El príncipe torturador
Sunday, May 3rd, 2009
La primera norma que todo torturador debería autoimponerse es que nunca, nunca, jamás, grabe sus crímenes.Les sucedió a los soldados de EE UU que torturaban y vejaban en la terrible y temible prisión de Abu Ghraib. Les pasa a esos enanos mentales que graban las palizas que dan a sus compañeros de clase. Le pasó a cierto comisario que grababa los abusos que cometía haciéndose valer de su puesto, y que fue ejecutado por estos crímenes. Las grabaciones realizadas por ellos mismos fueron las mejores pruebas de cargo. Debe de haber un mecanismo en el torturador que le haga imposible reprimir esa sensación de congelar, de guardar esos momentos de sufrimiento ajeno con los que disfruta, más allá de lo que quiera obtener a cambio de la humillación.
En el sector sádico de guardar las imágenes se sitúa Sheikh Issa bin Zayed al Nahyan, príncipe de los muchos que hay en Abu Dahbi, perteneciente a los Emiratos Árabes Unidos. El príncipe es hombre de negocios, en un país donde sobre el dinero. Si no le gustaba un trato, si la competencia le hacía demasiado daño, el príncipe acudía a la tortura. Así pasó con un hombre de negocios estadounidense Bassam Nabulsi, socio del príncipe torturador, que es el que se ha hecho con los vídeos de la tortura.
Hace unos días, la cadena estadounidense ABC se hacía eco de uno de estos vídeos con las prácticas del príncipe Issa bin Zayed al Nahyan: se ve a la víctima (un hombre de negocios afgano) rodeado de unos hombres que le disparan a la altura de las piernas; en un momento dado le hacen tragar arena; no basta con eso, y el propio príncipe sádico, armado con un palo, golpea las nalgas desnudas de la víctima, para luego, sobre la carne viva, arrojarle un líquido que le causa un dolor tremendo al torturado. El caso no queda en el ámbito privado de un sicópata: salpica directamente a las autoridades EAU, ya que algunos de esos valientes golpeadores van uniformados de policías.
Nabulsi asegura tener más de dos horas de las técnicas de negocios seguidas por el príncipe para cerrar tratos y liquidar a la competencia. El escándalo no llega en el mejor momento para EAU: antes de irse de la Casa Blanca, el presidente Bush firmó un acuerdo de cooperación en energía nuclear. Estas imágenes, desde luego, no ayudan en nada a los congresistas y senadores para estar a favor de un acuerdo. Ahora las autoridades de EAU investigan al príncipe y sus actividades torturadoras. Evidencias no les faltan.