El NYT publicaba ayer, el 24 de enero, el siguiente editorial, titulado
Soldados Trogloditas en España. He intentado traducirlo lo mejor posible. Pero ya saben: «Traduttore, traditore»
Soldados Trogloditas en España
Es un principio básico de la democracia que los oficiales del ejército no desafíen la legitimidad de los gobiernos electos o que no hablen de marchar con sus tropas a la capital para revocar las decisiones del Parlamento. Esto es lo que precisamente ha sucedido en dos ocasiones en éste mes en España, un país que su historia del siglo XX hace que haya que tomar estos desafíos seriamente, incluso cuando la probabilidad de que las palabras insubordinadas que conducen a acciones insubordinadas parezca del todo inverosímil.
La respuesta del gobierno de centro izquierda del Primer Ministro José Luis Rodríguez Zapateros ha sido apropiadamente firme, incluyendo el cese y el arresto de uno de los culpables, un general. Lamentablemente, el partido de centro derecha Partido Popular, el principal partido de la oposición, parece más interesado en excusar a los oficiales que defender el orden democrático que es un pilar fundamental.
La rápida y pacífica [traducido por smooth] travesía a la democracia moderna después de la muerte de Francisco Franco hace fácil olvidar los horrores de la guerra civil y la brutal dictadura que le precedió. Estas pesadillas empezaron cuando los oficiales del ala derecha del ejército se rebelaron contra un gobierno del ala izquierda al que consideraban ilegítimo y demasiado respetuoso con los separatismos regionales.
La sociedad española, los políticos españoles y, en su mayoría, los oficiales españoles llevan un largo camino en esta era, moderando sus opiniones e intensificando su compromiso por el juego democrático [democratic give-and-take]. Pero al Partido Popular le está llevando un duro tiempo superar su derrota electoral, hace casi dos años, días después del atentado terrorista en los trenes de cercanías de Madrid. Realmente nunca ha llegado a aceptar la legitimidad democrática de esta votación. Es tiempo de que el Partido Popular cambie de postura. La democracia española necesita y merece el enérgico sustento del bipartidismo.