El vicepresidente de EE UU, J. Biden, dio dos titulares en la entrevista que concedió ayer a ABCNews: el primero se refiere a la economía, y la “malinterpretación” que se ha hecho sobre la situación: es peor de lo que se pensaba. El segundo titular se refiere a Irán: EE UU no parará los pies a Israel en un ataque contra las instalaciones iraníes: “Si el gobierno de Netanyahu decide llevar a cabo acciones diferentes a las que llevamos ahora, es su derecho soberano a hacerlo. Esa no es nuestra elección”. Lo repitió tres veces en la entrevista.
En el mejor de los casos EE UU e Israel pueden estar jugando al policía bueno y al policía malo. Obama le tiende la mano tendida para unas negociaciones (en stand by por el pucherazo electoral y la convulsión social) mientras Netanyahu amenaza con un ataque. El problema es que a veces el poli malo hace cosas que el poli bueno no termina de entender, pero como no deja de ser también un poli, le cubre en sus excesos.
Arabia Saudí entra también en este juego: Times publicó ayer que hay que Riad miraría para otro lado si aviones israelíes violan su espacio aéreo para un ataque contra las instalaciones nucleares iraníes. De producirse el ataque, los países árabes pondrían el grito en el cielo, pero en el fondo verían con buenos ojos haberle parado los píes a las aspiraciones nucleares de Teherán, como sucedió a principios de los ochenta con el ataque contra las instalaciones iraquíes de Sadam (en cuyos interrogatorios recientemente revelados deja claro, que casualidad, que sus megalomanías sobre las Armas de Destrucción Masiva eran de cara a Irán). Un dato más: por primera vez un submarino israelí ha atrevasado el Canal de Suez, escoltado por buques egipcios.
Mientras se dirimen las aspiraciones nucleares persas, EE UU sabe que tiene que ofrecer una solución aceptable a los palestinos. Con ello le quita un argumento a Irán, y le da otro a los países árabes para un apoyo más o menos velado contra Irán. Así, Obama ha pedido a Marruecos, por ejemplo, que sirva de intermediario entre israelíes y países árabes. Está por ver si en esto Israel ayuda.
Desde Teherán, Ahmadineyad hace guiños a la negociación con Obama, pero en unas negociaciones públicas. No será en todo caso hasta después de verano; mientras, el reelegido presidente (con descontento social y pucherazo electoral mediante), tiene que calmar sus aguas internas; no ayuda a nada la miopía del regimen de los ayatolás en su persecución a la oposición y a la prensa extranjera; la última novedad es que Teherán perseguirá a todo iraní que colabore con medios y webs extranjeras. ¿Para qué irse fuera si en Irán tienen una supina libertad de prensa? (nótese el sarcasmo).
Queda el medio titular que dio Obama en su entrevista a un medio ruso, concedida con motivo del viaje que arranca hoy. “¿Qué mejoraría de su persona?”, le preguntó el periodista. “He empezado a jugar al golf tarde, y no estoy contento con mi swing”.
Obama practica su swing en California. Foto | Peter Souza, White House
Podemos estar tranquilos. El presidente de EE UU solo tiene que mejorar su swing y patear un poco mejor. En el resto de cosas es perfecto, no necesita mejorar; al menos eso piensa él. Por si acaso, dice que uno de los segundos cometidos de su mujer es impedir que se ponga “gallito”.