Colmándonos de Woodstock
Sunday, August 16th, 2009
No estuve allí; no fui parte del medio millón de personas que fliparon con la música durante tres días; tampoco entre los muchos que se pusieron hasta arriba de LSD y porros, y gritaban algo así como “haz el amor y no la guerra”, sin ser conscientes que las drogas no son muy buenas amigas de las artes amatorias; ni siquiera había nacido. Pero llevo unos días que estoy hasta la coronilla del festival en el que unos cuantos desbordaron las expectativas de los organizadores, y se colaron sin pagar al campo.
Asómense a cualquier dominical, a cualquier portal digital de un medio de comunicación, y se encontraran a los melenudos de turno (recomiendo las galerías de LIFE 1, 2, 3, 4 y el especial de ABC News). Nada contra los melenudos; la culpa es del hartazgo que generan estos aniversarios al público que ni le va ni le viene. Entiendo que a un loco del rock, de la música en general, le estimule los miles de clichés, pero estoy convencido de que estos, las cosas que cuentan los medios, ya las sabe.
Yo reconozco mi casi total ignorancia en esta materia del “padre de todos los festivales” que se celebró “el mismo año que el hombre llegó a la luna”, por una generación “que se revelaba contra la guerra del Vietnam”. Todos estos entrecomillados los he leído en más de una crónica al respecto del cuarenta aniversario.
Yo, de todo esto, me quedo con una anécdota que leí en la Wikipedia. Barnard Collier fue el reportero que mandó The New York Times al festival. Una vez allí, los editores desde sus cómodos despachos le pedían crónicas sobre los atascos, el abuso de las drogas y el sexo desenfrenado protagonizado por jóvenes peligrosos. Collier se mantuvo en sus trece, y tras numerosas “llamadas enconadas”, logró que su crónica, con el “énfasis en la paz y el amor”, logrará publicarse sin retoques exagerados desde la Gran Manzana. Si alguien no se ha colmado con tanto Woodstock tiene la opción de leer los artículos del NYT antes, durante y después del “mítico festival”, expresión que tampoco puede faltar en este recuerdo cuarenta años más tarde. ¡Fliparemos dentro de 10 cuando se cumplan los 50 !