógrafo debe hablar con respeto al modelo. SIEMPRE. Si en algún momento te sientes incómoda por expresiones de este tipo debe cortarlas de raíz. Si siguen, la modelo debe irse.
7.- Los cambios de ropa son privados. El fotógrafo no tiene que estar presente. Si lo está, hay que decirle que se vaya. Un cambio de ropa es íntimo y punto.
8.- Si eres nueva en el modelaje y no quieres ir sola a una sesión, dile al fotógrafo que quieres llevar a alguien contigo. Garantízale que esta persona estará callada en todo momento y que tendrá la movilidad de un jarrón chino. Nunca he entendido los fotógrafos que reclaman estar solo con el modelo en la sesión. Eso sí, el silencio y la inmovilidad del invitado debe ser absoluta.
9.- Una sesión de fotos, no un patio de vecinos. Al igual que tú puedes pedir llevar a alguien, el fotógrafo puede contar con personal técnico que le ayude. Te tiene que presentar a su equipo técnico y decirte que funciones va a cumplir (maquillaje, luces, asistencia con la cámara, etc). Digo esto porque en muchas de las sesiones denunciados el follógrafo se trae a su pandilla para ser mirones de la sesión. Los mirones no cumplen ninguna función y no deben estar.
10.- “Todo son invenciones”. Es lo que sueltan los denunciados, que se describen a sí mismos como auténticos ‘caballeros’. No se reconocen, los pobres, en las sesiones que describen las modelos. Esto es muy fácil: grabar las sesiones en vídeo previo aviso y consentimiento por escrito de la modelo. Allí se debe delimitar el uso de esas imágenes, si son solo para fines privados entre las dos partes o si se va a publicar. Eso evitaría cualquier duda.
11.- La sesión se acaba cuando la modelo quiere. Si en algún momento uno se siente incómodo tiene la opción de irse. No hay más que discutir.
12.- Denuncia el abuso. Así de simple.
Es esencial que las víctimas de los abusos denuncien. Pero también es esencial que los profesionales de esto señalemos los comportamientos que no son éticos, que no son profesionales y que ayudemos a quien desconoce nuestro mundo profesional cómo debe ser. Porque la mejor manera de desarmar a esta gentuza es empoderar a las potenciales víctimas con información sobre nuestro mundo. Sirva este decálogo como mi granito de arena.
Gracias a mi amiga María Sahuquillo por leer y editar este post antes de publicación. Sus matices y correcciones han sido más que necesarias.