Newsha Tavakolian o el precio de ser libre
Moeh Atitar de la Fuente - Monday 22 de September de 2014
Cuando ves al día alrededor de 10.000 fotografías procedentes de agencias y de fotógrafos varios, además de bucear en foros buscando estimulo (fotográfico) visual, el umbral de que algo te sorprenda lo tienes muy alto. Por eso cuando chocas con la obra de un fotógrafo muy potente haces todo lo posible para no perderle la pista.
Mi primer contacto con el trabajo Newsha Tavakolian fue a raíz de la llamada ‘Revolución Verde’, en algún reportaje sobre jóvenes iraníes más que por sus propias fotos sobre el tema. Me quedé enganchado a su trabajo porque cumplía una función básica en el fotoperiodismo: acercar una realidad, la iraní, alejada de la nuestra, pero con la apariencia de no alterar esa realidad. O dicho de otro modo: autenticidad. Buceen por sus reportajes.
Hoy me he conectado a Facebook después de varios días sin hacerlo en el ordenador y me encuentro con la noticia de que ha renunciado a 50.000 euros que con el que le había premiado la Carmignac Gestion photojournalism, un premio concedido por la fundación del banquero francés Edouard Carmignac. Según explica la propia fotógrafo en un extenso comunicado colgado en su página de Facebook, la desavenencias comenzaron cuando el propio Carmignac quiso editar el trabajo de la fotógrafa y cambiarle hasta el título de todo el proyecto:
“Mi aceptación de los términos del premios de la Carmignac Gestion Foundation estaba basada en el entendimiento que tendría la plena libertad como fotógrafa para crear un trabajo que es fiel a mi visión como una fotoperiodista y fotógrafa artística establecida. Desafortunadamente, sin embargo, desde el momento que mandé mi trabajo, el señor Carmignac insistió en editar personalmente mis fotografías así como alterar los textos que acompañaban a mis fotografías. La interferencia del señor Carmignac en mi trabajo culminó en la elección totalmente inaceptable del título de mi trabajo que minaba mi proyecto irremediablemente.
La insistencia del señor Carmignac en aspectos esenciales de mi trabajo hubiera cambiado completamente la naturaleza de mi proyecto desde un sutil intento de llevar a través de las realidades de la vida de mi generación en Irán una visión estereotipada burda y horrible de Irán. Su insistencia en cambiar el nombre del proyecto de ‘Páginas en blanco de una álbum de fotos iraní’ al manido y cargante ‘La generación perdida’ era directamente inaceptable”
Los que pagan creen que mandan y creen que la libertad periodística-artísica tiene que pasar por su tamiz. Uno se queda anonadado cuando ve a todo un banquero metido a mecenas y queriendo cambiar los aspectos fundamentales de una obra no solo artística – siempre subjetiva – sino también periodística – menos subjetiva.
Newsha Tavakolian explica en el comunicado cómo le explicó en un correo al propio banquero las dificultades que tiene un fotoperiodista iraní como ella, que vive y trabaja en Irán, y que sabe hasta donde se la quiere jugar por decisión propia, pero no por decisión ajena. Este detalle fue usado por la fundación para explicar el rechazo del premio, diciendo que la fotógrafa y su familia había sido presionados por el Gobierno iraní. Tavakolian niega tal extremo en el comunicado: “Todas las presunciones en esta declaración son absolutamente falsas y risible. Yo no estoy de ninguna manera en peligro, no al menos más que otros periodistas que están en Irán.
Tavakolian es un ejemplo, en un momento donde es difícil encontrar gente que lo parezca. Ya lo es por la contundencia de su trabajo, que insisto en que se acerquen a verlo. Pero lo es, además, en la trastienda. Eso es ser independiente: mandar a la porra a un banquero y su dinero por tu libertad. Que cunda el ejemplo.
Una actitud admirable y una prueba de que el dinero no lo puede comprar todo.