“El objetivo de la operación ha sido alcanzado (…) La seguridad de nuestros soldados paz y de la población civil ha sido restablecida, el agresor se llevó el castigo y sufrió pérdidas sustanciales”: con estas palabras, el presidente ruso Dmitri Medvédev, ha anunciado el fin de las operaciones militares en Georgia. En una escenificación propiamente rusa — las cámaras grabando la reunión con el ministro de Defensa y el jefe del estado mayor ruso — el presidente ruso ha avisado que si los georgiano platean de nuevo alguna “resistencia” volverán a los ataques, mientras que el Ejército ruso asegura que las operaciones de reconocimiento continuarán.
La propuesta de paz. Con este anuncio ha recibido el presidente ruso a su homólogo francés y de turno de la UE, Nicolas Sarkozy, que ha llevado a Moscu su propuesta de paz, rechazada ayer por el embajador ruso ante el Consejo de Seguridad por que establece la presencia de soldados georgianos en una eventual fuerza de paz: “No podemos estar de acuerdo con esto porque supondría asumir la presencia de gente que se describe como guardianes georgianos de la paz. No pueden seguir [en Osetia del Sur porque] han cometido crímenes, han abatido a nuestros camaradas con los que servían en la misma fuerza de paz”.
Pero el plan presentado a las partes si que contiene un punto que puede resultar cómodo para Rusia: la vuelta al statu quo anterior a la guerra, iniciada por Georgia, y con una contundente y quizá desproporcionada respuesta rusa, con la que puede terminar afianzando su postura en en Cáucaso. La UE y EE UU no quieren tampoco que Rusia saque a colación el caso de Kosovo para aplicarlo a los territorios georgianos independentistas.
La escenificación georgiana. El domingo, el presidente georgiano Saakashvili, se paseó por la BBC y la CNN; en la cadena estadounidense, el mandatario georgiano fue entrevistado por la estrella de la cadena Wolf Blitzer. Saakashvili, en un perfecto inglés perfeccionado sin duda en sus años en Harvard, apareció con un mapa detrás, en el que iba explicando bolígrafo en mano los ataques de Rusia. Las preguntas de Blitzer no es que fueran muy incisivas. La postura rusa estuvo presente con unas declaraciones grabadas al embajador ruso ante la ONU, con una réplica larga del presidente georgiano. Ningún equilibrio: los rusos son los malos. Al día siguiente, lunes, Shaakasvali se presentaba en una rueda de prensa; hoy, ante una multitud en la capital, con el papel de víctima bien aprendido, ha pedido una acuerdo de paz por escrito, que busca encorsetar a Rusia.
La postura de EE UU. Por si había alguna duda, este conflicto ha mostrado que EE UU es un firme aliado de Georgia. Y lo ha hecho — además con el entrenamiento militar previo que de poco le ha servido al país caucásico — montando un causus beli: Bush aseguró ayer que Moscú “quiere derrocar al Gobierno electo de Georgia”. Era solo la puntilla, ya que el domingo en el consejo de Seguridad el embajador estadounidense acusó al Kremilin de lo mismo, y usó una conversación entre su secretaria de Estado y el ministro de Exteriores ruso. Por un momento, el Consejo de Seguridad retrocedió unas cuantas décadas, y volvía a una guerra fría diplomática.
Dos periodistas muertos. El número de víctimas en esta guerra no está claro: ha sido, como en toda guerra, un arma de la propaganda de ambas partes. Lo que es cierto es que un cámara de la televisión holandesa RTL, un periodista georgiano que trabajaba para el Russian Newsweek y su conductor han fallecido en los bombardeos rusos de hoy.