El brillante discurso de Qaradawi
Moeh Atitar de la Fuente - Friday 18 de February de 2011
Acabo de escuchar el sermón que el teólogo Qaradawi ha dirigido a la plaza de la Liberación. Después de 30 años de exilio, el octogenario imam ha realizado un discurso marcadamente político y conciliatorio. Presidente del Consejo Mundial de Ulemas (doctores en teología musulmana), es además una figura mediática: presenta desde hace años un programa en la televisión Al Jazeera, con una audiencia de millones de personas. Y como no ha podido ser de otra manera, la cadena catarí ha emitido en directo el discurso desde la plaza de la Liberación, con la presencia de una banda de música del Ejército, algo más que simbólico para acompañar a un exiliado en su vuelta.
Las primeras palabras del teólogo han ido dirigidas hacia la juventud, a la que ha reconocido su papel de “protagonista” en la Revolución. ”Si los jóvenes quieren, pueden y su voluntad es la voluntad de Dios”, ha dicho Qaradawi. “Me gustaría ir y besarles uno a uno sus manos”, ha concluido, en un gesto sobre todo de gratitud y respeto.
Qaradawi no ha sido nada sectario, y ha llamado a la unidad de todos los egipcios. “La victoria de la Revolución es para todos los egipcios, y no solo para los musulmanes”, ha asegurado ante miles de personas que se congregaban en la plaza de la Liberación. “Los musulmanes y cristianos se han unido en la Revolución y han vencido al sectarismo reinante”, ha insistido Qaradawi. Esta mención no es baladí, ya que la comunidad cristiana copta de Egipto ha sufrido en los últimos tiempos ataques y atentados, y que una autoridad religiosa musulmana como Qaradawi ponga el acento en esa unión es más que significativo.
Pero el momento más esperado, el que más expectación ha suscitado, ha sido sus referencias al Ejército, la otra protagonista de la Revolución Egpicia. Los últimos 30 años de Qaradawi han estado marcados por su salida del país, por el exilio, motivado por la llegada de Mubarak y la postura del clérigo, más próxima a los Hermanos Musulmanes y más que contestable hacia el régimen del hoy depuesto presidente. “Me dijeron que no me fiara del Ejército, que me iba a decepcionar su papel”, ha comenzado Qaradawi, “pero el Ejército ha demostrado que es el brazo del pueblo y que no ha sido menos nacionalista que el tunecino”.
Su sermón no ha estado exento de exigencias, unas exigencias acordes con la Revolución. “Pido al Ejército que nos libre del Gobierno actual que representa más el pasado que el presente”, ha comenzado Qaradawi dirigiéndose a la institución, al Ejército, que representa ahora el poder, y a la que ha instado a que “forme un gobierno civil compuesto por los hijos de Egipto”.
Un hombre como Qaradawi, que ha sufrido en sus propias carnes 30 años de exilio, no ha dejado de acordarse de los presos políticos, y esa ha sido otra de las exigencias directas a los militares: “Pido al Ejército que se libere a todos los presos políticos. Cada hora que siguen encarcelados los presos políticos se sigue cometiendo una injusticia, y el Ejército no debería cargar con esa responsabilidad”, ha espetado.
Y hay que insistir en que Qaradawi ha tocado todos los puntos sensibles, incluido el de la economía, en un país donde a las protestas de la Revolución se han sumado las huelgas que piden mejoras salariales: “La obligación del pueblo egipcio es trabajar hoy más que nunca para levantar la economía del país. Los que hemos hecho y apoyado la Revolución no debemos ser responsables del deterioro económico del país”.
No ha podido Qaradawi acabar de otra forma su sermón que acordándose de los palestinos, y del papel de Egipto. “Pido al Ejercito que abra el paso de Rafah y que nos permita reanudar nuestros lazos y nuestro contacto con nuestros hermanos palestinos”, ha concluido.
Tras el sermón, Qaradawi ha dirigido la oración del viernes (juntando las oraciones del dohor y del asar) y con la excepcionalidad final de la Oración del Ausente, un plegaria hacia los “Mártires de la época de Mubarak y de la Revolución”. Después de las oraciones, la plaza de la Liberación irrumpió con los gritos: “El pueblo quiere la limpieza del país, y no quiere ni Husni ni los que lo apoyaron ni su partido ni sus ayudantes”.