Bruselas, entre Blair y los espías
Sunday, July 5th, 2009
“¿Qué hizo Tony Blair en la Unión Europea como para que hoy se esté hablando de él como posible primer presidente de la Europa unida? Es muy difícil que con su currículo en la mano, alguien pueda confiar en su voluntad europeísta y su deseo de agrandar el papel político y económico de la UE. Difícil creer que Blair puede defender lo que se ha venido llamando el “modelo europeo”, inspirado en Alemania y en Francia, nunca en el Reino Unido, o que, llegado el caso, será capaz de sostener un criterio europeo independiente de Estados Unidos.” Escribe Soledad Gallego-Díaz, en El País.
Blair, un político detestable y amoral, se postula como presidente de la UE. Hay que señalar con rojo el mes de octubre: Irlanda decidirá entonces si acepta el Tratado de Lisboa, y con ello se abre la puerta a ese nuevo puesto. Blair es lo peor que le puede pasar a una UE necesaria, equilibrada, y con vocación nada escéptica. El ritmo alemán, francés, si se quiere, y nada de ritmo británico. ¿Qué hará España ante la rista de candidatos? ¿Impulsará la candidatura de Felipe González? ¿O esperará a verlas venir? Lo tienen fácil los mandarios: por un lado que siga Barroso, “mal necesario”, reconocen ellos mismos, porque en el fondo no les molesta, como todo trepa con sus jefes. Y por otro lado que nombre, a partir del sí irlandes, a un alter ego ilusionante. Cumplirán, entonces, con la máxima de la construcción europea, tal y como decía uno de los padres fundandores (¿fue Schumman?): “Europa se construye dando dos pasos hacia adelante, y uno para atrás”.
Espías. Hace unos meses nos comentó Daniel Basteiro a unos amigos la anécdota de la becaria: La UE estaba preocupada porque espías podían estar trabajando en la capital europea disfrazados de periodistas. Bruselas se caía del guindo. El espionaje siempre ha usado esta cobertura. Para calmar a los reporteros en la rueda de prensa, el portavoz de turno, dijo que no solo sospechaban de los periodistas: una “atractiva becaria rubia de piernas largas” podía ser perfectamente una espía. Hoy Martinez Rituerto escribe en El País la preocupación cada vez más creciente entre los jerifaltes de la UE sobre el espionaje, empezando por el todopoderoso Javier Solana, al que le han hurgado en el ordenador.
Bruselas llama a los espías: diplomáticos, periodistas, traductores, lobistas y estudiantes son una cobertura ideal para los servicios secretos, sobre todo, como se recoge en el artículo de Rituerto, cuando la inteligencia belga está aún en el tiempo del “arco y la flecha”. Puede que estos miedos a ser espiados impulse la creación de un servicio de inteligencia propiamente europeo, que al principio se encargue del contraespionaje, y ya de paso, de espiar a otros.