¡ Alaquetriste !
Saturday, September 2nd, 2006
El capitán Alatriste está bien interpretado por Viggo Mortensen, pero como no hay trama, pues se queda en un mero retrato. Además no aprovecha la existencia del antagonista, Gualterio Malatesta. El desafío entre los dos es prácticamente anecdótico sin carga dramática alguna.
Además fracasa al retratar a personajes históricos. Un ejemplo: Javier Cámara representando al Conde-Duque de Olivares. Como personaje histórico tenemos una imagen preconfigurada. Si vemos los retratos de Velázquez del personaje, nos imaginamos al cabrón con pintas que intento imponer su Gran Memorial – proyecto de centralismo basado en la equiparación de todos los reinos con para sufragar las guerras en las que España andaba metida. No te imaginas al bueno de Javier Cámara interpretando a un valido con el que te irías tranquilamente de cañas y tapas, aunque te irías a los cinco minutos por lo languido que resulta.
Además de guiños constantes a la figura de Velázquez, en muchos momentos de la película copia la estética y la atmósfera de los cuadros del pintor español. Pero no solo copia a Velázquez, sino también a los western y algún documental de Rodriguez de la Fuente en los momentos en el que el Rey sale de caza. No podía faltar, en una película de Agustín Diaz Yanes el guiño al mundo taurino: el último plano de la película es el del Capitán Alatriste entrando a matar a un soldado francés como si de un morlaco se tratara.
Las grandes batallas, los momentos épicos que todo el mundo espera, se esfuman. El asedio a Breda, por ejemplo, se despacha con una operación de comando y con la escena del cuadro de Velásquez, con escasa inversión en decorados. Y nada del pago que se daba a los soldados de la época, consistente en el saqueo y la violación masiva. Por supuesto, la prostituta de las novelas con las que el Capitán Alatriste sacia sus necesidades desaparece, y se nos retrata a un capitán enamorado de la actriz estrellona de la época María de Castro. Todo un héreo de nuestro tiempo, alejado del mercenario del XVII.
El final de la película lleva al absurdo la metáfora a través de la imagen de un tercio español desarropado enfrentado a un lustroso ejército francés con la flor de lis en los estandartes en la batalla de Rocroi. Honrosa rendición les ofrecen los gabachos, rechazado con un “somos un tercio español” que te hace reír de lo patético de la situación y te recuerda más a historias de la puta mili. Ese es el momento en el que uno de los compañeros de armas suelta la frase al joven Iñigo de Balboa: “Diego, cuenta lo que hemos sido”, le estepa. ¿Pero no habíamos quedado que se llamaba Iñigo? No es el único gazapo, error, fallo de la película, que poco ha invertido en efectos especiales y decorados.
Como excusa, ya que la película abarca la guerra de los treinta años, recomiendo el capítulo de Viejas y nuevas guerras, titulado la guerra de los treinta años como marco de análisis y lámina de comparación de las nuevas guerras.
En resumen: decepcionante. Pasen y lean otras opiniones, como la crítica comedida de El País, la del blog de cine (mucho ruido y pocas nueces), la publicada en el Zootropo (el sobrio caballero español) o en Moonshadow.
A mi me ha decepcionado. Me esperaba más del guión, más de su director, más de los actores, más efectos, más decorados…
Si esto es lo que se hace con el mayor presupuesto del cine español apaga y vámonos. Siempre nos quedarán las novelas en papel.
Ps: El título de éste post se lo he tomado prestado a David.