Alimento. Más que de fotografía deberíamos de hablar primero de periodismo. Últimamente, cuando nos juntamos más de dos periodistas, hablamos de lo mal que está la cosa; hace unos años hablábamos del modelo de negocio que teníamos que seguir para evitar llegar a donde hemos llegado, sin ser conscientes de que esas decisiones, en el fondo, no las tomamos nosotros y no tenemos ni idea de negocio. Lo nuestro debería ser contar historias y discutir de cómo las hemos contado. Vayamos a lo segundo.
Ayer nos despertábamos con un post publicado el lunes (tardamos en llegar a él) en el que se aseguraba que la foto ganadora del World Press Photo, Entierro en Gaza, era en realidad una composición de varias imágenes, y por lo tanto, una manipulación inaceptable de la realidad. El blogger aseguraba que Hansen no había proporcionado el archivo raw, esencial para hacer un análisis digno de llamarse así. Y sin embargo él mismo, sin archivo raw (el archivo crudo, bruto, de la fotografía), se lanzaba a hacer un análisis forense (la foto está más muerta que nunca, aquí una constatación) para dictaminar que Hansen había manipulado todo y que la foto premiada procedía de haber mezclado varias imágenes. El premio debería de ser retirado y Hansen condenado al ostracismo fotográfico por mentiroso.
Unos días antes el otrora prestigioso Spiegel escribía un artículo diciendo que Hansen no había proporcionado el archivo raw. No había ninguna coletilla de ‘según ha confirmado la propia organización’ y lo daban por sentado. Además añadían:
Pro-Israeli bloggers and journalists, in particular, had accused him of manipulation and embellishment. Other photographers have also been critical of the photo’s selection for the World Press Award. Some fear that the boundaries are becoming blurred between journalistic photography, on the one hand, and artistic and commercial image design, on the other. Industry publications like Freelens Magazin have also voiced criticism of the trend.
Sospecho que si la foto ganadora hubiera retratado una procesión de la Semana Santa Sevillana, esta polémica solo hubiera sido alimentada por los ‘expertos en fotografía’, y no hubiera sido ni de lejos tan amplia. Se reduce, entonces, no solo a la técnica, no solo a la postproducción, sino al tema que se retrata: el dolor palestino no puede ser premiado, no puede ser reconocido. Así que lancemos, con el perdón, más mierda sobre la foto. Porque todos sabemos que los palestinos son unos actores excelentes, que cuando entierran a unos niños porque una bomba israelí lo has asesinado, son lágrimas de photoshop (aviso, es ironía, que últimamente la gente no la capta muy bien).
Así que con todo esto, un supuesto análisis y la acusación (sin confirmación de la propia organización) de que Hansen no había entregado el raw, los medios se lanzaron a hacerse eco del escándalo, de la mentira y de la manipulación. Ningún medio citaba a un experto serio en la materia, que hubiera ponderado ese supuesto análisis. Acudieron, como mucho, a fotógrafos o editores que dieron su opinión ‘estética’ sobre la foto. Algunos, osados, daban por verdadero ese análisis. Es difícil que un fotógrafo sepa hacer un análisis sobre la manipulación del raw. Necesita una formación específica, que roza casi con la informática, para poder hacer un análisis conveniente. Y no era el caso. Un experto hubiera dicho que sin raw, no hay análisis y que lo hecho por el blogger era más bien conjeturas sin fundamento.
La fundación World Press Photo quiso zanjar el tema, y emitió a las 14h44 un comunicado sobre el caso diciendo que pese a que “no tenían dudas sobre las explicaciones” de Hansen, habían decidido, con la cooperación del fotógrafo, someter a la fotografía a otro análisis más detallado realizado por dos expertos. A las 19h33 el dictamen era concluyente: la manipulación no existía.
Y esto solo fue el alimento de muchos medios durante todo el día de ayer. Muchas visitas. Nadie espera. Nadie pondera que detrás de esa acusación no hay sustento alguno, no hay periodismo, no hay fuentes. ¿Llamar a un experto? ¡No! No vaya a ser que nos estropee la polémica y las visitas del día. No hacemos periodismo, porque nuestro alimento, en forma de visitas, es llevar exactamente lo que lleva el otro. Los ingleses lo llaman ‘me too’. Y claro, una vez resuelto que no había polémica, no vamos a desmontar todo el tinglado que llevábamos todo el día montando. Dejemos que la duda fluya.
Estética no es ética. Esta fotografía ha sido objeto de una absurda polémica desde el primer momento. Se le acusaba a Hansen de haber hecho mucho photoshop y de que esa foto no existía, no tenía validez, porque no era como la había tomado su cámara y que era fruto de la postproducción. Recréense en la palabra: postproducción.
Todo se reduce a que en el mundo de la fotografía actual (y adyacente) convivimos gente que nuestro cuarto oscuro es el photoshop, mientras otros no han salido físicamente del cuarto oscuro, donde siguen intentando descifrar cuál es el fijador y cuál es revelador. No controlan las herramientas actuales, y siguen creyendo que las fotos que se positivaban en el laboratorio son pura verdad. Y no se enteran de que en el laboratorio se hace exactamente lo mismo que en photoshop, con la salvedad de que no hay líquidos de por medio.
La discusión aceptable puede moverse en el campo de la estética. Discutamos si la imagen funciona o no, si está contrastada, si hay demasiado detalle en las sombras…En definitiva, si nos gusta o no. Y quedaría reducido a una discusión muy parecida a si un trabajo tiene más gancho en blanco y negro o en color.
Pero es absurdo decir que esa foto no es verdad. Hablemos mejor de honestidad. El fotógrafo retrata una parte de lo que es testigo, con un aparatito que ya distorsiona por si solo todo eso: desde la lente que utiliza, el ISO al que tira, diafragma, velocidad… Manipula con su cámara lo que tiene delante para tener ese trozo. El resultado es honesto o no si ha querido poner más invención de la necesaria.
Insisten los detractores del ‘retoque’ que esa imagen no debería de procesarse más allá de lo aceptable. Parecen no entender que la misma cámara tiene distorsiones de color, de luz, etc… Que esas distorsiones tienen que ser corregidas, mejoradas y arregladas, porque la fotografía, al igual que un texto periodístico, es lo más subjetivo que hay. Entendemos la diferencia que hay entre un teletipo y una crónica de autor, pero parece mentira, en la fotografía, no sabemos distinguir nada. Aceptamos que un periodista, jugando a literato, plague su crónica de adjetivos. Pero pobre del fotógrafo que saque detalles de las sombras…
Les dejo, finalmente, con una foto honesta, retocada como le dio la gana al autor, y que ha ganado el World Press Photo 2013:
Gaza burial. World Press Photo of the Year, Spot News, 1st prize singles, Paul Hansen
PS: Recomiendo la lectura de este post: “Cuando la cámara señala los niños muertos, los necios miramos el RAW”
PS2: Para que vean que detrás de la imagen no hay actores, aquí un post escrito por Miguel Ángel Medina que visitó a la familia.