El valor informativo de una foto
Moeh Atitar de la Fuente - Wednesday 10 de February de 2010
¿Qué valor informativo tiene dar la imagen de un hombre, civil, desconocido, víctima de un atentado terrorista, con todas las tripas por fuera? El pasado viernes hubo un atentado en Islamabad, y la agencia Reuters, siguiendo su protocolo de actuación, mandaron a un fotógrafo al lugar de la explosión, y a un segundo al hospital. Este último se encontró de bruces con otro atentado en las puertas del centro sanitario. Y tomó dos fotografías (si alguien está interesado, las puede ver en el blog de la agencia). El editor escribe:
“¿Cuánto horror tiene que ser enviado por el cable (a los clientes de la agencia)?¿Tienen que ser enviadas todas? ¿Tiene que tener la gente la posibilidad de ver estas imágenes en Internet? Yo creo que sí, otros están en contra (…) ¿Tiene que estar el mundo expuesto a la brutalidad de este tipo de imágenes o tiene que estar este horror confinado a aquellos que lo sufrieron en primera mano – las mismas víctimas, los muertos, los periodistas, las fuerzas de seguridad presentes? Si la respuesta es no, ¿porqué se envía a periodistas a la escena en primer momento? ¿Tenemos que esconder esto al mundo? El hecho es que fue un ataque en un hospital lo que marca la diferencia del nivel de brutalidad que tiene que ser visto. Yo creo que si. Es posible que tu no estés de acuerdo”
Yo no tengo una respuesta categórica, y me escudo en esa cosa que se llama “valor informativo de la imagen”. ¿Aporta algo al lector verle las tripas a un hombre en primera página? Desde luego que quedaría retratada la brutalidad del atentado, ¿pero no habría otra manera? ¿otros encuadres, no tanto detalle?
Esa imagen es muy dura, sí, pero como tú, tampoco tengo una respuesta categórica. Creo que depende del caso. A veces es necesario enseñar la realidad para que la gente tome conciencia de lo que sucede. No es de recibo, por ejemplo, que en EEUU no se muestren muertos en la guerra de Irak, sino a soldados “paseando” por el desierto. Creo que hasta que no se filtró la famosa foto en la que se veían cientos de ataúdes, muchos norteamericanos seguían anestesiados.
Así que depende del caso, pos supuesto.
Sr Moeh: Buen Dia!!
En Israel, en la cual ha habido muchos atentados, no se publicaria. No en la prensa escrita y menos en la television.
Muchos motivos para ello, siendo el primero, el respeto por el muerto y sus familiares.
Pero ademas, por supuesto, la posibilidad de que ninios o personas con “estomago no suficientemente fuerte” lleguen a ver esas fotografias.
Aqui yo quisiera diferenciar entre “Periodista y Fotografo”.
El primero “informa” sobre veinte muertos en la puerta del hospital, y toda persona mayor entiende que la puerta de un hospital no es un “objetivo militar”, por encima de lo que esa persona mayor piensa sobre ese atentado.
No es necesario (y es “morbido”) mostrar el vientre destrozado de esas personas. El “logro” del fotografo no tiene nada que ver con Periodismo. Tiene que ver con la cantidad de ejemplares que se venden, o con el porcentaje de televidentes en tal o cual estacion.
Ciertas imágenes son innecesarias. Yo trabajo en una televisión y muchos días tengo que filtrar las imágenes que me llegan de AP o Reuters. Atentados en Pakistán, Sri Lanka, Irak… El problema es que para hacerlo tengo que verlas yo mismo. Y, la verdad, no es agradable desayunar con los brutos de una masacre. Creo que el editor de estas agencias debería tener criterio y no enviarlas.
Lo más indignante no es que tengamos que ver a un irakí o un indio partido en dos. Lo peor es que nunca veremos a un inglés o a un italiano -mucho menos a un español- con las tripas al aire. Ya se sabe, hay muertos de primera (las víctimas de ETA, por ejemplo), de segunda (los fallecidos en atentados islamistas) y de tercera (los haitianos del terremoto, los imnigrantes).
No es cuestión de cercanía o color de piel. Más bien es un criterio de dinero.
Raúl, tampoco creo que sea un criterio monetario: en el 11-M se vieron fotos muy duras, por no hablar de la famosa portada del ABC; que era sensacionalista y desagradable hasta decir basta.