Una tregua falaz
Moeh Atitar de la Fuente - Sunday 18 de January de 2009
Tregua unilateral: es lo que votó ayer el gabinete presidido por Olmert, un primer ministro dimisionario por corrupción, que ha llevado las batutas de dos acciones sangrientas: la guerra del Líbano y la presente carnicería en Gaza. Esa tregua unilateral es una falacia. Seis horas más tarde de aprobarla, el Ejército israelí ataca el norte de la franja.
Las palabras son la mejor herramienta para la manipulación; se llama tregua, cese de las hostilidades, alto el fuego, como si estuviéramos ante dos ejércitos, disparando en pie de igualdad. Es falaz: ha de llamarse en todo caso un cese en la matanza despiadada, un cese que ha dado pábulo al primer ministro Olmert a pedir disculpas a las víctimas. Suena cínico, suena a burla.
Hay cambios, situaciones que van a peor. Israel seguirá dentro de la franja, algo que cambia después de inicio de los bombardeos; pero Israel sigue siendo el dueño y señor de los palestinos, y de Gaza especialmente: los ha cercado, en un gueto, y solo de su voluntad depende hasta su alimento; por los túneles que asegura haber destruido no solo entraba armamento para que Hamás lanzara cohetes sobre Israel: también de ellos se nutría parte de la economía, y por él transitaban bienes como alternativa a los pasos fronterizos controlados por Israel y por Egipto.
En éste epílogo de algo no terminado — Israel pretende querer definir con palabras como “tregua” o “cese de las hostilidades” el fin de la guerra, para que a la malsana comunidad internacional no se le siga cayendo la cara de vergüenza — podemos señalar otro cambio: la gente que puede hacer cambiar las cosas parece haber despertado de un largo letargo en el que se justificaba o se miraba a otro lado mientras Israel machacaba palestinos. Intelectuales escribiendo artículos con fragmentos sin paliativos — “Israel debe perder“, por ejemplo — o políticos — pocos — poniéndo el punto sobre las iés.
“Mis padres vinieron a Gran Bretaña como refugiados desde Polonia. La mayoría de sus familiares murieron a manos de los nazis en el Holocausto. Mi abuela se estaba en la cama, enferma, cuando los nazis irrumpieron en su casa, en Staszow. Un soldado alemán la mató a tiros en su cama. Mi abuela no murió para justificar que soldados israelíes asesinen a abuelas palestinas en Gaza. El actual gobierno de Israel explota despiadada y cínicamente el permanente sentimiento de culpabilidad de los gentiles por la matanza de judíos en el Holocausto para justificar el asesinato de palestinos. La consecuencia que se puede deducir es que las vidas de los judíos son preciosas, pero que las de los palestinos no tienen ningún valor”: éste es un fragmento del discurso de Gerald Kaufman, un diputado laborista en la Cámara de los Comunes. Solo es un ejemplo.
Pero la incoherencia con lo anterior persiste: Los gobiernos occidentales han dejado actuar a Israel. El secretario general de la ONU ha ido a hacerse la fotografía con Livni, el mismo día que el ejército israelí bombardeaba la sede de la ONU en Gaza; la UE se ha mostrado dividida, con una presidencia checa asegurando que “las operaciones de Israel son defensivas, no ofensivas”, y un hiperactivo Sarkozy diciéndo de boquilla que la acción era desproporcionada; no ha habido ningún paso adelante para aislar a Israel, para sacarle los colores, y llamarles por su nombre. Son los mismos gobiernos occidentales que han querido trabajar “por un alto el fuego”, con lo que tiraban a la basura cualquier esa desproporcionalidad.
Todo éste epílogo llegaa las pocas horas de la salida de Bush de la Casa Blanca, y de la llegada de Obama. Bush cierra su mandato con un acuerdo con Israel al que le da todo el apoyo y justifica la carnicería; Bush dijo que bajo su mandato se iba a conseguir la existencia de dos estados. Nada de nada. Israel no esta dispuesta a retirarse a la línea verde, a dejar a los palestinos ser dueños de sus destinos. La culpa, como no, es de Hamás, una organización tan terrorista como se le consideraba a la OLP hasta que fue reconocida por todos como interlocutor válido. Y el relevo es incierto: el máximo desafío que tiene Obama es hacer algo distinto en toda la región de Oriente Próximo, pero sobre todo en Palestina. Los 60 años de línea política de EE UU hacia Israel, con un apoyo casi siempre cerrado, se han mostrado como perpetrador de un catalizador de la inestabilidad en la región y en el mundo. Quizá al menos cuatro años sean insuficientes. Y ésta por ver que Obama quiera marcar ese cambio. Esto si que parece ser “la audancia de la esparanza”.
PS: Hamás anuncia, a su vez, una tregua de una semana, con un objetivo: que Israel salga de la franja. Al anunciar su tregua, el gobierno israelí ha asegurado que Hamás no es un interlocutor válido, y que les da igual lo que diga. Dos treguas para que todo siga igual.