Guerra y Paz

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Moeh Atitar de la Fuente

Periodista, fotógrafo y blogger. Más sobre el autor.

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La fotografía instucional como única fuente, una práctica nefasta

Moeh Atitar de la Fuente - Saturday 30 de October de 2010

La muerte del ex presidente argentino Néstor Kirchner ha sido el acontecimiento informativo de esta semana (y uno de los del año).

Un hecho informativo de este calado atrae, sin duda, el interés informativo de todo el mundo. Y sin embargo, el control establecido a la prensa, al menos a los reporteros gráficos, ha sido férreo. Si las manifestaciones en las calles de cariño, respeto y tributo al líder fallecido ha sido cubiertas con una profusión de fotos de las principales agencias, en el interior de la capilla ardiente los reporteros gráficos y cámaras de televisión no tenían acceso: todas las fotografías que hemos visto estos días publicadas en la prensa, eran realizadas por fotógrafos de la Presidencia Argentina o de los fotógrafos de otros presidentes, como el de Brasil. La señal de vídeo era también la institucional.

La presidenta Cristina Fernández, ante el féretro de Néstor Kirchner (Foto: Presidencia Argentina)

La presidenta Cristina Fernández, ante el féretro de Néstor Kirchner (Foto: Presidencia Argentina)

Las fotos son excelentes. De una calidad extraordinaria. Como editor, era complicado hasta el descarte. Pero hay trampa: son fotos buenas hacia quien las hace. No hay nada que salga del tiesto. Todas tiene la solemnidad, la tristeza adecuada, el encuadre perfecto. No hay ninguna posibilidad de salirse de ese guión establecido. Las fotografías las proporcionaba la Casa Rosada en su página web. Por eso, en muchos diarios digitales, la noticia estaba ilustrada con nefastos pantallazos de vídeo, porque se prefería, con acierto, dar la foto de un Maradona visitando la capilla, que una fotografía de cinco horas antes. En otras, como en El País, se contó con la complicidad de un actor y de su móvil.

Y esto de que el poder sea fuente de información única es un tic que se está repitiendo, desgraciadamente, en muchos casos: las fotos que se sirvieron del rescate de los mineros chilenos, a pie de mina, eran todas proporcionadas por la presidencia chilena; lo mismo sucedió en boda de Victoria de Suecia, donde las principales agencias se plantaron ante la prohibición de trabajar en la catedral donde se celebraba el enlace; hace unos días, la Tate Gallery retiró la acreditación a los fotógrafos que no firmaban un papel en el que se comprometían a hacer una cobertura no negativa de las exposiciones; la Casa Blanca, proporciona una importante cantidad de fotografías realizadas por el fotógrafo oficial, Pete Souza, que tiene un acceso casi ilimitado al presidente, con una visión casi siempre favorable, y en algunos momentos espinosos — como la visita del Dalai Lama — solo se sirve las fotografías realizadas por ellos.

Casi siempre se justifica esta medida de no permitir el acceso a las cámaras porque los espacios son limitados y los fotógrafos son muchos. La mala solución es proponer un pool de medios en el que solo acceden unos pocos fotógrafos de unas determinadas agencias que luego distribuyen al resto.

Pero la ya habitual medida de que el sujeto de la noticia sea el que proporcione las fotos es un hecho que limita, reduce y controla el papel de los informadores, reduciéndola a una visión limitada, uniforme, sesgada y partidista.

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