Rafael Sanz Lobato, el gran fotógrafo amateur
Moeh Atitar de la Fuente - Wednesday 22 de April de 2015
Hoy, a través de un twitt del colectivo ‘No Photo’, he conocido la muerte de Rafael Sanz Lobato (Sevilla, 1932), uno de los mejores fotógrafos españoles del siglo XX. Su reconocimiento como tal llegó bastante tarde, en el 2011, y bajo la forma de un Premio Nacional de Fotografía. Disfrutó de esa gloria de exposiciones como única espada invitada y con la edición de libros, uno de ellos, un photolibro, apenas presentado en el mismo mes que le vio morir.
La forma más directa y bonita es la vocacional. Te da fuerza y vences todas las dificultades que puedas tener. En mi casa, que eramos muy ‘retrateros’, teníamos una caja llena de fotografías de hasta el siglo XIX. No paré de jugar con esas imágenes. Cuando trasladaron a mi padre a Madrid, yo de niño ya sentía la necesidad de documentar, con 14 años, todo lo veía, en las calles, en el rastro, las colas de auxilio social, los ciegos que vendía tiras ¡Si yo tuviera una maquina!, me decía
No tuve mi cámara hasta que no empecé a trabajar con 20 años en una empresa de maquinaria pesada, y pude ahorrar de las horas extras 1250 pesetas que costó mi primera cámara ¿Y ahora qué?, Pues a revelar, ¿y por qué quedan unas peores que otras? Pues allí empieza mi autodidactismo [con el laboratorio]”, recuerda Sanz Lobato con sus inicios.
“No hay otra cosa que el blanco y negro y bromuro de plata”, dijo el propio Sanz Lobato durante el XI Seminario de Albarracín. “Hay dos oficios en la fotografía: la toma y el positivado. Yo era fotógrafo de viernes a domingo. Siempre se ha dicho que el fotógrafo más completo es el que hace la toma y la interpreta en la copia. Cuando disparas ya tienes en mente cómo va a quedar en el bromuro de plata”.
Sanz Lobato separaba su fotografía personal de la fotografía profesional:
Hay dos tipos de fotografía totalmente separados: la fotografía ‘amateur’, que se hace por amor al arte; ‘fotógrafo amateur’ me parece un término precioso, mejor que ‘aficionado’, que es como más ‘dominguero’; ‘profesionalidad’ y ‘amateur’ es lo mismo que profesional pero en francés”.
Hice una huelga en la empresa americana donde trabajaba como director y me mandaron a la calle. Allí decidí pasarme a la ‘fotografía profesional’. De esa fotografía no hablo. Hablo de la ‘fotografía amateur’, de mi fotografía personal, la que he hecho por amor al arte.
Entre los trabajos profesionales de los que nunca le gustaba hablar estaban campañas publicitarias o los carteles electorales que le hizo al Partido Popular.
Para Sanz Lobato su principal función como fotógrafo era la de documentar lo que tenía alrededor. De esta manera la definía en el mismo seminario.
El documentalismo es lo más importante, porque las generaciones que vienen así conocerán como vestíamos. Yo gracias a la fotografía puedo decir cómo eran los culos de las mujeres en los años 50, 60, y como son ahora, que son mucho mejores.
Hacer fotografía con el digital es como cazar perdices al ojeo. Yo le diría a la gente joven, que ha abrazado la ‘nueva religión’,que si quieren ser ‘profesionales’ no les queda más pelotas que el digital…pero la fotografía creativa solo tiene sentido con la fotografía analógica y con el positivado. Si revelas una foto mía en photoshop, las sombras se empastan, se pierde el detalle. Con el tono alto puede dar el pego, dice Sanz Lobato
Con 3.000 euros puedes tener un buen laboratorio y una buena cámara. En el digital tienes que gastarte un dineral en el ‘Mac’, en la impresora…y se te dispara unas diez vez más el presupuesto. Los que queráis dedicaros a la fotografía creativa tenéis que iros al bromuro de plata. No hay otro remedio
En aquella entrevista de Angeles García dejo dicho: “Moriré con un porrito de estos en la boca y tras haber cenado un buen plato de judías del Barco. Así me gustaría acabar”,