No podría calcular cuantas personas asistieron a la manifestación en contra de la guerra, porque no sé ni tengo los medios. Las cifras siempre bailan: 5.000 según la policía, 20.000 según los organizadores.
Las pegatinas de No a la Guerra volvieron a ponerse en la pechera de muchos.
Las pancartas revindicaban el fin de los bombardeos y la agresión de Israel sobre el Líbano. Todo tipo de lemas se oyeron en la manifestación, cantados con alegría, con rabia, y con alguna lágrima suelta de los afectados. Mucha bandera de Palestina y mucha bandera del Líbano, acompañadas por el eterno e invencible símbolo de “Haz el amor y no la guerra” a la entrada de la discoteca Joy.
Había gente de todas las edades; estaba representada la generación de mayo del 68, con sus hijos, forjados en las manifestaciones contra la OMC, los de mi quinta, más bien estrenados con el no a la guerra de Irak, y los retoños.
Tanto, que algunas se estrenaban en el arte de la manifestación y no se daban cuenta de que la pancarta, hecha con la dulzura de una niña, estaba al revés.
En seguida enmendó el error, y es de justicia ponerle la foto con la pancarta derecha, en su sitio
De todas las edades, de todos los lugares, con todas las vestimentas. Hasta un señor engalanado con traje y cobarta.
Pero mi foto preferida es la de esta niña, que, una vez apagada la manifestación, continuaba corriendo alrededor de su madre, gritando, como si de un juego de niños se tratara, un rotundo “no a la guerra”.
No podían faltar los colegas periodistas. Los de Reuters, iban con escalera incluída, cubierta de pegatinas, por si había alguna duda de la propiedad de la misma.
La periodista de una agencia tenía que subirse a un cajón para alcanzar el plano ideal.
Y todas las manifestaciones las terminan los antidisturbios, más conocidos como pitufos…bueno eso era hasta ahora. Ya solo miran. Quienes ponen fin a las manifestaciones son estos profesionales. Éste, por la postura, podía haber sido perfectamente una antidistirbio.
Esperemos que el NO A LA GUERRA no quede tirado, esta vez, en a ras de suelo.