Guerra y Paz

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Moeh Atitar de la Fuente

Periodista, fotógrafo y blogger. Más sobre el autor.

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Presidente Sarkozy, el hombre de negocios

Moeh Atitar de la Fuente - Tuesday 15 de January de 2008

El show me the money, se está transformando en el montrez-moi l’argent : el presidente de la República Francesa, Nicolas Sarkozy, ha realizado varias visitas oficiales fuera de la Unión Europea en sus primeros ocho meses de mandato; en la mayoría de ellos, el presidente francés ha cerrado importantes contratos entre los gobiernos a los que visitaba y las empresas francesas. Sarkozy ha actuado como el mejor representante de los negocios franceses en el mundo. Y ha vendido casi de todo, con cifras mareantes, que son siempre el titular de los medios de comunicación. Veamos los ejemplos más sonados:

Los contratos con Gadafi. El 26 de julio de 2007, pocos días después de que las enfermeras húngaras fueran liberadas (enlace gyp), Sarkozy llegaba al aeropuerto de Tripoli donde no se han disimulado los desperfectos causados en los bombardeos de Reagan en 1986 . En ese viaje, el presidente francés y su homólogo libio anunciaban que Francia construiría una central nuclear para desalinizar agua, seguramente a cargo de Areva.

La nuclearización de Libia fue duramente criticada desde Berlín, donde se ve con perplejidad – y tal vez falta de reflejos – la política de mercader llevada a cabo por el presidente francés.
Pero la cuenta de negocios abierta entre los dos países no se iba a quedar allí: la visita de Gadafi a París – de nuevo entre fuertes críticas – se cerraba con unos contratos de 10.000 millones de euros, en varios campos, entre ellos el militar.

En Marruecos, 3.000 millones de euros. El presidente Sarkozy llegaba a Marruecos el 24 de octubre, y se iba un par de días después con unos contratos para empresas francesas que sumaban unos 3.000 millones de euros. De nuevo, la energía nuclear se ponía encima de la mesa: Areva firmaba un contrato con Office Chérifien des Phosphates para poder extraer uranio a partir de fosfato, posiblemente a cambio de construír una central nuclear.

También se anunció otro contrato importante durante este viaje: la construcción de una red de ferrocarril de alta velocidad con tecnología gala. Y España quedaba más desplazada.

Argelia, 5.000 millones más, con la energía nuclear también en la bolsa. A principios del mes de diciembre, Sarkozy iniciaba una visita oficial a Argelia y Túnez. En Argel, el presidente arrancaba 5.000 millones de euros en contratos para las empresas franceses, incluyendo, como no, la cooperación nuclear.

Así, se puede decir que Sarkozy ha sido el gran nuclearizador del Magreb, con fuertes críticas entre los ecologistas como Greenpeace, y visto con mucho recelo desde el resto de la UE.

China, la gran traca. Papá Nöel se adelataba unos días para Francia: la visita a Pekín se cerraba con contratos por 17,000 millones de euros, entre ellos la construcción de dos centrales nucleares.

Pero Sarkozy no ha barrido solo para casa. Precisamente China es el mejor ejemplo: el Gobierno de Pekín anunciaba el día de antes que iba a comprar 160 aviones al fabricante europeo Airbus, de la que España, Alemania y Gran Bretaña son socios; China también anunció la compra de 10 helicópteros Eurofighters, que tiene una cadena de montaje en Albacete. Gadafi compró por valor de 160 millones misiles del fabricante europero EADS.

Arabia Saudí, Qatar y Emiratos Árabes Unidos, un punto y seguido. Sarkozy iniciaba ayer una visita oficial a estos tres estados. En el primero, Sarkozy olvidaba cualquier crítica a Riad sobre la violación de los derechos humanos, pero solo se limitaba a anunciar “gruesos contratos” entre Arabia Saudí y empresas galas.

En su siguiente escala, Qatar, Sarkozy hacía de nuevo del mejor representante de Areva, y anunciaba un contrato por 470 millones de euros, en unos negocios centrados sobre todo en la energía.

Hay que matizar: muchos de esos contratos son simplemente compromisos o protocolos, que luego hay que materializar. Pero sin duda Sarkozy se ha convertido no solo en el presidente de la República, sino en el mejor representante de las empresas francesas por todo el mundo, capaz de mirar para otro lado en cuestiones de derechos humanos si hay dinero de por medio, y pese a comenzar a enfadar a sus socios europeos.