Guerra y Paz

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Moeh Atitar de la Fuente

Periodista, fotógrafo y blogger. Más sobre el autor.

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Historia de una fotografía: el retrato malhumorado de Churchill

Moeh Atitar de la Fuente - Tuesday 14 de September de 2010

El fotógrafo. Podemos decir sin que se nos rompa el teclado que Yousuf Karsh (1908-2002) es el fotógrafo retratista del siglo XX. De origen armenio, llegó a Canadá en 1922, tras huir de genocidio de su pueblo. Sus primeros contactos con la fotografía los tuvo con su tío George Nakash, también fotógrafo. Terminara su formación fotográfica en Boston, trabajando como ayudante de  John H. Gado. A principios de la década de los 30 ya estaba instalado en su propio estudio en Otawa, cerca de la oficina del primer ministro.

Autorretrato de Yousef Karsh

Autorretrato de Yousef Karsh

La frase. “La fascinación infinita que siento por la gente que fotografío se debe, en lo que a mi concierne, a lo que yo llamo su fuerza interior. Tratar de captarlo en la película es y será mi objetivo supremo”.

Winston Churchill, por Y. Karsh

Winston Churchill, por Y. Karsh

La fotografía. La situación del estudio cerca de la oficina del primer ministro canadiense atrajo a mucho políticos para hacerse retratos bajo la firma de Karsh. Y en septiembre de 1941, con un Reino Unido intentando hacer frente a la ofensiva marítima del Tercer Reich, aterriza en Canadá el primer ministro Winston Churchill, después de haber recalado en Washington, donde se resistían a entrar formalmente en la Segunda Guerra Mundial. Karsh recibe el encargo de fotografiar a Churchill para un retrato del Gobierno canadiense, con motivo del discurso que iba a dar en el parlamento. Así cuenta el fotógrafo la peculiar sesión:

El retrato de Winston Churchill cambió mi vida. Supe después que había tomado una importante fotografía, pero no podía ni remotamente soñar con que se iba convertir en una de las fotografías más reproducidas de las historia de la fotografía. En 1941, Churchill visitó primero Washington y luego Ottawa. El primer ministro, Mackenzie King, me invitó a estar presente. Después del electrificante discurso, yo esperaba en la sala de los Oradores donde, la tarde de antes, había colocado mis luces y mi camara. El primer ministro, mano a mano con Churchill y seguidos de sus delegaciones, le introdujo en la habitación. Encendí mis focos; Churchill puso cara de sorpresa. “¿Qué es esto? ¿Qué es esto?” Nadie se lo había explicado. Temeroso, di un paso adelante y le dije: “Señor, Espero ser tan afortunado para poder tomar un retrato digno de esta histórica ocasión”. Me echó una mirada y me inquirió: “¿Por qué nadie me lo ha dicho?”, y sus próximos empezaron a reírse, lo que fue una gran ayuda para mi. Churhill encendió un cigarro, dio una calada traviesa, y cedio magnánimamente: “Un solo disparo”. El cigarro de Churchill seguía presente. Le pasé un cenicero, pero no quiso apagarlo. Volví hacia donde estaba mi cámara y me aseguré de que todo estaba en técnicamente en su sitio. Esperé; él seguía dando vigorosas caladas. Esperé. Entonces di un paso hacia él y, sin premeditación, pero sobre todo con respeto, le dije: “Disculpeme, señor”, y le arrebaté el cigaro de su boca. Volvi hacia mi cámara y parecía tan beligerante que podía haberme devorado. Fue en ese momento cuando tomé la fotografía”.

La fama. Churchill no debía de pasarse la vida posando. Así que el retrato del hombre que le estaba plantando cara a Hitler tenía su valor en si mismo. La revista LIFE le compró a Karsh el retrato por unos 100 dólares, y así empezó una colaboración que le llevaría a fotografiar al escritor George Bernard Shaw, Eleanor Roosevelt, los delegados que fundaron la ONU, Ernest Hemingway, Albert Einstein, Fidel Castro o John F. Kennedy.

El legado. Karsh se retiró del mundo de la fotografía en 1987, con 387.000 negativos, de los cuales más de 17.000 eran retratos. Sus trabajos han sido expuestos en el MOMA, el Metropolitan o la National Portrait Gallery de Londres (con retratos de la Reina de Inglaterra). Teresa de Calcuta, Nelson Mandela, Andy Warhol, Walt Disney, la bella Audrey Hepburn, Humphrey Bogart (a este le dejó fumar), Picasso, Miró…todos pasaron por los objetivos de Yousuf Karsh.

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