Hannah Arendt
Saturday, October 14th, 2006
Tal día como hoy hace 100 años nacía en Linden, Alemnía, Hannah Arendt. Poco faltaba para la Primera Guerra Mundial; poco más para la Revolución Rusa. Todo ello derivaría en un mundo de entreguerras, donde el nazismo iba a despuntar, junto con ideologías totalitaristas que no admitían ni discusión alguna, ni alternativa posible.
Hannah Arendt procedía de una familia judía. Creció en Königsberg, la ciudad de Kant, quizá su referencia más temprana y más marcada. Su padre era un ingeniero liberal con una ingente biblioteca, lo que le sirvió para introducirse de lleno en la lectura. Su madre, enviudada cuando su hija tenía siete años, le dio la educación que se le hubiera dado a cualquier hombre de la época. Por eso Hannah Arendt llegó a ser una intelectual en un mundo marcadamente machista.
En todas la biografías se destaca la relación sentimental con el profesor Heidegger, a quien siempre admiró. Como no podía ser de otra manera, la relación con el filósofo se enfrió cuando éste se afilió al partido nazi. Cuando la guerra terminó, Arendt testificó a favor de Heidegger en los procesos de desnazificación.
Perseguida por el nazismo, tuvo que huir primero a Francia y luego a EE.UU. para escapar del genocidio. En su huida, Hannah se implicó en la ayuda a escapar a judíos de la persecución nazi.
Todo esto marca a una Hannah Arendt preocupada por la violencia, el uso de la revolución – “el más revolucionario radical se convertirá en un conservador el día después de la revolución.” – que se interroga sobre la naturaleza del poder, la esencia de la política en el mundo de la guerra fría – fue ella quien el dio la vuelta al calcetin de Clausewitz, al decir que la política se había convertido en la guerra pero por otro medios – y sobre todo de intentar arrojar luz a la condición humana, quizá su obra central, junto a los orígenes del totalitarismo. No le gustaba ser clasificada como filósofa, y prefería situarse más bien en el ámbito de la teoría política.
Los que pasamos por una facultad de periodismo, tenemos, además, una referencia periodística: Eichmann en Jerusalem. Hannah cubrió para la revista The New Yorker el juicio contra el jerifalte nazi, Eichmann. Luego plasmó sus impresiones en dicho libro donde busca la explicación de cómo una sociedad se autoengaña para cometer semejante atrocidad. Su conclusión es cierta a la vez que preocupante: “El problema fue precisamente que había muchos como él, y que esos muchos no eran pervertidos ni sádicos, que eran, y siguen siendo aterradoramente normales.”
“El problema es que para escribir hay que dejar de pensar”, otra sonada cita de esta intelectual. Para pensar, hay que leer antes. Leer a Hannah Arendt puede arrojarnos luz, y abrir nuevas dudas para seguir pensando.
Más en:
En todas la biografías se destaca la relación sentimental con el profesor Heidegger, a quien siempre admiró. Como no podía ser de otra manera, la relación con el filósofo se enfrió cuando éste se afilió al partido nazi. Cuando la guerra terminó, Arendt testificó a favor de Heidegger en los procesos de desnazificación.
Perseguida por el nazismo, tuvo que huir primero a Francia y luego a EE.UU. para escapar del genocidio. En su huida, Hannah se implicó en la ayuda a escapar a judíos de la persecución nazi.
Todo esto marca a una Hannah Arendt preocupada por la violencia, el uso de la revolución – “el más revolucionario radical se convertirá en un conservador el día después de la revolución.” – que se interroga sobre la naturaleza del poder, la esencia de la política en el mundo de la guerra fría – fue ella quien el dio la vuelta al calcetin de Clausewitz, al decir que la política se había convertido en la guerra pero por otro medios – y sobre todo de intentar arrojar luz a la condición humana, quizá su obra central, junto a los orígenes del totalitarismo. No le gustaba ser clasificada como filósofa, y prefería situarse más bien en el ámbito de la teoría política.
Los que pasamos por una facultad de periodismo, tenemos, además, una referencia periodística: Eichmann en Jerusalem. Hannah cubrió para la revista The New Yorker el juicio contra el jerifalte nazi, Eichmann. Luego plasmó sus impresiones en dicho libro donde busca la explicación de cómo una sociedad se autoengaña para cometer semejante atrocidad. Su conclusión es cierta a la vez que preocupante: “El problema fue precisamente que había muchos como él, y que esos muchos no eran pervertidos ni sádicos, que eran, y siguen siendo aterradoramente normales.”
“El problema es que para escribir hay que dejar de pensar”, otra sonada cita de esta intelectual. Para pensar, hay que leer antes. Leer a Hannah Arendt puede arrojarnos luz, y abrir nuevas dudas para seguir pensando.
Más en:
– Vivencias, reproduce un artículo de Manuel Cruz publicado en El País.
– Un siglo en pensamientos, artículo de Fernando Vallespin en Babelia.
– La filósofa enamorada, reportaje de Luis Fernando Moreno Claros, en Babelia
– Titulos publicados en España, también Babelia.
– Congreso con motivo de este centenario en la Universidad Autónoma de Madrid.
– Citas de Hannah Arendt.