Después de Bin Laden
Monday, May 9th, 2011
Ha pasado una semana desde que EE UU liquidará a su enemigo número 1. Quedan y quedarán muchas partes oscuras que resolver; algunas no se aclararán nunca, y seguirán dando pábulo a teorías de la conspiración, entretenimiento sesudo de muchos. Entre las hipótesis sobre la suerte de Bin Laden estos últimos doce años (el terrorista más buscado lo es desde sus atentados patrocinados en Kenia contra las embajadas de EE UU ) pocos imaginaba un final parecido. La mayoría manejaba la hipótesis, tal vez la leyenda de que Bin Laden estaba en una recóndita cueva, en la zona fronteriza entre Afganistán y Pakistán, pero nunca a un centenar de metros de la base militar donde se forma la oficialidad paquistaní.
El futuro de Al Qaeda. Desde el 11 de septiembre se describía a la red terrorista como una estructura descentralizada, nada jerarquizada y por ello más difícil de terminar con ella. La teoría que imperaba era que si se acababa con Bin Laden, Al Qaeda no iba a desaparecer. La red se ha adaptado y cambiado en estos 10 años de acoso en Afganistán, y menos en Pakistán. Perdió su papel operativo, o al menos eso se decía (ahora, según EEUU, la mansión de Abbottabad era el centro de planificación de atentados terroristas). Ganó más su papel como ‘vanguardia’, difusora de ‘ideología’ y si se quiere como franquicia de otros grupúsculos, como los de Irak (el primero en escenificar que se unía a Al Qaeda), o en el Magreb. El nuevo liderazgo, tal vez en manos del egipcio Al Zawahiri, puede generar ciertas disputas entre la central y estos satélites.
Una versión. Hemos tenido una única versión de todo lo ocurrido: la de EE UU. Información empaquetada y lista para consumir. Incluso hemos visto como se vivía desde dentro de la Casa Blanca la ejecución del ‘enemigo número 1’. Con el tiempo, las versiones y ciertas certidumbres irán saliendo a la luz. De momento nos queda, al periodismo, advertir que todo lo que ofrecemos se “según EE UU” y ver los videos de cómo Bin Laden hacía zapping.
La fotografía. La pasada madrugada se emitió la entrevista de Obama en el programa 60 minutes. Fue un adelanto de esta entrevista la que comunicó al mundo que no se iba a difundir la prueba de la ejecución: una imagen de Bin Laden con varios tiros en la cabeza, según la han descrito algunos senadores estadounidenses que han tenido acceso a ella. No parece que nadie cuestione la decisión: casi dos tercios de los estadounidenses están de acuerdo con esta decisión. Tardaremos en ver esta imagen, pero tarde o temprano será exhibida, quizá cuando hayan pasado años y la imagen no tenga réditos ni para Al Qaeda ni sea una amenaza para EE UU que suscite más dudas sobre una operación que poco se sabe.
El primer acto de campaña de Obama. Tras la ejecución de Bin Laden, la popularidad de Obama se ha disparado. Sin embargo le puede perseguir el mantea que acabó con Bush padre: “No es la guerra, es la economía idiota”. Fue Bush I el que perdió la reelección tras haber salido victorioso de la guerra del Golfo. La economía sigue siendo hoy el principal problema percibido por los electores estadounidenses.
Ilegalidades. La ejecución de Bin Laden es todo menos legal: violar la soberanía de un país, condena sin juicio y obtención de pruebas mediante torturas. “En la lucha contra el terrorismo no hay atajos”, dijo un día, subido a una atalaya de moralidad, el entonces jefe de la oposición José María Aznar ante el caso Gal, que ayudó a acabar con el Gobierno de Felipe González. La lucha contra el terrorismo que emprendió EE UU después del 11-S ha estado llena de atajos. Se decidió suprimir la libertad de sus propios ciudadanos en pro de la seguridad; se puso en marcha un sistema de detención ilegal en Guantánamo, donde se aplicó sin ambages la tortura y donde los sospechosos tenían pocas posibilidades de un juicio justo; los drones (aviones no tripulados) de EE UU ha actuado sin impunidad sobre territorio paquistaní, en muchas ocasiones liquidando a simples civiles, operaciones que empezaron con Bush, pero que sobre todo continuaron con Obama. Guerra irregular, respuesta irregular: así ha actuado EE UU sin que nadie se lo haya cuestionado, y con todas las felicitaciones habidas y por haber, incluida la de Consejo de Seguridad de la ONU y la del Gobierno español. Escribe José Yoldi en El País un excelente análisis sobre esta operación: “En ningún momento se trató de hacer justicia sino de escenificar una venganza”. Pasen y lean.
Gerónimo. Se ha escrito mucho sobre el origen del nombre que se dio a la operación. Me quedo con una leyenda urbana: Prescott Bush, padre de Bush I y abuelo del Bush II, sirvió durante la I Guerra Mundial en el fuerte donde estaba enterrado el jefe indio Gerónimo. Se dice, no hay certeza, que robó su calavera, y que está en manos de la hermandad secreta de Yale Skull & Bones, a la que pertenecieron su hijo y su nieto. Enredemos más el rizo: elegir un nombre así puede ser un guiño a esta hermandad. Las teorías conspiratorias son, sobre todo, entretenidas.