Las caras del terror
Saturday, July 20th, 2013
La portada de Rolling Stone del 2 de agosto traía ya la polémica antes de que llegará ni siquiera el mes de agosto.
Podría ser un cantante indie cualquiera, de esos que mezclan las guitarras con la pandereta. El de la foto es Dzhokhar Tsarnaev, uno de los dos hermanos que causó la matanza del maratón de Boston.
No se ha leído aún el reportaje de ‘The bomber’, pero la portada ha generado una gran indignación en EEUU. Uno de los indignados con la imagen tierna de este adolescente terrorista es el sargento Sean Murphy, fotógrafo del departamento de policía de Boston que participó en su captura y tomó imágenes de la detención. Su reacción ante la portada de Rolling Stone ha sido publicar esas fotografías en el Boston Magazine. El titular no quiere dejar lugar a dudas: La cara real del terror.
El sargento Murphy se justifica así:
“Como profesional de la ley durante 25 años creo que la imagen de portada de la revista Rolling Stone fue un insulto para cualquier persona que haya vestido el uniforme de cualquier color o organización policial o rama militar, y los sus familiares que han perdido a sus seres queridos en el cumplimiento de su deber (…) Lo que hizo Rolling Stone fue un error. Este chico es el mal. Este es el real ‘Boston bomber'”
El sargento Murphy ha sido relevado de su puesto tras la publicación de estas imágenes en Boston Magazine, según cuenta el editor de la revista.
Sobre la portada de Rolling Stone, Iñigo Sáenz de Ugarte escribe en su blog:
Las críticas tienen que ver más con un sentimiento muy extendido entre la población. No queremos saber sobre los motivos que llevan a una persona a matar a sus vecinos por razones políticas, no queremos ver su imagen, excepto en los primeros días cuando es inevitable, no queremos que nadie intente explicar, no justificar, sus acciones, no queremos saber cuándo todo se empezó a torcer en la vida de esa persona.
Si cerramos los ojos, podremos imaginar que nada de eso volverá a suceder.
La portada de Rolling Stone da ‘normalidad’ a un terrorista. No es la imagen que todos tenemos asociada a un monstruo: “Cómo un estudiante popular y prometedor fue decepcionado por su familia, se vio atrapado por el Islam radical y se convirtió en un monstruo”, podemos leer en la portada. No hemos leído nada más del reportaje. Pero no queremos ver más. Los monstruos no son normales, no tienen pinta de normales. No alcanzamos a entender que todas estas imágenes son las caras de la misma persona, porque quizá lo que más nos perturba es su normalidad.