Los niños pixelados
Moeh Atitar de la Fuente - Thursday 14 de August de 2014
La ley en España en relación a la protección de menores es bastante restrictiva: casi no deja lugar a los medios de comunicación a publicar las fotografías de menores si se les puede identificar. Incluso si se tiene el consentimiento del tutor legal, la Fiscalía puede entrar de oficio si se considera menoscabado el honor del menor. Y hay un miedo instalado a publicar la foto de un niño. Fíjense en la vuelta al cole, en esas noticias en los periódicos, y casi siempre verán a los menores, de espaldas, entrando de la mano de uno de sus padres hacia su centro educativo, mochila arrastras. Todo menos sacarle la cara. Ya ven, en algo tan inocente y tan de niños como ir al cole.
Luego está la coherencia. Si un medio decide pixelar la cara de los menores, lo debe hacer en todos los casos donde no obre el consentimiento.
Empecemos por un caso de ayer mismo. Una niña llega en una embarcación de plástico a Tarifa. Llega sin padres, según relato de sus compañeros de travesía. La apodaron ‘Princesa’, para hacer más redonda la historia. La foto ha recorrido las redes sociales y los medios de comunicación. Nadie la ha pixelado, ni siquiera en los perfiles de organizaciones de prestigio. No había consentimiento alguno, como marca la ley. Se podrá argumentar que alguien en su familia la podría reconocer. Un servicio público. A mi me parece un argumento aceptable, pero endeble: los padres de la criatura sabrán que su hija ha llegado con pixeles y sin pixeles mediante.
En ‘El País’ leo la historia de la familia del senegalés Mboca, que consiguieron llegar ayer a Tarifa. La pequeña, de 13 meses, sale sonriente y sin pixelar. No me llamaría la atención si en ese mismo periódico no hubiera leído el periplo de los dos parejas españolas que han ido a adoptar a Etiopía y se han encontrado con todo tipo de trabas para traerse a los niños asignados. Allí sí, allí el menor sale con la cara pixelada. ¿Unos sí y otros no? ¿Unos han consentido y otros no? Puede, pero también solo puede ser una falta de criterio, como en esta fotogalería de hace unos días, donde el pixel viene dado de agencias y a correr.
No es un debate fácil. A veces hasta caemos en la psicosis del pixel para proteger la imagen de menores. Pero es un debate que está constreñido por lo que dice la ley.
PS: Una anécdota: Hace unos años desapareció una menor. La familia distribuyó la fotografía, que los medios, en un afán legítimo decidieron reproducir. Servicio público, lo llaman. La menor apareció un par de días después. Se había fugado con un tipo mayor de edad. Recuerdo cómo un subdirector me llamó a su despacho: “Quita todas la fotos de la menor y ni pixeles ni hostias”, me dijo, para luego dirigirse a la redactora: “En la noticia decimos que la menor ha aparecido, que está sana y con sus padres. Nada más.”. Es un tipo con criterio.
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