A nadie le tiene que extrañar el grado al que llegó la administración Bush en la privatización de la guerra; parecía que la línea roja, donde no cabía el capital privado, eran los servicios secretos; pero hasta la CIA cayó y contrató a la antes llamada Blackwater (hoy renombrada Xe Service) para el trabajo sucio: ayudar a la toda poderosa CIA a liquidar a supuestos miembros de Al Qaeda en Irak, Afganistán y Pakistán, según reveló el NYT.
Hoy este capítulo se amplía. El mismo rotativo asegura que parte del trabajo de los mercenarios era mantener y cargar las bombas que luego aviones no tripulados lanzaban contra objetivos en Afganistán y Pakistán, gobierno que ha negado la presencia de cualquier extranjero armado en su país. Los chicos de Blackwater, sin embargo, no apretaban el gatillo. Era siempre desde el cuartel de Langley donde se elegía a los objetivos y se disparaba el gatillo, siempre según NYT. Esta división del trabajo produjo varios incidentes, al acusar los trabajadores de la CIA a los mercenarios de no armar bien las bombas en varias ocasiones.
El nuevo director nombrado por Obama nada más aterrizar en la Casa Blanca, Leo E. Panetta, canceló el programa.
Blackwater (Xe Services, ahora) vuelve a saltar a los periódicos. No pasa tanto con otras compañías de seguridad que se lucran aún más con contratos con distintos gobiernos. La discreción no ha sido el fuerte de esta compañía de seguridad privada, dispuesta a casi todo. El penúltimo capítulo fue la declaración que hicieron dos ex empleados ante una corte federal. Acusaban a Prince, el jefe de este ejército privado, de tener una visión más cercana a la de un cruzado en busca de venganza contra el mundo musulmán. Le ayudaba en este propósito muchos de sus desequilibrados empleados, que según estos testimonios, eran enviados a Irak y Afganistán aún a sabiendas de su desequilibrio.
Xe Services no es el único rebautismo que ha recibido Blackwater. En Irak sigue operando bajo el nombre US Training Center, que se encarga de dar la protección a empleados y diplomáticos bajo una contrata del Departamento de Estado, pese a que el Gobierno iraquí (no tan soberano como parece) prohibió que esta compañía siguiera operando en su territorio tras la matanza de 17 civiles en Bagdad. La administración Obama no ha cancelado este contrato de protección. Preguntado en rueda de prensa por los contratos que mantienen con las herederas de Blackwater, Gibbs, portavoz de la Casa Blanca, eludió responder a la pregunta por falta de información precisa.
Hace unos días, en un acto público, una de las principales asesoras de Obama, Valerie Jackette, pedía paciencia y confianza en el presidente Obama ante la contratación de empresas de seguridad privada por parte de su administración. Aseguraba que había que evaluar la seguridad nacional, y acudía al argumento del mal necesario:” No olvidéis que hay hombres y mujeres que están en riesgo fuera del país todos los días haciendo lo mejor que puede para defender nuestro país y el presidente tiene que valorar si ponerlos en más riesgos teniendo la transparencia y la claridad y la disponibilidad de información que desperádamente demandáis”.
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