Hacer del mediterráneo un espacio europeo
Saturday, August 19th, 2006
Leo un artículo más que interesante en Le Monde: ¿Guerra en Oriente o paz en el Mediterráneo? de Etienne Balibar y Jean-Marc Lévy-Leblond. El artículo contiene un somero repaso a la relación entre Israel y sus vecinos árabes, al tiempo que recuerda las bases en las que se fundó el estado de Israel: “el nacionalismo, típicamente el sionismo inicial, proyecto político y cultural de una parte de las poblaciones judías oprimidas en Europa central y oriental, y el colonialismo europeo, gracias al cual se pudo implantar en Palestina las primeras comunidades de pioneros, combinando la utopía del socialismo igualitario con el sueño mesiánico del “retorno” a la tierra de la Biblia.” La conclusión no llega hasta el final del extenso artículo: “Hace falta que Europa se sitúe deliberadamente en la perspectiva de construir un espacio mediterráneo de cooperación y de negociación, o de una conferencia regional permanente de todos los pueblos mediterráneos. Los Estados Unidos o Rusia podrían tener un especio de observadores en las mismas condiciones que Irán o Irak, pero sus miembros naturales serían aquellos que lindan en la mar común y que han hecho la historia.”
Europa no puede perder la perspectiva mediterránea. Enfrascados en una ampliación hacia el Este – de nuevo por el sentimiento de culpa arrastrado por el final de la Segunda Guerra Mundial y el pago de la liberación europea por parte de la Unión Soviética – el Mediterráneo queda, teóricamente, lejos de Berlín o Londres. Revindicar la esencia mediterránea europea es un asunto vital para toda Europa. Si se nos vendió como imprescindible el desembarco de euros en la Europa post comunista, nadie tendría que convencernos de que un desarrollo de la región mediterránea sería el mejor catalizador para la solución de muchos de los problemas que hoy arrastramos. Porque Bruselas está más cerca del Mediterráneo que Washington. Que no se nos olvide.
Europa no puede perder la perspectiva mediterránea. Enfrascados en una ampliación hacia el Este – de nuevo por el sentimiento de culpa arrastrado por el final de la Segunda Guerra Mundial y el pago de la liberación europea por parte de la Unión Soviética – el Mediterráneo queda, teóricamente, lejos de Berlín o Londres. Revindicar la esencia mediterránea europea es un asunto vital para toda Europa. Si se nos vendió como imprescindible el desembarco de euros en la Europa post comunista, nadie tendría que convencernos de que un desarrollo de la región mediterránea sería el mejor catalizador para la solución de muchos de los problemas que hoy arrastramos. Porque Bruselas está más cerca del Mediterráneo que Washington. Que no se nos olvide.