Documentando un golpe de estado en Guinea Ecuatorial
Wednesday, July 9th, 2008
Cada vez que se conocen más detalles sobre el intento de golpe de estado en Guinea Ecuatorial del año 2004, la realidad se parece más a la novela Los perros de la guerra, de Forsyth, una buena novela para estos tiempos de calor y asueto.
The Independent publico ayer un artículo de James Brabazon, un director de documentales, con una misión dentro del golpe: filmar la llegada del nuevo presidente –no menciona el nombre de Severo Moto, líder opositor guineano ahora detenido en España bajo la acusación de tráfico de armas— para darle al golpe la apariencia de que era algo gestado en la misma Guínea Ecuatorial.
La relación de Brabazon con el golpe de estado comienza unos años antes, en Liberia, donde va a filmar la cruenta guerra civil. Ahí, según asegura, contrata a un mercenario para su seguridad: Nick du Toit, un ex soldado del South African 32 Battalion, cuerpo de élite especializado en la contrainsurgencia, que el gobierno blanco de Sudáfrica uso a destajo, hasta su disolución en 1994. Muchos de los soldados y oficiales que servían en ese batallón pasaron a ser soldados de fortuna, al servicio del mejor postor.
Nick du Toit en la cárcel de Playa Negra, Guinea Ecuatorial . Fotografía tomada de un interesante artículo del Daily Telegraph sobre esta prisión.
En Liberia, Brabozon y du Toit forjaron una gran amistad, a base de salvarle el pescuezo el soldado la vida al documentalista. Fue unos años más tarde cuando du Toit llamó a su amigo y en una cita en Bruselas le comentó parte de los planes para el golpe de estado en Guinea Ecuatorial, bajo la cobertura de un negocio: “Le dije que eso me sonaba como una novela de Frederick Forsyth. De hecho, él me corrigió, es el argumento de una novela de Frederick Forsyth: una versión real de Los Perros de la Guerra”, cuenta Brabozon.
En una segunda cita, esta vez en un pueblo cercano a París, du Toit le presentó a Simon Mann, jefe del operativo. Du Toit iba a ser el encargado de ir a preparar el terreno desde la misma Guinea Ecuatorial; mientras Mann iba a reclutar a mercenarios para llevar a cabo el golpe certero. Detrás del derribo del dictador Obiang estaban varios financiadores, desde empresas, algún estado – los gobierno de España y Reino Unido han sido nombrados por los mercernarios en las sesiones del juicio celebrado en Malabo – hasta el hijo de Margaret Thatcher.
La misión de Brabozon era sencilla: “Si el exiliado presidente del nuevo gobierno necesitaba ganarse el reconocimiento internacional, el golpe tendría que parecer un heroico alzamiento local. Nick iba a reclutar soldados africanos negros para la operación, llevada acabo por una pequeña vanguardia de notorios mercernarios blancos. Yo iba a estar todo el tiempo allí, en el terreno antes de que el contingente aterrizara, y según me informó, mi trabajo iba a consistir en filmar la llegada del nuevo presidente, flanqueado por mercenarios negros, para que pareciera que eran unos soldados rebeldes locales – y no el remanente de una unidad de fuerzas especiales de la era del apartheid –. Esta grabación – las únicas imágenes de televisión que iban a existir – serían dadas a todos los medios del mundo, comprando tiempo para que el nuevo régimen se asentara en las instituciones del Estado. A mi vuelta, tendría el acceso exclusivo para filmar todos los aspectos del golpe para mi documental en el que podría contar que Nick fue contratado por el nuevo presidente.”
Pero el plan se vino a bajo: demasiados financiadores para el plan de poner a un nuevo presidente en un país asentado sobre una gran bolsa de petróleo. Servicios de espionaje occidentales, según Brabazon, grabaron sus conversaciones; él acusa a uno de los financieros de ser una agente doble del dictador Obiang; otros aseguran que fue el Gobierno de Sudáfrica quien dio el chivatazo para tener a Obiango contento; nadie sabe realmente cómo se enteró Obiang. Lo cierto es que el 7 de marzo de 2004 Nick du Toit fue arrestado en Malabo, y poco más tarde confesaba ante las cámaras de televisión su participación y los planes del golpe; a la vez, Mann fue arrestado en Zimbabue junto a un avión con los mercenarios negros que iban a trabajar de guardia pretoriana para el nuevo presidente.
El lunes Mann fue condenado en Malabo a 34 años de cárcel por este intento de golpe de estado; los otros cuatro años anteriores los pasó en una cárcel de Zimbabue; idéntica pena se llevó Du Toit, que ahora cumplen su condena en la prisión de Playa Negra, una de las peores del mundo.