Cuando repites más de diez veces a lo largo de la película la coletilla “es Indiana” para justificar la suerte, la destreza y las peripecias de este héroe, te das cuenta que la película solo gustará a aquellos que han visto con insistencia las otras tres películas de la saga. Esta no es la peor de todas, pero tampoco la mejor, aunque es cierto que la espera de 19 años tampoco ha merecido tanto la pena.
En esta entrega los malos ya no son los nazis, sino los comunistas de la URSS. Los malos son malos hasta en la interpretación, incluida la disolución de Kate Balnchett con un personaje de mala con guantes. Los buenos, los que acompañan a Indy, mejoran el papel de los malos, con puñetazos, patadas, navajazos, esgrima… La ex novia y el jovenzuelo rebelde salen bien parados si se les compara con unos torpes rusos.
Y Harrison Ford es Indy, el de siempre, salvo que se le ve mayor. Uno espera que los guionistas hubieran explotado más esa vertiente de hombre ya a punto de la jubilación, pero no: Indy — el antiarqueólogo que se va cargando los yacimientos milenarios base de pedradas y navajazos — sigue manejando el látigo como siempre, buscando la salida más ingeniosa, aunque en esta ocasión, ni una sola gota de latín.
Pues eso, no es buena ni mala: es Indiana Jones para convencidos.
Otros opinan: Tormento en Chiquiworld; El onanismo melancólico,, la música , la contundencia: M’a encantao.…Y para los que ya la han visto, un destripe de Álavaro Pérez, que anda muy cabreado con Lucas y Spielberg .