Guerra y Paz

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Moeh Atitar de la Fuente

Periodista, fotógrafo y blogger. Más sobre el autor.

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Twitter como fuente en un atentado

Moeh Atitar de la Fuente - Wednesday 30 de July de 2008

No sé si es una moda, una herramienta, una maravilla, un excremento, la mejor fórmula para contar pequeñas cosas, un patio de vecinos para que todo el mundo se entere de lo que estas haciendo… Se llama Twitter y ya decir que causa furor es un tópico.

Leo en el blog de Daniel Bennett – reporting the war – un post sobre el uso de Twitter en el atentado múltiple de Bangalore, la India. Cuenta el caso de Mukund Mohan, un ciudadano, informático para más señas, que estaba cerca de donde explotaron las bombas, y se acercó para contarlo en su Twitter.

 

Bennett recoge reacciones que aseguran que  la plataforma fue el primer lugar dónde se recogió el atentado, a través de usuarios que estaban cerca. Mohan, uno de ellos, fue contándolo paso a paso, y luego hizo una reflexión en su blog, metiendo cierta caña a los reporteros de televisión y con lecciones finales de lo que tiene que hacer un reportero espontáneo.

 

El uso periodístico de estos testimonios a mi me suscita muchas dudas. En primer lugar se trata de una fuente más, a la que hay que tratar con muchas reservas, porque nadie puede garantizar que esté en el lugar de los hechos y no sea alguien con ganas de notoriedad. Es además una fuente limitada: no tiene el mismo acceso a las diversas fuentes que, por ejemplo, tiene una agencia de información que ha mandado a un reportero al lugar de los hechos. A este último se le presupone profesionalidad, discernimiento en lo informativo, pero sobre todo tiene además toda una estructura reconocida, que puede acceder a información oficiosa fiable (por ejemplo una fuente policial habitual) que el testigo twittero no es normal que pueda llegar a alcanzar. Además la agencia o el reportero tienen una responsabilidad sobre lo que cuentan, mientras que el ciudadano no está sujeto a esa labor informativa.

 

Confundimos en muchas ocasiones el medio con la finalidad: ¿qué diferencia hay entre este ciudadano miniposteando desde el lugar con el testigo presencial que llama a una redacción para contar lo que ha visto? Se debe establecer, por tanto, los mismos filtros. ¿Significa todo esto que hay que desechar estos testimonios? No, pero deben de ser tratados con el mayor rigor posible, tal y cómo debería haberse hecho siempre. El periodista se enfrenta ahora a este reto: tener a ciudadanos con capacidad de generar información propia y ser testigos mediáticos (con teléfonos móviles, cámaras digitales, Twitter) que, en el momento preciso, son solo eso: testigos que han presenciado algo y que se pueden usar para recomponer un hecho informativo.