Mis conclusiones de la jornada sobre crisis energética
Moeh Atitar de la Fuente - Friday 31 de March de 2006
La conclusión quedaría reflejada en la siguiente frase: “tenemos que cambiar nuestro modo de vida”.
Habría que incidir en la educación y la formación de los ciudadanos en el uso de la energía, la del día a día. Tenemos que tener una cultura racional del uso de la energía. Aquí van unos cuantos enlaces:
Habría que incidir en la educación y la formación de los ciudadanos en el uso de la energía, la del día a día. Tenemos que tener una cultura racional del uso de la energía. Aquí van unos cuantos enlaces:
– Guía verde del ahorro de la energía, publicada por Greenpeace.
– Consejos para ahorrar energía, del blog cambio climático.
Pero es clave la Política (con mayúsculas, global y no partidista), para concienciar a las personas en el uso eficiente de la energía. Esa Política debería de imponer acciones concretas: imponer, por ejemplo, viviendas construidas mediante arquitectura inteligente, con materiales aislantes, con placas solares; vehículos que emitan menos CO2; redes eficientes de transporte público, etc.
Los estados, tienen que jugar un papel fundamental en apostar por energías alternativas o mejorar la eficiencia de las ya existentes. La principal fuente de subvención a la investigación son las instituciones públicas, y así ha de ser.
Podríamos abrir un largo debate acerca de qué energía es mejor. La energía basada en los hidrocarburos, cada día es más cara porque cada vez nos cuesta más extraerla. La energía nuclear plantea el grave problema de la gestión de residuos. Las energías renovables están en pañales. ¿Qué hacer entonces? Intentar reducir nuestro consumo de energía, al tiempo que se invierte en investigación tecnológica.
Dos conclusiones:
– Es necesario que cambiemos nuestra mentalidad.
– El Estado tiene que ser vanguardia en la subvención en investigación de energías alternativas.
– El Estado tiene que ser vanguardia en la subvención en investigación de energías alternativas.
Vamos que… La mejor energía es la energía que se ahorra.
No lo podía haber resumido mejor, Franciso.
Tus consejos son buenos, Moeh, pero la madre del cordero sigue estando en la fijación del límite de la renuncia. Es decir, cómo se resuelve la contradicción entre “no queda más remedio que cambiar el modelo (¿sistema?) de vida” (lo que conlleva implícitamente una merma del consumo) y, por otra parte, considerar que aquellas sociedades que sean más avanzadas tecnológicamente serán, por consiguiente, más eficientes energéticamente, sin renunciar, por tanto, al consumo.
Puede que exista un ‘tiny thread’ que una ambas cosmogonías, pero, por ahora, creo, están planteando sistemas (sociales y, por supuesto, económicos) completamente diferentes cuando lo deseable es que se llegara a un consenso que, confío, puede ser posible.
El consumo seguirá siendo necesario, pero tendrá que ser otro tipo de consumo, y para ello la oferta tendrá que cambiar, así como los sistemas de producción.
Ello conlleva el producir energías de otra manera, otra tipología de energías, producir productos de otra manera y que los residuos generados en dicha producción se puedan tratar y convertir en nuevos productos.
Entiendo que el ahorro de energía y la eliminación del malgasto de energías por parte de los ciudadanos será una fase coyuntural (que no breve) mientras los sistemas de producción no varíen.