Guerra y Paz

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Moeh Atitar de la Fuente

Periodista, fotógrafo y blogger. Más sobre el autor.

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Twitter, Túnez, Egipto y El Baradei

Moeh Atitar de la Fuente - Sunday 16 de January de 2011

Últimamente no hay revolución sin que Twitter salga a la palestra. Los periodistas acudimos enseguida a esta red social de 140 caracteres para descubrir vídeos, fotos, enlaces, auténticos informantes en primera línea…y lo convertimos en categoría, como si las revoluciones políticas solo tuvieran sentido en ese corto pero ancho espacio. Una rebelión en la calle, no en las pantallas, titula Iñigo Sáenz de Ugarte en un acertado post sobre el papel de redes sociales en los acontecimientos tunecinos de los últimos meses.

Sin embargo hay que reconocerle a las redes sociales como Twitter un papel fundamental: excita a los medios extranjeros. Como sucedió en Irán y la revolución verde, esta red tiene sobre todo un papel multiplicador hacia el exterior, que se confunde con un papel precursor. Twitter tiene un papel propagandístico indudable porque si no exagera las cosas, al menos las redimensiona. Interiormente ha tenido un papel más importante el papel de las televisiones de información en árabe, como Al Arabiya y Al Jazeera, que están llevando una cobertura casi continúa de lo que sucede en Túnez.

Estos días, aplicando el dicho “Cuando veas las barbas de tu vecino cortar, pon las tuyas a remojar”, muchos señalan al déspota Mubarak el siguiente en la lista. En el poder desde 198o, el Faraón, como se le conoce popularmente con sorna, ha seguido a raja tabla el manual del dictador árabe. Las elecciones no han sido para él un problema: su partido político gana la inmensa mayoría de los 500 escaños que tiene el parlamento, dejando 14 asientos para la oposición y unos 70 para los independientes, que en su inmensa mayoría pertenecen a su órbita. Ganan las elecciones con un apoyo superior al 90%, y ni se despeñan. Siendo una república, Hosni Mubarak prepara a sus largos 82 años el traspaso de poder a su hijo; como siempre, se han sustentado en el poder por el apoyo mostrado por occidente como freno al islamismo, y como siempre parece que son estos los que más organizados están políticamente. El contexto socioeconómico es aún peor que en Túnez, con un paro galopante y una crisis económica eterna y nada coyuntural que no se refleja en las cuentas corrientes de la clase pudiente y gobernante.

El Dr. El Baradei, premio Nobel de la Paz por su papel como cabeza de la Agencia Atómica Internacional — aquella organización que sostuvo que no había pruebas de que existieran armas de destrucción masiva en Irak — volvió en 2010 a su país y lidera una plataforma para el cambio democrático. Diplomático de carrera, El Baradei lleva fuera del país desde 1980, justo cuando Mubarak empezaba su reinado. En su Twitter podemos leer sus opiniones sobre los sucedido en Túnez:

Violence in Tunisia now is a product of decades of repression.Regime in Egypt must understand that peaceful change is only way out

The courage of the Tunisian people to uphold their freedom & dignity is a shining light and a trailblazer. Change only comes from within.

Tunisia :repression + absence of social justice + denial of channels for peaceful change = a ticking bom

El Twitter de Al Baradei está escrito en inglés y árabe, un ejemplo de cómo el mensaje no es solo de consumo interno, sino sobre todo de consumo externo.

No tan al margen:

Escribe Goytisolo en El País:

No se puede pedir lo que se ignora. La democracia exige un conocimiento previo de los valores laicos que la alimentan. Y dicho conocimiento no existe en ningún país árabe con la profundidad y arraigo que tienen en Túnez. El Gobierno de Burguiba desde la independencia hasta los años ochenta sentó las bases de un Estado laico y democrático. Un sistema educativo abierto a los principios y valores del mundo moderno, el estatus de la mujer incomparablemente superior al de los países vecinos y un nivel de vida aceptable en comparación con estos, pese a la carencia del maná del petróleo, formaron una ciudadanía consciente de sus derechos. En ello estriba la diferencia existente entre Túnez y los demás Estados árabes de la orilla sur del Mediterráneo.